Festivales contra el olvido: cómo la cultura revitaliza el Aragón despoblado

Las muestras y manifestaciones artísticas han emergido como una estrategia efectiva para estimular zonas rurales: atraen visitantes, generan actividad económica y mejoran las infraestructuras Arte en la periferia de las ciudades para revitalizar el Aragón rural La despoblación en Aragón ha sido un problema estructural durante décadas, con especial ahínco en comarcas como Sobrarbe, Matarraña o el Maestrazgo, donde muchos municipios han perdido más del 50% de su población desde 1950. En este contexto, los festivales y manifestaciones artísticas han emergido como una estrategia efectiva para revitalizar zonas rurales: atraen visitantes, generan actividad económica y mejoran las infraestructuras con casos como la autodenominada muestra de cine más pequeño del mundo en Ascaso (Huesca).  Aragón tiene una densidad de población de 28 habitantes por kilómetro cuadrado, frente a la media nacional de 94, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Comarcas como Sobrarbe, con 10 habitantes por km², o Gúdar-Javalambre, con ocho, son ejemplos claros de despoblación extrema. Pueblos como Ascaso, en el municipio de Boltaña, reflejan esta realidad: con solo seis casas habitables y una población permanente inferior a diez personas, el pueblo se enfrentaba a un futuro incierto hasta hace poco. La falta de servicios básicos como carreteras asfaltadas o luz eléctrica conectada a la red ha sido una constante en estas zonas, lo que ha agravado el éxodo rural. Sin embargo, desde principios de la segunda década del siglo, los festivales artísticos han comenzado a cambiar esta dinámica. Estos eventos no solo atraen visitantes, sino que también generan ingresos, fomentan la inversión pública y fortalecen la identidad local para ofrecer un modelo sostenible para combatir la despoblación. El festival de cine de Ascaso, que se celebrará del 26 al 30 de agosto, se ha convertido en un referente. Se realiza en una aldea de Sobrarbe que hasta hace unos pocos años carecía de accesos adecuados y electricidad. El pasado año en su decimocuarta edición, el festival proyectó cinco largometrajes y ocho cortos y acogió a 250 asistentes en cada de sus jornadas. El impacto económico estimado se acerca a los 100.000 euros en la comarca, según informes de la Asociación de Empresarios de Sobrarbe. Esto incluye gastos en alojamientos (el 60% de los asistentes se hospeda en Boltaña o Aínsa), restauración y compras locales. Además, el festival ha impulsado mejoras en infraestructura: Ascaso cuenta ahora con una pista asfaltada de 4,1 kilómetros construida en 2020 tras años de presión del festival, y alumbrado público con una instalación fotovoltaica financiada en parte por la Diputación Provincial de Huesca. El festival de 2024 incluyó actividades como una exposición fotográfica en la calle un taller de cine para niños con 20 participantes y conciertos de folk que atrajeron a 150 personas. Además, ha revitalizado tradiciones locales: las fiestas de San Julián, que se celebran el primer sábado de septiembre, han pasado de ser un evento olvidado a reunir a decenas de personas, incluyendo a propietarios de casas que regresan al pueblo. El fenómeno de Ascaso no es aislado. Otros festivales han contribuido a la revitalización de zonas despobladas de Aragón. El Matarranya Íntim, celebrado el pasado año en Calaceite, un pueblo turolense con 960 habitantes, y antes en Fórnoles, en la misma provincia con 75 llevó las artes escénicas a espacios singulares como patios y casas particulares. El 70% de los visitantes procede de fuera de la comarca, lo que genera un impacto económico estimado de 20.000 euros entre alojamiento y restauración. Además, el evento ha impulsado la rehabilitación de algunas casas abandonadas en Fórnoles, ahora utilizadas como espacios culturales. El Festival Gaire de Pancrudo, que tendrá lugar los días 19, 20 y 21 de septiembre en un municipio turolense con 113 habitantes, es otro ejemplo. Este evento de artes escénicas, que incluye teatro y danza contemporánea, atrae a 300 personas. En Ascaso, el festival ha incrementado la participación vecinal en un 80% desde 2011, con vecinos colaborando como voluntarios y recuperando tradiciones. Otras citas consolidadas en el calendario regional son El Bosque Sonoro en Mozota (Zaragoza), el Brizna Festival en Ayerbe (Huesca), o el Festival contra la Despoblación de Allepuz (Teruel). Alfredo Martínez, portavoz de Brizna, destaca la colaboración vecinal y de los voluntarios para hacer posible su celebración y la variedad del cartel, con el concepto de la verbena del siglo XXI. Durante su breve trayectoria, pues nació con la pandemia, han pasado por el Brizna artistas como Dorian, Carlos Sadness, Camela, Alizzz, Kiko Veneno, Carolina Durante, Fuel Fandango, La La Love You, Bigott o Mr. Kilombo. A pesar de los avances, los festivales rurales se enfrentan a dificultades. E

May 13, 2025 - 06:04
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Festivales contra el olvido: cómo la cultura revitaliza el Aragón despoblado

Festivales contra el olvido: cómo la cultura revitaliza el Aragón despoblado

Las muestras y manifestaciones artísticas han emergido como una estrategia efectiva para estimular zonas rurales: atraen visitantes, generan actividad económica y mejoran las infraestructuras

Arte en la periferia de las ciudades para revitalizar el Aragón rural

La despoblación en Aragón ha sido un problema estructural durante décadas, con especial ahínco en comarcas como Sobrarbe, Matarraña o el Maestrazgo, donde muchos municipios han perdido más del 50% de su población desde 1950. En este contexto, los festivales y manifestaciones artísticas han emergido como una estrategia efectiva para revitalizar zonas rurales: atraen visitantes, generan actividad económica y mejoran las infraestructuras con casos como la autodenominada muestra de cine más pequeño del mundo en Ascaso (Huesca). 

