¿Habemus Papam? Comienza el cónclave con el mejor banquillo electoral en dos siglos
¿Optarán los cardenales por el Secretario de Estado, Parolin, que conoce a todos los cardenales, que todos lo conocen a él?

Tuve la dicha de fundar la primera Facultad de Ciencias de la Información que hubo en la Comunidad Valenciana y, a pesar de que mi formación es jurídica siempre me ha seducido el mundo del periodismo, un ámbito que vive el instante, la prisa, el reto de responder en cada momento lo que va ocurriendo, con tiempos casi telegráficos, de modo que si un periodista amigo te pide opinión de lo que va a pasar en el próximo cónclave te está retando a que pases desde la inmediatez de lo cotidiano a una dimensión distinta, casi intemporal, que es la propia de los acontecimientos eclesiales, cuyo reto es informar ya, ahora, en un mundo que vive en la trepidante tensión de lo fugaz, pero con los tiempos de una institución de dos milenios de existencia, que se mueve con la parsimonia de quien cifra su actividad en lo eterno.
Recuerdo yo que el día 19 de abril de 2005 me hallaba llegando a Roma, en plena sede vacante, con el cónclave reunido y yo anunciando a mi acompañante que el próximo Papa sería el Cardenal Ratzinger, cosa que se confirmó cuando oímos las noticias de esa tarde. Mi acierto, ante el estupor de mi compañero de viaje, no se debía ninguna dote profética mía, sino a la conclusión analítica del momento eclesial, pues, tras un Papa volcado al exterior y a las grandes manifestaciones externas, pero que tenía problemas eclesiales internos sin resolver, era la hora de quien recuperara la mirada “ad intra”, nos enseñara como gran teólogo, pero que fuera capaz a la vez de hacer frente a problemas puramente internos o de gestión.
El gran teólogo que fue y es Benedicto XVI no poseía la habilidad de bajar a lo más ínfimo de lo cotidiano, cuando la cotidianeidad le ofrecía realidades que su personalidad, profunda fe y limpieza de espíritu le hacía imposible curar heridas de una Iglesia dañada. Su dimisión, inédita desde Celestino V, nunca la entendí como un acto de debilidad, sino de consciencia de la limitación humana. Luego, el Espíritu, en el que creo como fiel cristiano, nos trajo a un hombre procedente de la Iglesia periférica, casi antitético en personalidad con su predecesor, más dispuesto a la proyección activa, con sus riesgos, menos profesoral con sus manifestaciones, pero también más expuesto a los riesgos que conlleva en todo la afectiva espontaneidad. Ya decían los filósofos griegos que de los silencios se es dueño y de las palabras esclavo.
Pero Francisco ha sido un gran Papa, se suma a mis preferidos, como fueron Jun XXIII y Pablo VI, aun cuando creo que yo no puedo establecer preferencias, porque el Pontificado del siglo XX ha sido brillante en la Historia de la Iglesia. Si hoy, día 6 de mayo de 2025, un periodista me pregunta sobre mi parecer ante el próximo cónclave, yo le respondería, en términos futbolísticos que me son ajenos, que hay un gran banquillo, con una lista de papables de calidad insuperable, gracias en parte a la sensibilidad que ha tenido Francisco de extender el Cardenalato a todos los continentes.
No quiero entrar en quinielas que son propias de periodistas desocupados o contaminados, pero imagino posible un Papa con rasgos asiáticos, un Papa de tez oscura africana, y un conjunto de europeos con unas biografías y dotes excepcionales. Pío X tardó cuatro días en ser elegido (con los conflictos de la Iglesia ante el Modernismo), Pío XI cinco días ante una Iglesia sumida en una grave crisis mundial, Pío XII dos días, por la inminencia de un conflicto mundial que él conocía, tras ser Secretario de Estado, tiempo muy parecido al nuestro.
¿Optarán los cardenales por el Secretario de Estado, Parolin, que conoce a todos los cardenales, que todos lo conocen a él y que ha sido capaz de sentar en dos sillas juntos a Trump y Zelenski? Igual sí, lo mismo no, pero el banquillo electoral es brillante. Lo demás lo dejaremos en manos del Espíritu.
Vicente L. Navarro de Luján es Rector Honorario de la Universidad CEU-Cardenal Herrera