Cuatro versiones de uno de los platos más típicos de Madrid, el bocata de calamares
Este sencillo manjar, compuesto esencialmente por pan de barra y calamares rebozados y fritos, es toda una seña de identidad de la capitalMontadito piripi: así se hace el mítico bocadillo sevillano fácil, versátil y sabroso Pocos platos dicen “Madrid” como un bocadillo de calamares. Este humilde manjar, sin pretensiones, se ha convertido en uno de los iconos gastronómicos de la capital. No necesita grandes presentaciones. Solo necesita pan crujiente, calamares rebozados y fritos al punto, y a veces, un toque de limón o alioli. Tan simple como delicioso. Si uno quiere saborear el espíritu castizo de Madrid, basta con acercarse a la Plaza Mayor, pedir un bocata de calamares y disfrutarlo de pie, entre turistas, madrileños de toda la vida y camareros que no paran de despachar. Pero aunque el bocadillo de calamares es todo un clásico, también se ha transformado. De su versión original han nacido reinterpretaciones modernas que rinden homenaje a la tradición madrileña, al mismo tiempo que aportan creatividad y nuevos matices al plato. A continuación, repasamos la receta tradicional y nos adentramos en cuatro versiones que reinventan uno de los bocados más emblemáticos de Madrid. Un símbolo de la gastronomía madrileña Casa Rua en la Plaza Mayor Madrid es una ciudad que tiene una extraordinaria afición por el pescado y el marisco. Gracias al eficiente sistema de distribución desde las lonjas costeras hasta el centro peninsular, los productos del mar han sido parte esencial de la cocina madrileña desde hace siglos. Y entre todos, el calamar ocupa un lugar privilegiado. El bocadillo de calamares, que puede encontrarse en infinidad de bares y tabernas madrileñas, destaca por su sencillez. Es una comida rápida, accesible, sabrosa y popular. En la Plaza Mayor, epicentro de este fenómeno culinario, se encuentran algunos de los locales más emblemáticos, como Casa Rua, La Campana, Bar La Ideal o Cervecería Plaza Mayor. Estos lugares, casi siempre con largas colas en la puerta, sirven cientos de bocatas al día, especialmente en fines de semana y días festivos. No hay madrileño que no tenga una opinión sobre dónde se sirve el mejor bocadillo de calamares. Y si se le pregunta a un turista qué comida recuerda de su paso por Madrid, es muy probable que mencione este sencillo sándwich como una de sus experiencias favoritas. La receta tradicional, todo un clásico La base del bocadillo de calamares tradicional es muy clara: pan de barra y anillas de calamar rebozadas y fritas en abundante aceite. El pan debe ser crujiente por fuera y tierno por dentro. Las anillas, por su parte, deben ser gruesas y tiernas, sin llegar a estar correosas. Para ello, se rebozan en harina y se fríen a alta temperatura para que queden doradas y crujientes. Los más fieles a la receta original aseguran que no se debe añadir nada más, ni salsa, ni limón, ni alioli. Otros defienden que un poco de mayonesa o una gota de limón realzan el sabor del bocadillo. Lo cierto es que cada bar tiene su toque, y cada comensal sus preferencias. El secreto del éxito, según los más experimentados en cocina, está en la calidad del calamar, en un buen rebozado que no absorba aceite en exceso, y en un pan que aguante la humedad sin reblandecerse. Parece fácil, pero conseguir el equilibrio perfecto no siempre es sencillo. Vanguardia con sabor a tradición

Este sencillo manjar, compuesto esencialmente por pan de barra y calamares rebozados y fritos, es toda una seña de identidad de la capital
Montadito piripi: así se hace el mítico bocadillo sevillano fácil, versátil y sabroso
Pocos platos dicen “Madrid” como un bocadillo de calamares. Este humilde manjar, sin pretensiones, se ha convertido en uno de los iconos gastronómicos de la capital. No necesita grandes presentaciones. Solo necesita pan crujiente, calamares rebozados y fritos al punto, y a veces, un toque de limón o alioli. Tan simple como delicioso. Si uno quiere saborear el espíritu castizo de Madrid, basta con acercarse a la Plaza Mayor, pedir un bocata de calamares y disfrutarlo de pie, entre turistas, madrileños de toda la vida y camareros que no paran de despachar.
Pero aunque el bocadillo de calamares es todo un clásico, también se ha transformado. De su versión original han nacido reinterpretaciones modernas que rinden homenaje a la tradición madrileña, al mismo tiempo que aportan creatividad y nuevos matices al plato. A continuación, repasamos la receta tradicional y nos adentramos en cuatro versiones que reinventan uno de los bocados más emblemáticos de Madrid.
Un símbolo de la gastronomía madrileña

