China prohibió 'Alicia en el País de las Maravillas' porque los animales que hablan eran una ofensa para la humanidad
Decreto contra los cuentos - Ho Chien publicó un artículo sobre la educación en el que criticaba la presencia de animales que hablaban en los libros escolares La oscura verdad detrás del cuento de 'Blancanieves' que Disney no contó Un gobernador decidió que los animales no podían hablar. Lo dictó por escrito y lo hizo oficial, como si así pudiera silenciar a ratones, orugas o tortugas. Lo que más le preocupaba no era el lenguaje, sino la posibilidad de que algún niño llegara a pensar que un gato y un humano podían entenderse. Aquella orden se extendió a las aulas, afectando a los cuentos. En el año 1931, en la provincia china de Hunan, se vetó la lectura de Alicia en el País de las Maravillas. El general Ho Chien, gobernador militar, justificó su decisión con un argumento que no dejaba lugar a interpretaciones. Según recoge The Straits Times, el funcionario explicó que “osos, leones y otras bestias no pueden usar lenguaje humano, y atribuirles a ellos dicho poder es un insulto a la raza humana”. Aunque la prohibición se centró en los colegios de esa provincia, el dictamen alcanzó a la comunidad literaria internacional, que no tardó en reparar en la singularidad del caso. En un momento en que los cuentos fantásticos estaban muy presentes en la tradición china, especialmente aquellos protagonizados por animales con características humanas, la medida destacaba por su rigidez. No se trataba de una oposición a lo extranjero en general, sino de una reacción específica contra la personificación animal. Una tradición fantástica que no encajaba con la rigidez del régimen La decisión de Ho Chien generó reacciones incluso dentro del propio país. Mientras algunos compartían su visión conservadora del orden natural, otros defendían el valor de la imaginación en la formación infantil. El escritor español Diego Arboleda investigó este episodio para su libro Prohibido leer a Lewis Carroll y encontró la fuente original de la noticia en la hemeroteca del citado periódico asiático. A partir de ahí, reconstruyó los detalles de una censura poco común que, sin embargo, fue importante. Pese a la censura, la historia de Alicia no se extinguió en China La traducción de Alicia en el País de las Maravillas al chino había llegado poco tiempo antes a manos del público. Su publicación había coincidido con un momento de apertura cultural, pero también con tensiones internas en la China de principios del siglo XX. En 1931, el país atravesaba un periodo de inestabilidad política y social, con un sistema educativo en proceso de reforma. El propio general Ho Chien redactó un artículo titulado Una petición para la reforma educativa del currículo escolar, en el que exponía sus objeciones sobre la inclusión de ciertas obras en las aulas. Aunque el texto no mencionaba directamente el libro de Lewis Carroll, su mensaje era claro. Consideraba que los animales que hablaban como humanos eran absurdos y que ese tipo de literatura podía resultar perjudicial. La prohibición no detuvo a Alicia, que encontró nuevos caminos para quedarse Resulta llamativo que, justo durante ese periodo, se escribiera una secuela china de la historia original. Lejos de desaparecer, la figura de Alicia se transformó en nuevas versiones, lo que evidencia que la prohibición no logró frenar la expansión de su universo. De hecho, el propio Arboleda subraya que “en una cultura con una tradición del cuento fantástico tan rica como China, el general prohibía el libro de Carroll porque había animales que hablaban”. En medio de ese contexto, criaturas como la liebre que compara frases lógicas, la tortuga que llora mientras cuenta su historia o el lirón que filosofea entre cabezadas quedaron apartadas del currículo escolar. A ojos de las autoridades de Hunan, compartir aula con esos personajes era un riesgo. Por lo tanto, lo que empezó como una crítica puntual se convirtió en una

Decreto contra los cuentos - Ho Chien publicó un artículo sobre la educación en el que criticaba la presencia de animales que hablaban en los libros escolares
La oscura verdad detrás del cuento de 'Blancanieves' que Disney no contó
Un gobernador decidió que los animales no podían hablar. Lo dictó por escrito y lo hizo oficial, como si así pudiera silenciar a ratones, orugas o tortugas. Lo que más le preocupaba no era el lenguaje, sino la posibilidad de que algún niño llegara a pensar que un gato y un humano podían entenderse. Aquella orden se extendió a las aulas, afectando a los cuentos. En el año 1931, en la provincia china de Hunan, se vetó la lectura de Alicia en el País de las Maravillas.
El general Ho Chien, gobernador militar, justificó su decisión con un argumento que no dejaba lugar a interpretaciones. Según recoge The Straits Times, el funcionario explicó que “osos, leones y otras bestias no pueden usar lenguaje humano, y atribuirles a ellos dicho poder es un insulto a la raza humana”.
Aunque la prohibición se centró en los colegios de esa provincia, el dictamen alcanzó a la comunidad literaria internacional, que no tardó en reparar en la singularidad del caso. En un momento en que los cuentos fantásticos estaban muy presentes en la tradición china, especialmente aquellos protagonizados por animales con características humanas, la medida destacaba por su rigidez. No se trataba de una oposición a lo extranjero en general, sino de una reacción específica contra la personificación animal.
Una tradición fantástica que no encajaba con la rigidez del régimen
La decisión de Ho Chien generó reacciones incluso dentro del propio país. Mientras algunos compartían su visión conservadora del orden natural, otros defendían el valor de la imaginación en la formación infantil.
El escritor español Diego Arboleda investigó este episodio para su libro Prohibido leer a Lewis Carroll y encontró la fuente original de la noticia en la hemeroteca del citado periódico asiático. A partir de ahí, reconstruyó los detalles de una censura poco común que, sin embargo, fue importante.
La traducción de Alicia en el País de las Maravillas al chino había llegado poco tiempo antes a manos del público. Su publicación había coincidido con un momento de apertura cultural, pero también con tensiones internas en la China de principios del siglo XX. En 1931, el país atravesaba un periodo de inestabilidad política y social, con un sistema educativo en proceso de reforma.
El propio general Ho Chien redactó un artículo titulado Una petición para la reforma educativa del currículo escolar, en el que exponía sus objeciones sobre la inclusión de ciertas obras en las aulas. Aunque el texto no mencionaba directamente el libro de Lewis Carroll, su mensaje era claro. Consideraba que los animales que hablaban como humanos eran absurdos y que ese tipo de literatura podía resultar perjudicial.
La prohibición no detuvo a Alicia, que encontró nuevos caminos para quedarse
Resulta llamativo que, justo durante ese periodo, se escribiera una secuela china de la historia original. Lejos de desaparecer, la figura de Alicia se transformó en nuevas versiones, lo que evidencia que la prohibición no logró frenar la expansión de su universo. De hecho, el propio Arboleda subraya que “en una cultura con una tradición del cuento fantástico tan rica como China, el general prohibía el libro de Carroll porque había animales que hablaban”.
En medio de ese contexto, criaturas como la liebre que compara frases lógicas, la tortuga que llora mientras cuenta su historia o el lirón que filosofea entre cabezadas quedaron apartadas del currículo escolar. A ojos de las autoridades de Hunan, compartir aula con esos personajes era un riesgo. Por lo tanto, lo que empezó como una crítica puntual se convirtió en una medida oficial que excluyó de las clases a un conejo con chaleco y a una oruga con narguile.
El caso de Alicia en el País de las Maravillas en Hunan no fue el único, pero sí uno de los más curiosos por los argumentos esgrimidos. Una historia que, en otras partes del mundo, se leía como fantasía sin complicaciones, en China fue vista como una amenaza al orden natural. Todo por conceder la palabra a un animal.