Argentina, Chile y los sillazos: a 25 años de un bochorno histórico que manchó la Copa Davis

La serie que se disputó en Santiago en 2000 estuvo marcada por la violencia

Abr 7, 2025 - 13:36
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Argentina, Chile y los sillazos: a 25 años de un bochorno histórico que manchó la Copa Davis

Un bochorno que llegó a todo el mundo. Un día de furia, caos, descontrol, malas decisiones y nacionalismo exacerbado alcanzaron para hacerle un lugar en el lado oscuro de la Copa Davis a la serie que Argentina y Chile protagonizaron el 7 de abril de 2000. ¿Un solo día? Sí. Eso fue lo que duró lo que tenía que ser un encuentro deportivo y se convirtió en lo que, aún hoy, es uno de los grandes escándalos en los 125 años del mayor trofeo por equipos que tiene el tenis.

En ciertas ocasiones, las series de Copa Davis en la región tuvieron momentos de tensión, con clásicos como Brasil-Argentina o Argentina-Chile, dos países que durante los años 70 protagonizaron duelos parejos, entretenidos, a veces ásperos, días en los que Guillermo Vilas brillaba en la formación albiceleste y del otro lado estaban Patricio Cornejo y Jaime Fillol, abuelo de Nicolás Jarry, figura actual del tenis chileno. Más cerca en el tiempo, en abril de 1998, el Chino Marcelo Ríos recién había subido al número 1 del mundo en el Lipton de Key Biscayne y llegó al Buenos Aires Lawn Tennis en esa condición; aparecieron algunos duelos verbales entre los hinchas, pero nada más allá de silbidos y abucheos, algún insulto aislado. Ríos ganó el primer punto, pero se lesionó, no pudo jugar el cuarto partido y la Argentina se adueñó de esa llave. Como corresponde al reglamento, la serie siguiente entre ambos debía jugarse en Chile.Marcelo Ríos en acción frente a Hernán Gumy; el mejor jugador chileno fue uno de los que intentó evitar los incidentes

El sorteo del grupo 1 de la Zona Americana arrojó ese duelo en los primeros meses de 2000. Argentina comenzaba a navegar aguas turbulentas en la gestión del presidente Fernando de la Rúa, con una recesión económica creciente. Al otro lado de los Andes, Ricardo Lagos asumía como presidente de Chile tres semanas antes de esa serie. El 29 de marzo, en el Monumental, la selección argentina de Marcelo Bielsa goleó por 4-1 a Chile por la primera fecha de las eliminatorias sudamericanas con una excelente actuación. En la prensa chilena, la serie copera empezaba a ser considerada como la oportunidad del “desquite”.

Era, en principio, una serie pareja, sin favoritismos marcados. El Chino Ríos lideraba el equipo local como número 8 del mundo, acompañado por Nicolás Massú, que recién asomaba en el circuito, y era el 90° del ranking. Del lado argentino, los singlistas eran Mariano Zabaleta, que atravesaba su mejor momento y era el 21° de la clasificación, acompañado por Hernán Gumy (71°); Sebastián Prieto y Mariano Hood estaban listo para el dobles. Para esta serie, que se jugaba a continuación del Masters Series de Miami, Chile eligió jugar en cemento y bajo techo, una situación que, en principio, debía favorecer a Ríos, su figura principal.Una charla entre los capitantes Alejandro Gattiker y Patricio Cornejo, en medio del escándalo en Santiago

El capitán argentino era Franco Davin, que debió irse de Santiago y volar a Miami un par de días antes de la serie por un problema familiar de urgencia; lo reemplazó el Colorado Alejandro Gattiker, que ya había conducido el equipo con anterioridad. Guillermo Coria, vestido con la camiseta de River del chileno Marcelo Salas, era uno de los sparrings de la formación argentina. Chile eligió como sede el Parque O’Higgins, un estadio nuevo, con capacidad para más de 10.000 espectadores, y que hoy es conocido como el Movistar Arena de Santiago. Pero entonces era tan flamante que, de hecho, no había terminado de construirse, y por eso las sillas no estaban fijas; sólo había asientos de plástico.