Madrid es una ciudad que tiene una extraordinaria afición por el pescado y el marisco. Gracias al eficiente sistema de distribución desde las lonjas costeras hasta el centro peninsular, los productos del mar han sido parte esencial de la cocina madrileña desde hace siglos. Y entre todos, el calamar ocupa un lugar privilegiado.
El bocadillo de calamares, que puede encontrarse en infinidad de bares y tabernas madrileñas, destaca por su sencillez. Es una comida rápida, accesible, sabrosa y popular. En la Plaza Mayor, epicentro de este fenómeno culinario, se encuentran algunos de los locales más emblemáticos, como Casa Rua, La Campana, Bar La Ideal o Cervecería Plaza Mayor. Estos lugares, casi siempre con largas colas en la puerta, sirven cientos de bocatas al día, especialmente en fines de semana y días festivos.
No hay madrileño que no tenga una opinión sobre dónde se sirve el mejor bocadillo de calamares. Y si se le pregunta a un turista qué comida recuerda de su paso por Madrid, es muy probable que mencione este sencillo sándwich como una de sus experiencias favoritas.
La receta tradicional, todo un clásico
La base del bocadillo de calamares tradicional es muy clara: pan de barra y anillas de calamar rebozadas y fritas en abundante aceite. El pan debe ser crujiente por fuera y tierno por dentro. Las anillas, por su parte, deben ser gruesas y tiernas, sin llegar a estar correosas. Para ello, se rebozan en harina y se fríen a alta temperatura para que queden doradas y crujientes.
Los más fieles a la receta original aseguran que no se debe añadir nada más, ni salsa, ni limón, ni alioli. Otros defienden que un poco de mayonesa o una gota de limón realzan el sabor del bocadillo. Lo cierto es que cada bar tiene su toque, y cada comensal sus preferencias.
El secreto del éxito, según los más experimentados en cocina, está en la calidad del calamar, en un buen rebozado que no absorba aceite en exceso, y en un pan que aguante la humedad sin reblandecerse. Parece fácil, pero conseguir el equilibrio perfecto no siempre es sencillo.
Vanguardia con sabor a tradición

El bocadillo de calamares es mucho más que una comida rápida. Es una parte del alma de Madrid. Es lo que uno come después de visitar el Rastro, antes de entrar al Retiro o mientras se pierde por las calles del centro.
Sus nuevas versiones no buscan reemplazar la receta original, sino rendirle tributo con las nuevas tendencias culinarias. Al igual que Madrid, el bocata de calamares evoluciona sin perder su esencia, abierto al cambio pero fiel a sus raíces. Así que la próxima vez que pases por la Plaza Mayor, haz una pausa. Pide un bocata de calamares. Siéntate en un banco o apóyate en una esquina y disfruta.
Cuatro versiones de un clásico castizo

La popularidad del bocata de calamares ha traspasado fronteras, y también ha seducido a chefs contemporáneos y gastrobares que buscan darle una vuelta sin perder su esencia. A continuación, repasamos cuatro versiones que reinterpretan este clásico madrileño.
- Bocata de calamares con pan brioche y alioli negro: esta versión del bocadillo de calamares es cuanto menos impactante. Utiliza un pan brioche ligeramente tostado, mucho más dulce y suave que el pan de barra tradicional, y lo acompaña con alioli negro de tinta de calamar. Este contraste entre el dulzor del pan y la intensidad del alioli hace de cada bocado toda una experiencia gastronómica.
- Mini bocadillos gourmet: el bocata de calamares también ofrece una versión diferente en formato mini. Simplemente, se sirve en pan artesanal, con un toque de limón exprimido en el momento y una pizca de pimentón ahumado. Este bocadillo es una forma de mantener la tradición, pero con una presentación más gourmet, ideal para acompañar con una caña bien tirada.
- Bocadillo vegano de calamares de setas: el resultado es una textura muy similar al calamar, con el añadido del sabor terroso de la seta. El pan puede ser integral y se acompaña con una mayonesa vegana de ajo. Esta versión demuestra que el espíritu del bocata puede sobrevivir sin calamares. Una propuesta inclusiva y muy sabrosa que ha sido pensada para nuevos públicos.
- Bocata con kimchi y calamares al wok: aquí, los calamares se saltean al wok con especias asiáticas y se sirven en un pan bao al vapor, acompañado de col fermentada estilo kimchi y mayonesa picante. Todo un espectáculo para el paladar.