«Saluden, como los pingüinos de Madagascar», bromea uno de los grafiteros que ha decidido conmutar la multa por pintar los muros de la ciudad con el único trabajo sustitutorio que les permite, desde que cambió la normativa municipal el pasado diciembre, redimirse de la sanción económica: limpiar las paredes grafiteadas. Este equipo de seis infractores, ataviados con un mono de trabajo, un chaleco municipal, una gorra y una mascarilla que les hace casi irreconocibles, no tuvieron ayer la mejor de las suertes, pues les tocó repintar uno de los laterales de la Plaza de Juan Muñoz delante del delegado de Urbanismo Medio Ambiente y Movilidad, Borja Carabante, quien acudió a supervisar los trabajos, y de más de una decena de...
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