Entrevista a Andrés Jiménez: «Los 80 significan la época dorada»

Artículo originalmente publicado en el especial Así fueron los 80s de Gigantes, número 1508 Pocos jugadores resumen mejor que Andrés Jiménez los míticos años 80 ya que el de Carmona compaginó el éxito en clubes como el Cotonificio, el Joventut y el Barça con la eclosión de la selección española. Su posición sobre el parqué […] La entrada Entrevista a Andrés Jiménez: «Los 80 significan la época dorada» aparece en Gigantes del Basket.

May 18, 2025 - 11:28
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Entrevista a Andrés Jiménez: «Los 80 significan la época dorada»

Artículo originalmente publicado en el especial Así fueron los 80s de Gigantes, número 1508

Pocos jugadores resumen mejor que Andrés Jiménez los míticos años 80 ya que el de Carmona compaginó el éxito en clubes como el Cotonificio, el Joventut y el Barça con la eclosión de la selección española. Su posición sobre el parqué abrió una evolución táctica que modernizó el juego hasta límites insospechados.

Gigantes: ¿Cómo fueron tus primeros años en el Cotonificio?

Andrés Jiménez: Yo venía de Carmona, en Sevilla, donde no había baloncesto. Ni siquiera pasaba por mi cabeza llegar a jugar en Primera División o en la selección española. Fue como vivir un mundo nuevo cada día. Fue difícil de asimilar porque yo era muy joven. El equipo era modesto, pero tenía una buena base y grandes principios baloncestíticos. A mí me descartaron en una operación altura porque aseguraron que no tenía madera de jugador. Afortunadamente Aíto revisó el informe y me repescó. En aquella época los entrenadores valoraban a los jugadores ya hechos. Si yo era un adolescente que apenas había jugado a baloncesto, mucha idea no podía tener. Tuve suerte de caer en un equipo que necesitaba formar jugadores y con un entrenador que tenía el trabajo con jóvenes como uno de sus puntos fuertes..

G:Aquel equipo hacía cosas que no estaban nada vistas en la época.

A.J.: En el Cotonificio yo entrenaba tres veces al día. Aíto ponía un entrenamiento por las mañanas. Él lo llamaba voluntario, pero había que ir… Conste que yo iba encantado eh, pero de voluntario tenía poco. Por las tardes yo entrenaba con el equipo juvenil y luego con el sénior. A mí me vino muy bien porque me ayudó a evolucionar. Absorbí muchas jugadas y movimientos y mi progresión creció mucho.

G:Tu evolución te llevó a la Penya

El Cotonificio era un club modesto que necesitaba vender jugadores para subsistir. Ellos preferían que yo me fuera al Barça porque era el club que pagaba más dinero por el traspaso. Yo entendía que todavía no era un jugador lo suficientemente hecho y maduro para ir a un club grande porque, si no juegas, tu carrera queda cortada. Preferí apostar por un club de formación como el Joventut, que ya significó un cambio importante. La estructura y la ambición eran diferentes, pero fue un buen paso intermedio para seguir creciendo. Me sentí muy cómodo durante los tres años que jugué en la Penya. Me identifiqué mucho con su filosofía. Estuve dos años con Aíto y el tercero con Miquel Nolis y Alfred Julbe. Tuve la oportunidad de marcharme tras el segundo año, pero preferí alargarlo un año más.

G:¿Daba vértigo llegar al Barça?

Estar en la selección española me ayudó mucho a codearme con los mejores jugadores. Entrenar y competir con ellos me sirvió mucho. Poco a poco fue cogiendo confianza y me vi con las mismas posibilidades de jugar minutos que el resto de compañeros. Ahí sí me sentí con confianza. Noté un cambio muy grande porque jugar en el Barça o en el Madrid es diferente. Las exigencias y la competitividad dentro del mismo equipo son enormes. El salto es importante.

G:¡Cuatro ligas en cuatro años!

El Barça apostó por mí para ganar. Que un equipo que había ganado alguna liga esporádica, pasara a dominar con cuatro títulos de liga consecutivos fue espectacular. Ganamos la Korac porque por aquel entonces aún no disputábamos la Copa de Europa de manera habitual. Luego pasamos a disputar-la cada año.

G:Tu posición de alero obligó al Madrid a pasarse años y años buscando un anti-Jiménez. Spriggs, Alexis, Rogers, Frederik…

Pasar a jugar de alero fue muy complicado para mí. Aunque le daba resultado al equipo, era polémico y a mí me costaba. Yo venía de jugar de cuatro, tanto en mis anteriores clubes como en la selección. Aunque era versátil, no era un jugador exterior. Mi juego lucía menos, pero el equipo conseguía algunas ventajas tácticas. El Madrid tenía que destinar un extranjero a mi posición y eso nos permitía a nosotros apostar por jugadores interiores. Eso nos dio ventaja. A mí me costó adaptarme porque yo me encontraba muy cómodo jugando de cuatro. Había muchos partidos de liga en que tenia que defender a jugadores más bajitos y eso me generaba dificultades. Eso influyó en mis estadísticas y en mis galardones individuales, pero no me importaba porque veía que era útil para el equipo. Supongo que nos sirvió para ganar, en parte, gracias a esa innovación táctica. En la selección ofrecía una versión más amena y atractiva. En el Barça, luchaba por los rebotes y buscaba jugar de espaldas contra jugadores con menos centímetros.

G:Aquel equipo mítico mereció algún título europeo más.

