La gente con desconfianza social y problemas económicos tiende a simpatizar más con ideas involucionistas y bélicas
Una investigación del Instituto Catalán Internacional por la Paz (ICIP) analiza en qué sectores de la población catalana arraigan más los discursos contrarios a los valores democráticos¿Los jóvenes ya no temen una dictadura? Claves del declive de la confianza en la democracia Las personas que tienen poca confianza social, las que están más preocupadas por la seguridad o la falta de civismo y aquellas que se encuentran atravesando dificultades económicas son las que tienen más posibilidades de concordar con las ideas contrarias a los valores democráticos y a los derechos humanos. Así lo concluye un estudio presentado este martes en Barcelona que trata de averiguar qué grupos de población tienen más riesgo de adquirir posturas contrarias al progreso social, unos ideales que se expanden desde hace años. El estudio, realizado por el Instituto Catalán Internacional por la Paz (ICIP), ha analizado qué sectores de la población en Catalunya son más contrarios a ideas como los valores democráticos, derechos humanos o la paz, y que se acercan, por tanto, al racismo, el machismo, la homofobia, la transfobia, el autoritarismo, el individualismo, el belicismo o el punitivismo. “Un perfil con poca comunidad, poca confianza, que vive en un contexto de miedo y de incertidumbre y que, a veces, padece precariedad, es más probable que se identifique con estas ideas involucionistas”, ha afirmado el autor del estudio, Roger Tugas. El director del ICIP, Kristian Herbolzheimer, ha añadido por su parte que “la extrema derecha es un vehículo que sabe leer esta evolución social y convertirla en un problema político”. A este tipo de población vulnerable a discursos antidemocráticos se le unen aquellas personas que tienen una formación escasa, independientemente de la edad. La ciudadanía que carece de estudios y que, en muchos casos, también son las que viven en precariedad, son más cercanas a las ideas ultraconservadoras que las que poseen rentas más altas y tienen cierta formación académica. Los datos se han extraído de siete encuestas de instituciones públicas que se han realizado en Catalunya: dos por parte del ICIP (en 2022 y 2023), dos del Centro de Estudios de Opinión (CEO) en 2023, dos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) en 2023 y una de la Encuesta Social Europea (ESS) en 2020. La situación de los jóvenes Los jóvenes conviven con una situación compleja, según el informe. “Los primeros análisis señalaban que eran los chicos jóvenes los que presentaban estas ideas involucionistas, pese a que históricamente la gente joven ha sido la más progresista”, ha destacado Tugas. Esto confirmaría que los planteamientos más involucionistas suelen estar más arraigados entre los chicos jóvenes, pero el estudio lo en desmient alegando que no es una tendencia generacional hacia posturas más conservadoras, sino que es multifactorial, ya que intervienen diversos aspectos como la desconfianza social y el temor ante la inseguridad. La juventud, en general, no es menos feminista ni más racista que el conjunto de la sociedad. El estudio expone que las personas jóvenes defienden el derecho al aborto, los derechos LGTBI y las nuevas formas de relación sexoafectivas, al mismo tiempo que están también a favor del punitivismo, la defensa militar y la reducción de los impuestos, aunque esto suponga un recorte en los servicios públicos. Los motivos que llevan a que los chicos jóvenes sean en algunos aspectos más criticos con el progresismo son la existencia de los discursos retrógrados en las redes sociales y el poco bagaje político que poseen debido a la corta edad, que “los hacen más permeables porque no tienen ideas cimentadas, y muchas creencias nuevas pueden entrar en sus ideologías”, ha referido Tugas. Además, el autor ha insistido en que la gente joven sufre la precariedad. “Con un horizonte pesimista, abrazan las ideas que culpabilizan a los más desvalidos, las que incentivan la meritocracia y apuestan por un líder autoritario”, ha señalado el autor. El estudio ha constatado mediante el cruce de varias variables que la percepción de convivencia está relacionada directamente con el racismo, la intolerancia o el militarismo. Es decir, entre las personas que habitan barrios con una mala convivencia, solo el 43% de ellas verían bien que su hijo o hija se casara con un refugiado. En cambio, en los barrios con una convivencia próspera, este porcentaje aumenta hasta el 67%. Al mismo tiempo, los mismos que viven en barrios conflictivos son los que más apoyan el aumento del gasto militar por la falta de seguridad.