Un cuarto de siglo después, Gumy se acomoda a un costado de las canchas del club El Abierto, en Saavedra, donde conduce una academia con Alejandro Lombardo, entrenador de Horacio Zeballos, 11° del mundo en dobles. El Titán, como se lo conocía, rememora esos días junto a LA NACION: “Los medios empezaron a proponerlo como una revancha. Se empezó a darle bomba por ese lado. El estadio no estaba terminado, del lado de las graderías, no tenía las butacas. Habían puesto unas hileras de sillas blancas, todo separado por unas cuerditas. Creo que el estadio tampoco estaba en una de las mejores zonas de la ciudad. Las entradas las habían puesto muy baratas. Y lo que más me llamó la atención es que vendían cerveza a morir”.Mariano Zabaleta y una imagen de aquel partido contra Massú

Zabaleta también comienza a hacer memoria de aquel 7 de abril. Y le cuenta a LA NACION: “La previa del partido fue espectacular, fue una semana de preparación hermosa, de armonía para el equipo. Para mí era una responsabilidad muy grande, porque era el número uno del equipo y estaba jugando muy bien. Estaba en mi mejor momento tenístico, con mi mejor ranking. Y la verdad es que lo viví con mucha alegría, mucha tranquilidad. Estaba muy entusiasmado con ese partido y tenía mucha confianza de que iba a ser un gran partido contra Massú. Y no la erré, porque estaba jugando muy bien y estaba prácticamente encaminada la victoria”.

En medio de un clima tenso, Ríos le dio el 1-0 a Chile al ganarle a Gumy por 6-4, 6-3, 4-6 y 6-1, un resultado lógico. “La verdad es que el ambiente ya estaba caldeado de entrada. Con el Chino siempre jugamos batallas. Le gané una sola vez, la final de (el ATP de) Santiago (en 1996). Pero después me ganó siempre él. En ese partido tiraron una naranja, después una botellita plástica de Coca-Cola, todavía medio llena. Pero bueno, no pasó nada más hasta ahí. El estadio estaba explotado y Chile ganaba”, cuenta Gumy.

En el segundo partido, Zabaleta se medía con Massú en un punto crucial para el desarrollo de la serie. El tandilense tomó una buena ventaja: 7-5, 2-6, 7-6 (7-1) y 3-1. En medio del encuentro, el capitán Cornejo y Ríos habían tenido que dirigirse al público por los altoparlantes para pedirles tranquilidad y un mejor comportamiento: “Hagan silencio, queremos ganar este partido en la cancha. Si no, puede haber una sanción por el equipo chileno”. Los hinchas argentinos la pasaban realmente mal, agredidos en varios momentos. En medio de ese desorden, faltaba poco para que el primer día terminara 1-1.

Hasta que el umpire Roberto Almeida anunció un punto de penalización para Chile, que ya acumulaba varios ‘warnings’ y sanciones. Massú se enojó, se sentó sobre su silla y dejó pasar varios segundos antes de sacar, mientras Cornejo protestaba ante el juez de silla y el supervisor. Desde una cabecera comenzaron a arrojar monedas, naranjas y otros proyectiles hacia el lado de Zabaleta. El argentino se acercó a tomar uno de los objetos –una piedra- para mostrárselo al umpire, pero un alcanzapelotas se anticipó, lo tomó y lo escondió. Zabaleta increpó al joven, pero la reacción del tandilense encrespó aún más los ánimos.El escándalo desatado en Santiago

La caldera ya no resistía más. Un asiento cayó desde lo alto, rebotando sobre el cemento. De inmediato, cientos de sillas plásticas volaron por el aire del Parque O’Higgins. “Todo era un caos. Salimos de la cancha y fuimos al pasillo, que era como un embudo. La policía no nos dejaba entrar a nuestro vestuario. Ojo que las sillas no vinieron del lado del que pagaba, por decirte, 5 dólares la entrada. Vinieron desde la platea en la que costaban 20. Desde donde estaba, bajé y me fui para el vestuario. Mis viejos quedaron arriba, al papá de Zabala (Zabaleta) le abrieron la cabeza con un sillazo”, recuerda Gumy.

