Juan José Millás: "Contra un buen relato, el dato tiene poco que hacer"
¿Dónde situar la fina línea entre realidad y ficción? Juan José Millás vuelve a sorprender con la maestría que le caracteriza para desdibujar esta imaginaria frontera que conecta ambos mundos en su novela, Ese imbécil va a escribir una novela (Alfaguara). El consagrado periodista y escritor se sumerge en una nueva historia de ficción en la que conjuga anécdotas y vivencias personales (o imaginarias) en las que aborda la fragilidad de la memoria, las confusiones y la dualidad del 'yo', con saltos temporales y temáticas que van desde el estado actual del periodismo hasta indagaciones religiosas que oscilan entre otras preguntas existenciales como la muerte o el perdón. La literatura de Millás no puede definirse en pocas palabras; simplemente, hay que sumergirse en ella, porque el universo Millás es único en su especie. Con este telón de fondo, el escritor desgrana algunas de las claves que vertebran su nuevo trabajo literario. PREGUNTA (P): Hace dos años, en una entrevista como esta, le pregunté por la fina línea que hay entre ficción y realidad; contestó que lo real es un delirio consensuado. ¿Mantiene esta postura? RESPUESTA (R): La realidad es un delirio consensuado porque no hay más que leer el periódico o escuchar el telediario para darse cuenta de que esto un montaje en el que vivimos es denigrante. Pero hemos llegado a un acuerdo, que ésta es la realidad y que cada uno se apaña como puede. Otra cuestión es la frontera entre esto que llamamos realidad y la ficción. Es una raya que se mueve mucho, es porosa y es imposible decir porque en el momento en que la señalas está cambiando de sitio. Por otra parte, esto que llamamos realidad está hecha de fantasía, todo lo que pasa por la cabeza pasa por lo que llamamos realidad. Esta mesa no habría podido existir de no haber sido un fantasma antes en la cabeza de alguien. Sigue siendo sorprendente que establezcamos esta frontera tan clara entre la realidad y la ficción como si funcionaran en compartimentos estancos, cuando lo que llamamos realidad es hija directamente de la ficción. Hay que llevar cuidado con lo que se ficciona, tarde o temprano pasa por la realidad. P: Habla en su novela de disociarse o desvincularse de uno mismo. Aunque sea un recurso ficticio más, puede ser más habitual de lo que parece. ¿Es una vía de escape de la rutina o quizás un método de introspección por descubrir? R: La disociación en algunos casos es grave. Hay formas de disociación más leves en las que uno se ve a sí mismo, se ve dividido. Hay grados en los que sirven para observarse a uno mismo y para preguntarse hasta qué punto su identidad es producto de un diseño propio ajeno; de si la identidad es resultado de una propuesta propia o ajena. Donald Trump carece de alter ego P: Hace a su vez uso del 'yo' dividido, el real y el imaginario, pero es un hecho que todos hablamos con nosotros...
¿Dónde situar la fina línea entre realidad y ficción? Juan José Millás vuelve a sorprender con la maestría que le caracteriza para desdibujar esta imaginaria frontera que conecta ambos mundos en su novela, Ese imbécil va a escribir una novela (Alfaguara). El consagrado periodista y escritor se sumerge en una nueva historia de ficción en la que conjuga anécdotas y vivencias personales (o imaginarias) en las que aborda la fragilidad de la memoria, las confusiones y la dualidad del 'yo', con saltos temporales y temáticas que van desde el estado actual del periodismo hasta indagaciones religiosas que oscilan entre otras preguntas existenciales como la muerte o el perdón. La literatura de Millás no puede definirse en pocas palabras; simplemente, hay que sumergirse en ella, porque el universo Millás es único en su especie. Con este telón de fondo, el escritor desgrana algunas de las claves que vertebran su nuevo trabajo literario. PREGUNTA (P): Hace dos años, en una entrevista como esta, le pregunté por la fina línea que hay entre ficción y realidad; contestó que lo real es un delirio consensuado. ¿Mantiene esta postura? RESPUESTA (R): La realidad es un delirio consensuado porque no hay más que leer el periódico o escuchar el telediario para darse cuenta de que esto un montaje en el que vivimos es denigrante. Pero hemos llegado a un acuerdo, que ésta es la realidad y que cada uno se apaña como puede. Otra cuestión es la frontera entre esto que llamamos realidad y la ficción. Es una raya que se mueve mucho, es porosa y es imposible decir porque en el momento en que la señalas está cambiando de sitio. Por otra parte, esto que llamamos realidad está hecha de fantasía, todo lo que pasa por la cabeza pasa por lo que llamamos realidad. Esta mesa no habría podido existir de no haber sido un fantasma antes en la cabeza de alguien. Sigue siendo sorprendente que establezcamos esta frontera tan clara entre la realidad y la ficción como si funcionaran en compartimentos estancos, cuando lo que llamamos realidad es hija directamente de la ficción. Hay que llevar cuidado con lo que se ficciona, tarde o temprano pasa por la realidad. P: Habla en su novela de disociarse o desvincularse de uno mismo. Aunque sea un recurso ficticio más, puede ser más habitual de lo que parece. ¿Es una vía de escape de la rutina o quizás un método de introspección por descubrir? R: La disociación en algunos casos es grave. Hay formas de disociación más leves en las que uno se ve a sí mismo, se ve dividido. Hay grados en los que sirven para observarse a uno mismo y para preguntarse hasta qué punto su identidad es producto de un diseño propio ajeno; de si la identidad es resultado de una propuesta propia o ajena. Donald Trump carece de alter ego P: Hace a su vez uso del 'yo' dividido, el real y el imaginario, pero es un hecho que todos hablamos con nosotros...
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