Una investigación del Instituto Catalán Internacional por la Paz (ICIP) analiza en qué sectores de la población catalana arraigan más los discursos contrarios a los valores democráticos
¿Los jóvenes ya no temen una dictadura? Claves del declive de la confianza en la democracia
Las personas que tienen poca confianza social, las que están más preocupadas por la seguridad o la falta de civismo y aquellas que se encuentran atravesando dificultades económicas son las que tienen más posibilidades de concordar con las ideas contrarias a los valores democráticos y a los derechos humanos. Así lo concluye un estudio presentado este martes en Barcelona que trata de averiguar qué grupos de población tienen más riesgo de adquirir posturas contrarias al progreso social, unos ideales que se expanden desde hace años.
El estudio, realizado por el Instituto Catalán Internacional por la Paz (ICIP), ha analizado qué sectores de la población en Catalunya son más contrarios a ideas como los valores democráticos, derechos humanos o la paz, y que se acercan, por tanto, al racismo, el machismo, la homofobia, la transfobia, el autoritarismo, el individualismo, el belicismo o el punitivismo.
“Un perfil con poca comunidad, poca confianza, que vive en un contexto de miedo y de incertidumbre y que, a veces, padece precariedad, es más probable que se identifique con estas ideas involucionistas”, ha afirmado el autor del estudio, Roger Tugas. El director del ICIP, Kristian Herbolzheimer, ha añadido por su parte que “la extrema derecha es un vehículo que sabe leer esta evolución social y convertirla en un problema político”.
A este tipo de población vulnerable a discursos antidemocráticos se le unen aquellas personas que tienen una formación escasa, independientemente de la edad. La ciudadanía que carece de estudios y que, en muchos casos, también son las que viven en precariedad, son más cercanas a las ideas ultraconservadoras que las que poseen rentas más altas y tienen cierta formación académica.
Los datos se han extraído de siete encuestas de instituciones públicas que se han realizado en Catalunya: dos por parte del ICIP (en 2022 y 2023), dos del Centro de Estudios de Opinión (CEO) en 2023, dos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) en 2023 y una de la Encuesta Social Europea (ESS) en 2020.
La situación de los jóvenes
Los jóvenes conviven con una situación compleja, según el informe. “Los primeros análisis señalaban que eran los chicos jóvenes los que presentaban estas ideas involucionistas, pese a que históricamente la gente joven ha sido la más progresista”, ha destacado Tugas.
Esto confirmaría que los planteamientos más involucionistas suelen estar más arraigados entre los chicos jóvenes, pero el estudio lo en desmient alegando que no es una tendencia generacional hacia posturas más conservadoras, sino que es multifactorial, ya que intervienen diversos aspectos como la desconfianza social y el temor ante la inseguridad.
La juventud, en general, no es menos feminista ni más racista que el conjunto de la sociedad. El estudio expone que las personas jóvenes defienden el derecho al aborto, los derechos LGTBI y las nuevas formas de relación sexoafectivas, al mismo tiempo que están también a favor del punitivismo, la defensa militar y la reducción de los impuestos, aunque esto suponga un recorte en los servicios públicos.
Los motivos que llevan a que los chicos jóvenes sean en algunos aspectos más criticos con el progresismo son la existencia de los discursos retrógrados en las redes sociales y el poco bagaje político que poseen debido a la corta edad, que “los hacen más permeables porque no tienen ideas cimentadas, y muchas creencias nuevas pueden entrar en sus ideologías”, ha referido Tugas.
Además, el autor ha insistido en que la gente joven sufre la precariedad. “Con un horizonte pesimista, abrazan las ideas que culpabilizan a los más desvalidos, las que incentivan la meritocracia y apuestan por un líder autoritario”, ha señalado el autor.
El estudio ha constatado mediante el cruce de varias variables que la percepción de convivencia está relacionada directamente con el racismo, la intolerancia o el militarismo. Es decir, entre las personas que habitan barrios con una mala convivencia, solo el 43% de ellas verían bien que su hijo o hija se casara con un refugiado. En cambio, en los barrios con una convivencia próspera, este porcentaje aumenta hasta el 67%.
Al mismo tiempo, los mismos que viven en barrios conflictivos son los que más apoyan el aumento del gasto militar por la falta de seguridad.