Las heridas en humanos tardan tres veces más en curar que en otros primates y los científicos no saben aún qué ha fallado en nuestra evolución

Regeneración exprés - Aunque cicatrice lento, la especie humana desarrolló cuidados colectivos, vendajes, remedios naturales y otras estrategias que permiten sobrevivir a heridas gravesLas hembras de bonobo demuestran que la unión femenina puede derribar cualquier jerarquía Hay animales que se curan casi tan rápido como se hieren. Les hacen un tajo, sangran un rato y al poco tiempo ya están otra vez corriendo, mordiendo, trepando o huyendo. La piel se les cierra con una agilidad que en humanos parecería poco creíble. Lo curioso es que no se trata de criaturas exóticas o muy alejadas del árbol evolutivo, sino de primates cercanos, incluso roedores comunes. Frente a ellos, el cuerpo humano parece tomarse todo con más calma. Cada corte o herida arrastra un proceso lento, laborioso y, comparado con otras especies, torpemente ineficiente. Algunos animales se curan casi antes de que te des cuenta Fue precisamente esa diferencia en los tiempos de recuperación lo que llevó a la bióloga Akiko Matsumoto-Oda a profundizar en un fenómeno que había observado durante su trabajo de campo en Kenia. Allí, tras documentar cómo los babuinos se recuperaban sorprendentemente rápido de heridas graves producidas en peleas, decidió organizar un estudio comparativo a gran escala para entender qué ocurría. Los datos finales, según se publicó en Proceedings of the Royal Society B, colocaron al ser humano en el extremo lento de la gráfica. Los resultados del estudio confirmaron que la piel humana se regenera más despacio que la de chimpancés, monos o incluso ratones Para conseguir una comparación fiable entre especies, el equipo registró la evolución de heridas controladas de 4 centímetros practicadas en monos sedados del Instituto de Investigación de Primates de Kenia, incluyendo monos de Sykes, verdes y babuinos oliva. También evaluaron a cinco chimpancés residentes en el Santuario de Kumamoto, en Japón, que ya presentaban lesiones naturales. En humanos, el seguimiento se realizó a 24 pacientes del Hospital Universitario de Ryukyus sometidos a cirugía por tumores cutáneos. Las diferencias fueron claras: mientras en humanos la piel avanzaba en su regeneración unos 0,25 milímetros por día, el promedio en los otros mamíferos rondaba los 0,62. Roedores como ratas y ratones presentaron velocidades similares a las de los primates no humanos, reforzando la idea de que el lento ritmo humano es una singularidad evolutiva. Cuanto más pelo se pierde, más lenta es la curación La ciencia todavía no lo sabe de forma definitiva, pero sí tiene algunas teorías. Una de ellas se encuentra en la estructura microscópica de la piel. Elaine Fuchs, investigadora en biología celular de la Universidad Rockefeller, explicó que uno de los elementos más importantes en la regeneración son los folículos pilosos, ya que cada uno contiene células madre capaces de generar piel nueva. En su opinión, “la desventaja evolutiva es que la cicatrización de las heridas se hace más lenta, pero los humanos también obtuvieron ventajas evolutivas al perder cabello”. El cambio no fue solo estético. Según detalló Daniel Lieberman, investigador en evolución humana de Harvard, la sustitución de los folículos pilosos por millones de glándulas sudoríparas ecrinas permitió una mejor regulación térmica. Esto ayudó a los humanos a mantener la actividad física en climas cálidos sin sobrecalentarse, un beneficio esencial para la supervivencia y la expansión de la especie. Sin embargo, como señaló el propio Lieberman, esa adaptación redujo considerablemente la eficiencia en la reparación de la piel tras una lesión.

May 9, 2025 - 12:52
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Las heridas en humanos tardan tres veces más en curar que en otros primates y los científicos no saben aún qué ha fallado en nuestra evolución

Las heridas en humanos tardan tres veces más en curar que en otros primates y los científicos no saben aún qué ha fallado en nuestra evolución

Regeneración exprés - Aunque cicatrice lento, la especie humana desarrolló cuidados colectivos, vendajes, remedios naturales y otras estrategias que permiten sobrevivir a heridas graves

Las hembras de bonobo demuestran que la unión femenina puede derribar cualquier jerarquía

Hay animales que se curan casi tan rápido como se hieren. Les hacen un tajo, sangran un rato y al poco tiempo ya están otra vez corriendo, mordiendo, trepando o huyendo. La piel se les cierra con una agilidad que en humanos parecería poco creíble. Lo curioso es que no se trata de criaturas exóticas o muy alejadas del árbol evolutivo, sino de primates cercanos, incluso roedores comunes.