La espinita son las finales de la Copa de Europa que perdimos. No lo veo como algo negativo, pero lógicamente me hubiera gustado poder tener ese título. Estaba en un equipo grande para conseguir títulos así y estuvimos muy cerca. Logré siete ligas y eso es un orgullo… Incluso hubo aquella final contra el Panathinaikos, la del tapón ilegal. Hubiera podido retirarme con ese trofeo, pero a pesar de no tener ese premio estoy contento. En Europa se nos respetaba mucho y prácticamente éramos fijos en la final. Creo que el Barça, que venía de no ser un asiduo en la final four, debe sentirse orgulloso de aquella etapa. Los 80 significan la época dorada.

G:Con el cambio de década llegó tu lesión.

En diciembre de 1990 me lesioné de gravedad y no jugué hasta marzo de 1992. Tuve la mala suerte de sufrir una ruptura del cruzado anterior. Estaba viviendo un momento de juego muy dulce, ya con Bozidar Maljkovic. Fue en un partido contra el Aris. Llevaba unos 14 o 15 puntos al descanso. Me rompí y tuve la desgracia de pasar demasiado tiempo para recuperarme. En un momento, la preocupación no era si iba a poder jugador sino si podría volver a caminar sin ir cojo. Con suerte, mucho trabajo y dos operaciones logré regresar y ponerme en forma para que Antonio Díaz Miguel me llevara a los Juegos Olímpicos de Barcelona. Aunque para la selección no fue bien, para mi fue agua bendita porque pudo volver a experimentar lo que era el baloncesto.

G:Hablemos de la selección española. ¿Cómo fue tu debut?

Mi debut con la selección española fue en un amistoso contra Cuba en Mallorca. Ese verano de 1982 disputamos el Mundial de Colombia, donde dio inicio un período esplendoroso de la selección. Las estructuras del baloncesto todavía eran muy amateurs y, gracias a los éxitos de la selección, todo se profesionalizó más. Recuerdo que hicimos un gran campeonato e incluso le ganamos a Estados Unidos. Acabamos en cuarta posición y empezamos a llamar a la puerta de las grandes selecciones.

G:¿Cuál fue la clave del éxito?

Había un equipo muy consolidado al que llegamos Fernando Martín y yo. Como pasó luego con la generación del 80, fue bueno que llegáramos jugadores jóvenes que no teníamos en la mochila derrotas. A mí eso me ayudo mucho a jugar sin complejos. Cuando nos enfrentamos contra grandes equipos lo hacíamos con descaro. Para nosotros no había rivales imposibles de ganar. Esa mentalidad, unida a la calidad que había, nos ayudó a romper el techo que teníamos hasta ese momento.

G:Subir al podio se convirtió en una costumbre

Las platas de Nantes y Los Angeles fueron brutales. En el Eurobasket le ganamos a la antigua Unión Soviética, con lo que eso representaba en aquella época. En los Juegos Olímpicos batimos a Yugoslavia. La comunicación global no era como ahora. Nosotros no conocíamos el baloncesto universitario o la NBA como se conoce ahora. A nosotros Michael Jordan nos sonaba, pero no fuimos conscientes de su dimensión hasta la primera vez que lo vimos en directo. Cuando observamos todo lo que movía a su alrededor, nos dimos cuenta de lo que significaba. Era como un Dios. Era cosa seria, pero no jugamos con complejos. Más o menos eran de nuestra quinta y salimos a jugar sin prejuicios. Luego demostraron ser superiores, pero nosotros pensábamos que podíamos ganar.

G:¿Cómo vivisteis el revuelo generado?

Nosotros no fuimos conscientes de la expectación que se había generado hasta que aterrizamos en España y vimos el revuelo mediático que había. Lo único que nos llegaba a Estados Unidos eran telegramas. Alguien que viajó cuando el torneo ya estaba en marcha nos trajo recortes de periódicos, pero no era como ahora, que te metes en internet y ves el impacto al momento. Sabíamos que estábamos haciendo algo importante, pero no podíamos percibir la repercusión que estaba teniendo. A nivel deportivo unos Juegos Olímpicos son similares a un Mundial, pero son más bonitos y divertidos porque convives con el resto de deportes. La dificultad es la misma, pero tiene ese componente extra de convivir con otros deportistas y atletas.

G:¿Cómo resumirías aquellos años 80?

La palabra orgullo me viene a la cabeza cuando repasamos mi trayectoria. En los tres equipos en los que estuve hice un trabajo muy honesto y creo que sirvió de algo. En la selección, lo mismo. Puse mi granito de arena a que el baloncesto creciera y se convirtiera en el deporte que es ahora. Recuerdo partidos contra el Madrid en los que los aficionados daban dos vueltas al pabellón para intentar entrar.

G:El basket ha cambiado mucho

Hay una cosa que no ha cambiado. Para jugar a baloncesto tienes que tener condiciones, pero ahora se juega de manera diferente. Hay características que los jugadores tienen o no y detectarlas es igual que hace años. En esencia no es tan diferente.

G:Epi, Solozábal, tú… todos parecíais tener los pies en el suelo. ¿Eso os ayudó?

Eso sí ha cambiado y no sé cómo nos hubiéramos adaptado al momento actual. Las estrellas a las que nosotros tanto admirábamos también eran así. Jordan, Bird o Ewing no iban haciéndose selfies como ahora. Era otra historia. Era gente humilde que pensaba en el equipo. Nosotros vimos un cambio importante en Seúl, donde la selección de Estados Unidos ya tuvo un comportamiento muy diferente. O’Neal y compañía era otra cosa, otra manera de ver el negocio. Nosotros éramos más planitos.

Fotos: Gigantes, Juan Carlos Hidalgo y Miguel Ángel Forniés Etiquetas de Mautic

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