El más lastimado fue Carlos Zabaleta, padre del tenista, que sufrió un severo corte en la cabeza. Como pudo, el médico del equipo, Javier Maquirriaín, le dio 17 puntos de sutura. Gattiker quedó en medio de la cancha, rodeado por los escudos de los carabineros mientras seguía lloviendo de todo. El capitán fue el último en dejar el terreno; el resto del equipo argentino buscó refugio en las entrañas del estadio, del que salió varias horas más tarde, con una fuerte custodia policial.Carlos Zabaleta, padre de Mariano, luce un importante apósito tras recibir varios puntos de sutura por un sillazo en la cabeza; se disculpa con él el padre del Chino Ríos

Hoy, el Colo Gattiker le cuenta a LA NACION: “Hablé mucho con el Pato (Cornejo), le pedía que calmara a la gente. El público cantaba: ”Los vamos a matar". Nos tiraron un montón de monedas de 100 pesos chilenos, que eran muy grandes. Lo que más recuerdo era el mutismo que había dentro del vestuario. Cuando pasó todo, cuando vino la parte de los sillazos, estuve un largo rato con la policía en la cancha, no podía salir, era todo un descontrol. Después que pasó todo, yo quería competir, pero no se podía, los chicos estaban consumidos emocionalmente. Para el tenis fue algo fuerte. Por ahí en el futbol están más acostumbrados... Pero la gente estaba muy agresiva, más caliente que de costumbre. Fue una situación inusualmente violenta".Zabaleta deja el estadio del Parque O'Higgins después de los disturbios

Ya en el hotel, el equipo argentino se reunió, y de común acuerdo se decidió no continuar la serie, alegando falta de garantías de seguridad. Del otro lado, Chile ofreció continuar jugando la serie a puertas cerradas. “La decisión de no seguir la serie fue más que obvia, por todo lo que había pasado en general, pero además porque le habían pegado a mi padre en la cabeza con una silla y se la habían abierto. O sea, yo no estaba emocionalmente preparado para seguir jugando y mantener el temple en un partido con toda la carga emocional que había, en una serie como Chile-Argentina, con la histórica rivalidad y con mi viejo herido. La verdad es que no era coherente y sentí un apoyo muy fuerte de todo el equipo. Nos ofrecieron jugar sin gente al otro día, pero todo el equipo coincidió en que no debíamos jugar”, expresó Zabaleta.

Con más picardía -o malicia, según la mirada-, los dirigentes chilenos estuvieron siempre cerca del árbitro general de la serie, el dominicano Toni Hernández, desbordado por los acontecimientos. Desde la Federación Internacional llegó la orden del vicepresidente, el español Juan Marguets, de continuar el partido sin público. Pero la Argentina ya tenía su decisión tomada. “Si jugamos y ganamos, o si jugamos y gana Chile, el episodio se puedo olvidar. Y este episodio no se puede olvidar nunca para el bien del deporte, porque tiene que quedar latente que esto no suceda nunca más. Hay que evitar que en el tenis se repita esto, porque lo que pasó fue una vergüenza, que nunca la vi en el mundo”, expresó el recordado Enrique Morea, entonces presidente de la Asociación Argentina de Tenis.Los carabineros y sus escudos, tratando de proteger a los protagonistas