Frente a ellos, el cuerpo humano parece tomarse todo con más calma. Cada corte o herida arrastra un proceso lento, laborioso y, comparado con otras especies, torpemente ineficiente.

Algunos animales se curan casi antes de que te des cuenta

Fue precisamente esa diferencia en los tiempos de recuperación lo que llevó a la bióloga Akiko Matsumoto-Oda a profundizar en un fenómeno que había observado durante su trabajo de campo en Kenia.

Allí, tras documentar cómo los babuinos se recuperaban sorprendentemente rápido de heridas graves producidas en peleas, decidió organizar un estudio comparativo a gran escala para entender qué ocurría. Los datos finales, según se publicó en Proceedings of the Royal Society B, colocaron al ser humano en el extremo lento de la gráfica.

Los resultados del estudio confirmaron que la piel humana se regenera más despacio que la de chimpancés, monos o incluso ratones

Para conseguir una comparación fiable entre especies, el equipo registró la evolución de heridas controladas de 4 centímetros practicadas en monos sedados del Instituto de Investigación de Primates de Kenia, incluyendo monos de Sykes, verdes y babuinos oliva. También evaluaron a cinco chimpancés residentes en el Santuario de Kumamoto, en Japón, que ya presentaban lesiones naturales. En humanos, el seguimiento se realizó a 24 pacientes del Hospital Universitario de Ryukyus sometidos a cirugía por tumores cutáneos.

Las diferencias fueron claras: mientras en humanos la piel avanzaba en su regeneración unos 0,25 milímetros por día, el promedio en los otros mamíferos rondaba los 0,62. Roedores como ratas y ratones presentaron velocidades similares a las de los primates no humanos, reforzando la idea de que el lento ritmo humano es una singularidad evolutiva.

Cuanto más pelo se pierde, más lenta es la curación

La ciencia todavía no lo sabe de forma definitiva, pero sí tiene algunas teorías. Una de ellas se encuentra en la estructura microscópica de la piel. Elaine Fuchs, investigadora en biología celular de la Universidad Rockefeller, explicó que uno de los elementos más importantes en la regeneración son los folículos pilosos, ya que cada uno contiene células madre capaces de generar piel nueva. En su opinión, “la desventaja evolutiva es que la cicatrización de las heridas se hace más lenta, pero los humanos también obtuvieron ventajas evolutivas al perder cabello”.

El cambio no fue solo estético. Según detalló Daniel Lieberman, investigador en evolución humana de Harvard, la sustitución de los folículos pilosos por millones de glándulas sudoríparas ecrinas permitió una mejor regulación térmica. Esto ayudó a los humanos a mantener la actividad física en climas cálidos sin sobrecalentarse, un beneficio esencial para la supervivencia y la expansión de la especie. Sin embargo, como señaló el propio Lieberman, esa adaptación redujo considerablemente la eficiencia en la reparación de la piel tras una lesión.

La lenta cicatrización podría haber sido compensada por otras capacidades del ser humano, como el cuidado social y el uso de tratamientos naturales. La cooperación, el uso de vendajes o plantas medicinales y la atención mutua en comunidades primitivas habrían facilitado la supervivencia incluso con una piel que tardaba más en cerrarse tras un corte.

Pese a las desventajas biológicas, el conocimiento actual sobre estas diferencias abre nuevas vías de investigación. Comprender los motivos genéticos y celulares que ralentizan la regeneración en humanos podría tener aplicaciones prácticas en medicina, especialmente en tratamientos contra heridas crónicas o procedimientos cosméticos donde acelerar la curación es fundamental.

En definitiva, el precio de sudar más fue curarse más despacio. Un intercambio que, aunque nos hace perder en velocidad de cicatrización, ayudó a ganar en resistencia, movilidad y adaptación al entorno.

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