Aragón tiene una densidad de población de 28 habitantes por kilómetro cuadrado, frente a la media nacional de 94, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Comarcas como Sobrarbe, con 10 habitantes por km², o Gúdar-Javalambre, con ocho, son ejemplos claros de despoblación extrema. Pueblos como Ascaso, en el municipio de Boltaña, reflejan esta realidad: con solo seis casas habitables y una población permanente inferior a diez personas, el pueblo se enfrentaba a un futuro incierto hasta hace poco. La falta de servicios básicos como carreteras asfaltadas o luz eléctrica conectada a la red ha sido una constante en estas zonas, lo que ha agravado el éxodo rural.

Sin embargo, desde principios de la segunda década del siglo, los festivales artísticos han comenzado a cambiar esta dinámica. Estos eventos no solo atraen visitantes, sino que también generan ingresos, fomentan la inversión pública y fortalecen la identidad local para ofrecer un modelo sostenible para combatir la despoblación.

El festival de cine de Ascaso, que se celebrará del 26 al 30 de agosto, se ha convertido en un referente. Se realiza en una aldea de Sobrarbe que hasta hace unos pocos años carecía de accesos adecuados y electricidad. El pasado año en su decimocuarta edición, el festival proyectó cinco largometrajes y ocho cortos y acogió a 250 asistentes en cada de sus jornadas.

El impacto económico estimado se acerca a los 100.000 euros en la comarca, según informes de la Asociación de Empresarios de Sobrarbe. Esto incluye gastos en alojamientos (el 60% de los asistentes se hospeda en Boltaña o Aínsa), restauración y compras locales. Además, el festival ha impulsado mejoras en infraestructura: Ascaso cuenta ahora con una pista asfaltada de 4,1 kilómetros construida en 2020 tras años de presión del festival, y alumbrado público con una instalación fotovoltaica financiada en parte por la Diputación Provincial de Huesca.

El festival de 2024 incluyó actividades como una exposición fotográfica en la calle un taller de cine para niños con 20 participantes y conciertos de folk que atrajeron a 150 personas. Además, ha revitalizado tradiciones locales: las fiestas de San Julián, que se celebran el primer sábado de septiembre, han pasado de ser un evento olvidado a reunir a decenas de personas, incluyendo a propietarios de casas que regresan al pueblo.

El fenómeno de Ascaso no es aislado. Otros festivales han contribuido a la revitalización de zonas despobladas de Aragón. El Matarranya Íntim, celebrado el pasado año en Calaceite, un pueblo turolense con 960 habitantes, y antes en Fórnoles, en la misma provincia con 75 llevó las artes escénicas a espacios singulares como patios y casas particulares. El 70% de los visitantes procede de fuera de la comarca, lo que genera un impacto económico estimado de 20.000 euros entre alojamiento y restauración. Además, el evento ha impulsado la rehabilitación de algunas casas abandonadas en Fórnoles, ahora utilizadas como espacios culturales.

El Festival Gaire de Pancrudo, que tendrá lugar los días 19, 20 y 21 de septiembre en un municipio turolense con 113 habitantes, es otro ejemplo. Este evento de artes escénicas, que incluye teatro y danza contemporánea, atrae a 300 personas. En Ascaso, el festival ha incrementado la participación vecinal en un 80% desde 2011, con vecinos colaborando como voluntarios y recuperando tradiciones.

Otras citas consolidadas en el calendario regional son El Bosque Sonoro en Mozota (Zaragoza), el Brizna Festival en Ayerbe (Huesca), o el Festival contra la Despoblación de Allepuz (Teruel). Alfredo Martínez, portavoz de Brizna, destaca la colaboración vecinal y de los voluntarios para hacer posible su celebración y la variedad del cartel, con el concepto de la verbena del siglo XXI. Durante su breve trayectoria, pues nació con la pandemia, han pasado por el Brizna artistas como Dorian, Carlos Sadness, Camela, Alizzz, Kiko Veneno, Carolina Durante, Fuel Fandango, La La Love You, Bigott o Mr. Kilombo.

A pesar de los avances, los festivales rurales se enfrentan a dificultades. En Ascaso se ha impulsado un crowdfunding para tratar de compensar el recorte de las subvenciones por parte del Gobierno de Aragón y la Diputación de Huesca. “Aunque el Ayuntamiento de Boltaña y la Comarca de Sobrarbe mantienen su apoyo, la dimensión que ha alcanzado este evento nos obliga a un esfuerzo por garantizar la calidad de lo que ofrecemos, y con un modelo basado exclusivamente en el voluntariado es muy complicado pensar que vamos a poder mantener la dedicación que requiere”, apuntan desde la organización.

En 2020, el festival Acambalachous de Altorricón fue cancelado por falta de fondos. Además, la dependencia de voluntarios es alta: buena parte de los equipos trabaja sin remuneración. Para abordar estos retos, algunos festivales han recurrido a crowdfundings y patrocinios privados, que representan el 20% de sus ingresos.

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