Gumy agrega: “Al supervisor (Hernández) siento que le quedó grande la situación, pero al mismo tiempo nunca nadie pensó que iba a suceder algo así. ¿Cómo lo manejás? A ningún supervisor le enseñan a decir ‘chicos, miren, si empiezan con los botellazos…’ Al tipo le cayó eso y yo tampoco lo puedo responsabilizar por una situación inmanejable. El Pato Cornejo nos vino a pedir disculpas en el vestuario. Luego, Massú y Ríos hicieron lo mismo, vinieron al hotel a ver cómo estábamos, con ellos no hubo ningún problema. El único que no se disculpó fue el presidente de la Federación Chilena”.Hernán Gumy, en su academia del club El Abierto, en Saavedra, a 25 años de una serie histórica

La referencia es para José Ramón de Camino. El exdirigente, hace unos años, dio su punto de vista en una entrevista con ATON Chile: “Fue lo peor que me pasó en mi vida deportiva. Fue algo impensado, como una pandemia, que empezó de a poco y que se esparció por toda la gente que había en el estadio. Fue tremendo y no había cómo pararlo. Nosotros terminamos el estadio bastante bien, pero no alcanzamos a atornillar todas las sillas, que eran miles, y jamás pensamos que iba a ser motivo de usarlas para tirarlas a la cancha y herir a alguien (…) Íbamos a jugar [el sábado] sin gente, pero hablé con el presidente de la Asociación Argentina y los jugadores de ellos no quisieron, estaban súper descontrolados y se equivocaron, porque si jugábamos sin gente no habría pasado nada, habríamos seguido y lo hubiésemos ganado en cancha (…) Si los argentinos hubiesen colaborado, la historia sería distinta tanto para ellos como para nosotros, porque ellos pensaron que retirándose nos iban a ganar, y no fue así. A ellos los dieron como perdedores”.Una imagen de los hinchas argentinos tratando de cubrirse de los proyectirles que les arrojaron

Zabaleta recuerda las horas posteriores al escándalo: “Esa misma noche, el Chino Ríos y su padre me llamaron para ver cómo estaba, para preguntarme si necesitaba algo. Me dijo que se sentían muy avergonzados con lo que había pasado y que me apoyaban en cualquier decisión que tomara, más allá de lo que decidiera la ITF. La verdad es que se portó muy bien. Con Nicolás Massú estuve como dos años sin hablarme en el circuito, hasta que un día él se acercó y me ofreció disculpas. Después volví a tener una relación excelente con Nico, con quien ya la había tenido hasta ese momento. Éramos muy jóvenes también, estábamos muy eufóricos, representando a nuestros países en un conflicto del que hablaba todo el mundo. Yo estuve durante meses mirando los videos que pasaban en todos los países del mundo, porque había sido una catástrofe deportiva”.

El sábado, en un estadio desierto, el árbitro general anunció: “Chile ha ganado la serie por no presentación, pero hay que esperar, porque la Argentina presentó un certificado médico en el cual expone que por razones anímicas, físicas y psicológicas no está en condiciones de continuar jugando. El resultado es 5 a 0, sujeto a una ratificación de la Federación Internacional de Tenis”. Mientras tanto, rodeado de camionetas de Gendarmería, el equipo argentino partía al aeropuerto y regresaba a Buenos Aires. “Fue algo lamentable, porque estaba jugando contra Mariano, uno de mis mejores amigos en el circuito. Argentina es mi segunda casa, viví allí mucho tiempo, siente hermandad con ellos. Lo que ocurrió fue muy fuerte. Yo era muy joven”, dijo Massú tiempo después; el viñamarino luego fue 9° del ranking, campeón olímpico en Atenas 2004, y hoy es capitán de Copa Davis de Chile.Una discusión entre el árbitro general de la serie, Toni Hernández, con el capitán chileno, Patricio Cornejo

“Hoy no sé si tengo un recuerdo que sea más fuerte que otro. Me tocó estar en un momento justo, con una situación que fue una catástrofe a nivel tenístico, sin un historial previo ni posterior, porque nunca más pasó en la historia. O sea, tuve un poco la mala suerte de estar en ese momento, cuando se desató eso... Y el recuerdo que tengo es triste, porque me afectó mucho psicológicamente”.

