Un día de septiembre de 2015 me hice una foto con un hombre que ya no se encuentra entre nosotros hoy. Yo, pequeño e inocente como un niño, no tenía ni la menor idea de lo que representaría para el mundo entero esa persona. No me imaginaba que ese anciano sonriente, vestido de blanco, desafiaría las normas rígidas de una institución casi tan antigua como el coliseo de Roma. Que sería criticado, incluso desde dentro, por atreverse a recordarnos algo tan simple como «amad al pobre como yo os he amado», como dijo aquel otro loco del siglo I. Jamás pensaría que estaba próximo a un hombre que, con gestos sencillos y palabras poderosas, cambiaría dogmas por diálogo y juicio...
Ver Más