Enseñanzas del otro lado del río
Falleció José (Pepe) Mujica, el expresidente uruguayo que fue parte y líder del Frente Amplio, coalición de izquierda que se conformó en 1971 y se transformó en una de las tres fuerzas políticas electoralmente relevantes, junto al Partido Colorado y el Partido Nacional.Con frecuencia observamos que los partidos de izquierda en la región le prestan mayor atención a la distribución de la riqueza (no tanto a su creación) o al asistencialismo, postergando la institucionalidad - la división de poderes, el acatamiento a la Carta Magna, el diálogo entre oficialismo y oposición, etc.-. Esto no parece aplicarse tajantemente en el país vecino, ya que, en materia republicana, Uruguay se destaca en el mapa latinoamericano.Tal vez la explicación radique en una cultura política uruguaya que tiene como paradigma que el que se enfrenta electoralmente es un adversario y no un enemigo político. Y con un adversario se puede disentir, discutir, pelear más efervescentemente en campaña, pero también se puede dialogar y principalmente compartir espacio en la arena política. Con un adversario político se puede escribir un libro, como lo hicieron Mujica y el expresidente Julio María Sanguinetti, ubicado a la derecha y del Partido Colorado. Ambos expresidentes, férreos opositores, ocuparon en los últimos años bancas parlamentarias y al despedirse de su labor en el Congreso sellaron su fin del mandato con un abrazo en el recinto.Cuando irrumpió la pandemia de coronavirus, el presidente uruguayo en ejercicio, Luis Lacalle Pou, del Partido Blanco -que llegó al poder tras el armado de una alianza de derecha, la Coalición Multicolor- mostró un manejo muy eficiente en el enfrentamiento de la crisis. Sin embargo, pudimos leer en las noticias de aquellos días que el expresidente de izquierda, Tabaré Vázquez, médico, recibió en su casa a Lacalle Pou para conversar sobre el plan estratégico –de unas 200 páginas- que había elaborado con otros técnicos del Frente Amplio con recomendaciones para hacer frente al desafío que planteaba el Covid-19. Ante la urgencia, se trabajó en conjunto.Mujica vivía en una casa humilde a la cual podía acceder quien quisiera, y se desplazaba sin custodia por las calles. Lo mismo ocurre con Sanguinetti, quien camina por Montevideo con absoluta libertad -China Zorrilla nos contó sobre las veces que se cruzaba con él caminando por la rambla -. Y Lacalle Pou fue filmado hace poco tiempo solo, mientras comía unos panchos en el emblemático bar La Pasiva.En la Argentina, Cristina Fernández de Kirchner (CFK) no quiso entregarle la banda presidencial al presidente electo en 2015, Mauricio Macri. Durante el kirchnerismo, la oposición, los medios independientes y el Poder Judicial fueron extremadamente ninguneados. Javier Milei parece no poder dirigirse a sus opositores políticos, periodistas independientes y artistas de izquierda si no es a través de insultos y agravios, que alcanzan incluso a sus mayores socios políticos o a integrantes que fueron parte de su espacio. El influencer mileísta apodado Gordo Dan, a horas del fallecimiento de Mujica, posteó “uno menos” con un emoji de un bracito que parecía celebrar la muerte de un miembro de la izquierda partidaria en el país hermano. En el sistema político uruguayo la violencia no existe. En momentos de campaña electoral puede escalar la riña política, pero dentro de un marco institucional respetuoso y tolerante. Mientras desde la Argentina alguien festejaba la muerte de Mujica, cruzando el río, Lacalle Pou, su padre Lacalle Herrera y Sanguinetti, tres referentes de la derecha uruguaya, asistían a su funeral.A muchos todo esto nos asusta, aunque descienda la inflación.Politóloga y Profesora de la UBA
Falleció José (Pepe) Mujica, el expresidente uruguayo que fue parte y líder del Frente Amplio, coalición de izquierda que se conformó en 1971 y se transformó en una de las tres fuerzas políticas electoralmente relevantes, junto al Partido Colorado y el Partido Nacional.
Con frecuencia observamos que los partidos de izquierda en la región le prestan mayor atención a la distribución de la riqueza (no tanto a su creación) o al asistencialismo, postergando la institucionalidad - la división de poderes, el acatamiento a la Carta Magna, el diálogo entre oficialismo y oposición, etc.-. Esto no parece aplicarse tajantemente en el país vecino, ya que, en materia republicana, Uruguay se destaca en el mapa latinoamericano.
Tal vez la explicación radique en una cultura política uruguaya que tiene como paradigma que el que se enfrenta electoralmente es un adversario y no un enemigo político. Y con un adversario se puede disentir, discutir, pelear más efervescentemente en campaña, pero también se puede dialogar y principalmente compartir espacio en la arena política. Con un adversario político se puede escribir un libro, como lo hicieron Mujica y el expresidente Julio María Sanguinetti, ubicado a la derecha y del Partido Colorado. Ambos expresidentes, férreos opositores, ocuparon en los últimos años bancas parlamentarias y al despedirse de su labor en el Congreso sellaron su fin del mandato con un abrazo en el recinto.
Cuando irrumpió la pandemia de coronavirus, el presidente uruguayo en ejercicio, Luis Lacalle Pou, del Partido Blanco -que llegó al poder tras el armado de una alianza de derecha, la Coalición Multicolor- mostró un manejo muy eficiente en el enfrentamiento de la crisis. Sin embargo, pudimos leer en las noticias de aquellos días que el expresidente de izquierda, Tabaré Vázquez, médico, recibió en su casa a Lacalle Pou para conversar sobre el plan estratégico –de unas 200 páginas- que había elaborado con otros técnicos del Frente Amplio con recomendaciones para hacer frente al desafío que planteaba el Covid-19. Ante la urgencia, se trabajó en conjunto.
Mujica vivía en una casa humilde a la cual podía acceder quien quisiera, y se desplazaba sin custodia por las calles. Lo mismo ocurre con Sanguinetti, quien camina por Montevideo con absoluta libertad -China Zorrilla nos contó sobre las veces que se cruzaba con él caminando por la rambla -. Y Lacalle Pou fue filmado hace poco tiempo solo, mientras comía unos panchos en el emblemático bar La Pasiva.
En la Argentina, Cristina Fernández de Kirchner (CFK) no quiso entregarle la banda presidencial al presidente electo en 2015, Mauricio Macri. Durante el kirchnerismo, la oposición, los medios independientes y el Poder Judicial fueron extremadamente ninguneados. Javier Milei parece no poder dirigirse a sus opositores políticos, periodistas independientes y artistas de izquierda si no es a través de insultos y agravios, que alcanzan incluso a sus mayores socios políticos o a integrantes que fueron parte de su espacio. El influencer mileísta apodado Gordo Dan, a horas del fallecimiento de Mujica, posteó “uno menos” con un emoji de un bracito que parecía celebrar la muerte de un miembro de la izquierda partidaria en el país hermano. En el sistema político uruguayo la violencia no existe. En momentos de campaña electoral puede escalar la riña política, pero dentro de un marco institucional respetuoso y tolerante. Mientras desde la Argentina alguien festejaba la muerte de Mujica, cruzando el río, Lacalle Pou, su padre Lacalle Herrera y Sanguinetti, tres referentes de la derecha uruguaya, asistían a su funeral.
A muchos todo esto nos asusta, aunque descienda la inflación.
Politóloga y Profesora de la UBA