El escándalo llegó a todo el mundo, con repercusiones y críticas de todo tipo, incluso en la propia prensa chilena. En una columna de El Mercurio, el periodista Felipe Bianchi Leiton fue directo: “La verdad es que está bien, muy bien, que los argentinos se hayan ido. Lo que pasó no se podía olvidar. Chile tiene que ser castigado. Debe ser castigado. Ojalá sea castigado. Lo ocurrido tiene una carga muy fuerte. Se generó - antes de caer a la cancha convertido en botellas, sillas, monedas, piedras y vidrios- en la cabeza de la gente que estaba en el estadio. En su modo de vivir, en su historia, en sus motivaciones, en su formación. Y ojo, que nada tiene que ver con el precio de las entradas, como se ha dicho con una falta de respeto feroz. Lo que pasó el viernes cruza todos los segmentos sociales. Está en todas partes. Es un ejercicio de mala educación general. Se llama patriotería. Y es un sentimiento insoportable, bajo, inferior, indecoroso”.Hernán Gumy y Mariano Zabaleta conversan en el hotel en el que se alojó Argentina en Chile, después de los incidentes

La serie continuó semanas después, en la sede de la Federación Internacional de Tenis, en Londres. No se cambió el fallo que daba por derrotada a la Argentina porque, para la ITF, no se podía ganar un partido en los escritorios. A Chile le quedó un triunfo por 2-0 sólo en lo numérico, ya que fue castigado por los incidentes: multa de unos 50.000 dólares y localía suspendida por dos años; tampoco se le permitió jugar el repechaje por el ascenso al Grupo Mundial contra Marruecos. Argentina también ligó su parte: 26.000 dólares de multa por no respetar la decisión del árbitro general y no seguir jugando.

Meses más tardes se disputó una exhibición denominada Copa de la Amistad. Zabaleta regresaría varias veces a Chile. “Fui a jugar Viña del Mar, y la verdad es que hubo la mejor onda... No hay que generalizar a toda la gente de un país por algunos imbéciles que hicieron ese despelote. Porque fue un puñado de gente y yo tengo un montón de amigos en Chile”, le dijo el actual vicepresidente de la AAT a LA NACION.Los disturbios a pleno en la serie entre Argentina y Chile en Santiago

Después de 25 años, Zabala deja su reflexión sobre lo que pasó: “Lamentablemente me tocó estar ahí, en un momento crítico, que me afectó mucho en ese año que había comenzado como el mejor de mi carrera. Pero, por otro lado, son cosas que pasan en la vida, que a uno lo ayudan a madurar, a crecer y a darse cuenta de muchas cosas. Ojo, no se lo deseo a nadie, porque estuve muy triste durante muchos meses, escuchando a mucha gente acusándome de que había sido culpa mía, cuando la verdad yo era un pibe de 21 años que estaba jugando y representando al país. Y queda claro en las imágenes que la culpa fue de la gente que estaba en el estadio. Me costó mucho tiempo volver a jugar bien, volver a confiar, volver a sentirme feliz, volver a dormir tranquilo y a no sentir la culpa de que a Argentina la habían suspendido por retirarse. La decisión de la ITF fue una vergüenza total”.

Zabaleta volvería a jugar por la celeste y blanca tres temporadas después, con una victoria sobre el ruso Mikhail Youzhny en la cancha tubular que se levantó al lado del Monumental; se despidió en septiembre de 2003, en una fatídica semifinal contra España en Málaga, con derrota frente a Carlos Moya después de estar dos sets arriba. Tuvieron que pasar 18 años hasta que Argentina y Chile volvieron a cruzarse, con un triunfo local por 3-2 en el estadio Aldo Cantoni, en San Juan. Con clima de clásico, sí, pero muy lejos de aquel vendaval de furia en el Parque O’Higgins, un viernes de abril que se convirtió en una de las manchas más grandes en la centenaria Copa Davis.