El sinsentido de una consulta
Tal parece que de pronto Pedro Sánchez está recuperando sus principios democráticos. En lo que llevamos de Legislatura tal parece que estaba imitando la...

Tal parece que de pronto Pedro Sánchez está recuperando sus principios democráticos. En lo que llevamos de Legislatura tal parece que estaba imitando la tradición de Franco, a quien tanto se empeña que recordemos. Las grandes decisiones administrativas – como la necesidad de promover el rearme necesario – siempre ha preferido aprobarlas en el Consejo de Ministros, que para eso ha nombrado a sus miembros, a someterlos a su aprobación por el Congreso –- donde sus aliados plantearán nuevas exigencias -– y luego el Senado, donde la oposición también cuenta por más que se resista a aceptarlo.
Estos últimos días el Presidente se ha encontrado de la noche a la mañana con una decisión seria pero inusual; el Gobierno tendrá que pronunciarse en última instancia sobre la procedencia de la OPA formulada por el BBVA, uno de los principales bancos del país, al Banco Sabadell lo cual le convertiría en uno de los más importantes de Europa. Es, sin duda, una decisión difícil por razones económicas y financieras y, por lo que se deduce, no se atreve a adoptarla y ha anunciado una consulta popular para cubrirse las espaldas y no enfadar a ninguno de sus socios independentistas vascos y catalanes enfrentados entre sí sobre este asunto. Es decir, que los que pagamos impuestos tenemos que hacerles el trabajo al que cobra por hacerlo.
Nadie se explica esta iniciativa impropia, aunque habitual, de un político que se escaquea de sus responsabilidades e incumple por sistema las promesas que anticipa y no ha dejado de incumplir. Su iniciativa, tan poco sensata como otras decisiones que ha tomado a la sombra de los intereses de Puigdemont, nadie sabe cómo se pueden llevar a cabo las votaciones de un asunto que a la mayoría le es ajeno así como el escrutinio de los votos con garantías ni después la normalización la respuesta con arreglo a unos argumentos legales que desconocemos. Al margen de todo este galimatías, los votantes de a pie ignoramos cuando, como y donde tendremos que depositar la papeleta.
Ante esta iniciativa, uno no puede menos de preguntar : en medio de la confusión política que sufrimos, si el Presidente quiere contar con los ciudadanos, ¿por qué en lugar de una iniciativa tan incomprensible, no cumple con las peticiones que se repiten para que dimita, disuelva las Cortes Generales y convoque nuevas elecciones legislativas? Así podría competir de nuevo y con un poco de suerte, ganarlas y recuperar el poder si así lo deciden las urnas.