Las mejores anécdotas de las fumatas: fútbol, Sixtina llena de humo, extrañas campanadas…

Los ojos de millones de personas en todo el mundo estarán puestos  estos días en una chimenea que los perarios vaticanos han colocado en el tejado que hay sobre la Capìlla Sixtina, sede del Cónclave cardenalicio que está eligiendo al sucesor del Papa Francisco. Saben que las primeras serán negras, y cuantas más oscuras haya, … Continuar leyendo "Las mejores anécdotas de las fumatas: fútbol, Sixtina llena de humo, extrañas campanadas…"

May 8, 2025 - 07:04
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Las mejores anécdotas de las fumatas: fútbol, Sixtina llena de humo, extrañas campanadas…

Los ojos de millones de personas en todo el mundo estarán puestos  estos días en una chimenea que los perarios vaticanos han colocado en el tejado que hay sobre la Capìlla Sixtina, sede del Cónclave cardenalicio que está eligiendo al sucesor del Papa Francisco. Saben que las primeras serán negras, y cuantas más oscuras haya, más crecerá la expectación mundial por ver salir el humo claro de la fumata blanca.

Las fumatas y el humo blanco o negro que anuncia si hay o no un nuevo pontífice, son la culminación de un ritual histórico que combina tradición y  tensión y que, más de una vez, ha dado al mundo anécdotas inesperadas. Desde confusiones con el color del humo hasta campanas que no suenan y cardenales atrapados por el suspense, las elecciones papales han dejado historias que hacen más mundano un proceso cargado de solemnidad protocolaria.

Juan XXIII

Una de las fumatas más caóticas de la historia ocurrió en 1958, durante la elección de Juan XXIII. Tras varios días de votaciones, el 28 de octubre la chimenea empezó a soltar humo. Primero pareció blanco, desatando gritos de júbilo en la Plaza de San Pedro, pero luego se tornó grisáceo y finalmente negro, dejando a los fieles desconcertados. Los encargados de quemar las papeletas usaban una mezcla de paja húmeda para el humo negro (sin Papa) y seca para el blanco (con Papa), pero la fórmula falló. La multitud pasó de la euforia a la decepción en minutos, hasta que las campanas de San Pedro confirmaron que, esta vez «Habemus Papam» («Tenemos Papa»). Juan XXIII, conocido por su humor, bromeó después sobre cómo hasta el humo parecía dudar de su elección.

Pío XII

El nombramiento del Papa Pío XII en 1939 también tuvo su anécdota. En plena era pretelevisiva, la fumata blanca debía ser inequívoca, pero no lo fue. Tras cuatro intentos fallidos, el humo salió de todos los colores menos blanco puro, y la Plaza de San Pedro quedó en vilo. Finalmente, se recurrió a la megafonía para anunciar al nuevo Papa, una medida inédita que salvó el día.

Juan Pablo II

Las fumatas no siempre dependen sólo del humo: en 1978, la elección de Juan Pablo II tuvo un giro inesperado que proporcionó una de las anécdotas más curiosas. Tras la fumata blanca del 16 de octubre, las campanas de San Pedro no sonaron de inmediato por un error de comunicación. La multitud, acostumbrada a esa señal, dudó del anuncio. Sólo cuando el cardenal protodiácono salió al balcón se disiparon las dudas. Dentro, Karol Wojtyla había adelantado su primera misa como Papa para no coincidir con un partido de fútbol importante en Italia, un guiño a su cercanía con la gente.

Benedicto XVI

El cónclave de 2005, que eligió a Benedicto XVI, también tuvo su dosis de drama. El cardenal holandés Adrianus Simonis relató después que la Capilla Sixtina se llenó de humo cuando la estufa, recién modernizada con productos químicos para aclarar el color, falló estrepitosamente. El humo blanco salió al fin, pero no sin antes convertir el recinto en una nube asfixiante. «Por un momento pensé que no saldríamos de allí», confesó Simonis con una sonrisa. Afuera, la plaza de San Pedro dudó: el humo era blanco, pero tan tenue que las campanas tardaron en sonar, prolongando la incertidumbre.

Francisco

Entre las anécdotas más recordadas de las fumatas recientes se encuentra, posiblemente, la de 2013, con la elección de Francisco. El 13 de marzo, tras dos días de cónclave, el humo negro dominó las primeras votaciones. Los peregrinos, empapados por la lluvia, esperaban bajo paraguas en San Pedro. A las 19:06, la chimenea soltó un humo que al principio parecía gris, pero pronto se volvió de blanco inconfundible y abundante. La plaza estalló en vítores, y las campanas lo confirmaron. Sin embargo, la anécdota vino después: Francisco reveló que, al aceptar, un cardenal amigo le susurró: «No te olvides de los pobres», inspirando su nombre.

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