El director de la Policía se reunió con Almeida y la vicealcaldesa justo tras el supuesto atropello y no les habló del incidente

No fue tanto lo que ocurrió, sino lo que no pasó: el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, y la vicealcaldesa y responsable de Seguridad y Emergencias, Inma Sanz, han digerido mal la ocultación, por parte del director general de la Policía Municipal, del incidente en el que se vio envuelto el 28 de abril en el paseo de Extremadura. Un supuesto atropello (aunque las primeras conclusiones de la investigación lo descartan como tal) en el que sufrió heridas una niña de 10 años. El regidor admitió ayer que tenía la puerta abierta a que el aludido cese en su cargo, que es de confianza y por el que cobra más de 100.000 euros al año. Aquí las fechas son fundamentales. El hecho se produjo a las 13.30 horas de ese lunes; es decir, justo una hora después del inicio del gran apagón que dejó a oscuras España y Portugal. Según diversas fuentes presentes en la reunión del Plan de Emergencias Municipal con motivo del siniestro eléctrico masiva, Pablo Enrique Rodríguez se encontraba allí cuando recibió una llamada. Le alertaban de una incidencia grave, la posible caída del sistema tecnológico (algo que finalmente no ocurrió) y se marchó de la reunión, en el Cisem (Centro Integrado de Seguridad y Emergencias), en Rufino Blanco, a la Jefatura de la Policía Municipal, en la Casa de Campo. Fue mientras se acercaba a su destino cuando la menor sufrió el accidente. Según se desprende de las primeras investigaciones de la Policía Judicial de Tráfico, dos testigos explicaron que el coche camuflado en el que viajaba Rodríguez y que conducía un inspector de su confianza no golpeó a la niña; sino que fue la mujer que la acompañaba, su madre, quien tiró de ella y se cayó al suelo, hiriéndose en las piernas y sin que la tocara el turismo. De cualquier modo, el coche paró y esperó, con el director dentro, la llegada de una patrulla que acudiera a levantar el primer informe. No se le hizo prueba del alcohol al chófer porque el vehículo carecía de etilómetro y por las circunstancias extraordinarias de esa jornada, en la que había que priorizar entre tantos accidentes: de hecho, hubo 23 con heridos leves (el Samur reportó el del paseo de Extremadura con tal pronóstico), y en 18 de ellos no se realizó el test de bebidas. Luego, Pablo Enrique Rodríguez regresó al Cisem y mantuvo al menos dos reuniones esa tarde, sin informar ni a Almeida ni a Sanz, presentes, de lo que había ocurrido. Mientras, los padres de la menor la trasladaron por sus propios medios al hospital, pese a que los paramédicos no habían apreciado causas en el incidente para ello. Al cierre de esta edición, ni habían presentado denuncia ni había constancia de ningún parte hospitalario en el que conste la rotura de una pierna u otra fractura. Los dos testigos presenciales, que estaban al otro lado del paso de peatones, negaron ese extremo, que es el que, según algunas informaciones, mantendría la madre. ABC ha tenido acceso al primer parte 'in situ' de la patrulla que acudió al paseo de Extremadura, en el que solo se especifica que hay una menor herida leve. La investigación, de cualquier modo, sigue adelante. Fue dos días después, el 1 de mayo por la tarde, cuando hubo constancia en Cibeles del presunto arrollamiento, cuando recibieron la llamada de un periodista de 'El País' preguntando por ello. El 2 de mayo, al publicarse la noticia, Tráfico acudió a la escena a recabar más datos. Oficialmente, Pablo Enrique Rodríguez no trasladó su versión a sus inmediatos superiores. Hasta el día 5, una semana después de lo ocurrido, cuando lo llamó a una reunión la propia vicealcaldesa, que está contrariada por su falta de diligencia a la hora de comunicarle los hechos. La figura del director general ya había sido cuestionada, tras reconocer en sede judicial que mantiene una relación sentimental con una de las agentes ascendidas a comisario en unas oposiciones presuntamente amañadas. Son las pruebas internas para promocionar a inspectores e intendentes (actuales comisarios), que llevan años investigándose por presunto fraude, con continuos archivos y reaperturas en los juzgados de Plaza de Castilla. Así, ayer, al ser Martínez-Almeida preguntado por esta maraña de hechos , admitió que está «valorando» la «confianza» y permanencia de Rodríguez, habida cuenta de que «informó del accidente en un momento posterior». Insistió en que le hubiera gustado enterarse antes de lo ocurrido; llamó a «preservar el interés de la menor» implicada, e incidió en que «lo que verdaderamente importa en estos momentos» es «esclarecer» lo que «sucedió» para dejar «todo sentado» para «tranquilidad de los madrileños».

May 8, 2025 - 04:38
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El director de la Policía se reunió con Almeida y la vicealcaldesa justo tras el supuesto atropello y no les habló del incidente
No fue tanto lo que ocurrió, sino lo que no pasó: el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, y la vicealcaldesa y responsable de Seguridad y Emergencias, Inma Sanz, han digerido mal la ocultación, por parte del director general de la Policía Municipal, del incidente en el que se vio envuelto el 28 de abril en el paseo de Extremadura. Un supuesto atropello (aunque las primeras conclusiones de la investigación lo descartan como tal) en el que sufrió heridas una niña de 10 años. El regidor admitió ayer que tenía la puerta abierta a que el aludido cese en su cargo, que es de confianza y por el que cobra más de 100.000 euros al año. Aquí las fechas son fundamentales. El hecho se produjo a las 13.30 horas de ese lunes; es decir, justo una hora después del inicio del gran apagón que dejó a oscuras España y Portugal. Según diversas fuentes presentes en la reunión del Plan de Emergencias Municipal con motivo del siniestro eléctrico masiva, Pablo Enrique Rodríguez se encontraba allí cuando recibió una llamada. Le alertaban de una incidencia grave, la posible caída del sistema tecnológico (algo que finalmente no ocurrió) y se marchó de la reunión, en el Cisem (Centro Integrado de Seguridad y Emergencias), en Rufino Blanco, a la Jefatura de la Policía Municipal, en la Casa de Campo. Fue mientras se acercaba a su destino cuando la menor sufrió el accidente. Según se desprende de las primeras investigaciones de la Policía Judicial de Tráfico, dos testigos explicaron que el coche camuflado en el que viajaba Rodríguez y que conducía un inspector de su confianza no golpeó a la niña; sino que fue la mujer que la acompañaba, su madre, quien tiró de ella y se cayó al suelo, hiriéndose en las piernas y sin que la tocara el turismo. De cualquier modo, el coche paró y esperó, con el director dentro, la llegada de una patrulla que acudiera a levantar el primer informe. No se le hizo prueba del alcohol al chófer porque el vehículo carecía de etilómetro y por las circunstancias extraordinarias de esa jornada, en la que había que priorizar entre tantos accidentes: de hecho, hubo 23 con heridos leves (el Samur reportó el del paseo de Extremadura con tal pronóstico), y en 18 de ellos no se realizó el test de bebidas. Luego, Pablo Enrique Rodríguez regresó al Cisem y mantuvo al menos dos reuniones esa tarde, sin informar ni a Almeida ni a Sanz, presentes, de lo que había ocurrido. Mientras, los padres de la menor la trasladaron por sus propios medios al hospital, pese a que los paramédicos no habían apreciado causas en el incidente para ello. Al cierre de esta edición, ni habían presentado denuncia ni había constancia de ningún parte hospitalario en el que conste la rotura de una pierna u otra fractura. Los dos testigos presenciales, que estaban al otro lado del paso de peatones, negaron ese extremo, que es el que, según algunas informaciones, mantendría la madre. ABC ha tenido acceso al primer parte 'in situ' de la patrulla que acudió al paseo de Extremadura, en el que solo se especifica que hay una menor herida leve. La investigación, de cualquier modo, sigue adelante. Fue dos días después, el 1 de mayo por la tarde, cuando hubo constancia en Cibeles del presunto arrollamiento, cuando recibieron la llamada de un periodista de 'El País' preguntando por ello. El 2 de mayo, al publicarse la noticia, Tráfico acudió a la escena a recabar más datos. Oficialmente, Pablo Enrique Rodríguez no trasladó su versión a sus inmediatos superiores. Hasta el día 5, una semana después de lo ocurrido, cuando lo llamó a una reunión la propia vicealcaldesa, que está contrariada por su falta de diligencia a la hora de comunicarle los hechos. La figura del director general ya había sido cuestionada, tras reconocer en sede judicial que mantiene una relación sentimental con una de las agentes ascendidas a comisario en unas oposiciones presuntamente amañadas. Son las pruebas internas para promocionar a inspectores e intendentes (actuales comisarios), que llevan años investigándose por presunto fraude, con continuos archivos y reaperturas en los juzgados de Plaza de Castilla. Así, ayer, al ser Martínez-Almeida preguntado por esta maraña de hechos , admitió que está «valorando» la «confianza» y permanencia de Rodríguez, habida cuenta de que «informó del accidente en un momento posterior». Insistió en que le hubiera gustado enterarse antes de lo ocurrido; llamó a «preservar el interés de la menor» implicada, e incidió en que «lo que verdaderamente importa en estos momentos» es «esclarecer» lo que «sucedió» para dejar «todo sentado» para «tranquilidad de los madrileños».