Vano ajetreo
Nadie quiere que se hunda el mundo, que haya un crack o que se desguace la globalización.

Trump ha perdido algo de presencia y ha caído en las encuestas. Sus proclamas, órdenes y amenazas –algunas intercambiables– han sufrido el choque con las realidades. Él mismo declaró una moratoria de nueve meses a sus propios aranceles. El mundo, dentro y fuera de su país, opone resistencia. El mismo Putin le está toreando con argucias y dilaciones. Lenin ya utilizó esa táctica al inicio de los soviets, es un modus operandi con sólida tradición.
En el mundo libre, las bolsas y los mercados morigeran el ímpetu desaforado del emperador. Nadie quiere que se hunda el mundo, que haya un crack o que se desguace la globalización. El apagón no afectó a la bolsa española, que tiene generador propio, y tampoco a los inversores, que cerraron en positivo.
Es un momento delicado en el que hay mucho jaleo pero todo sigue igual. Putin ataca, dice que sí pero no, Zelenski va y viene, suspende viajes, Trump se impacienta en su red social, que ha sustituido a la diplomacia con exabruptos y exclamaciones como la ya célebre “¡Vladimir, STOP!” y nuevas amenazas. Su promesa de acabar con la guerra el primer día, como casi todo, se aplaza. La foto con Zelenski en el Vaticano es su forma de asomar cabeza en un momento cumbre que también le restaba protagonismo. La atención es limitada.
La muerte del Papa Francisco ha desplazado el foco de atención al Vaticano, la larga despedida y los mecanismos de elección de nuevo pontífice, que remiten a un mundo ya desaparecido. Lo peor de todo es que las mujeres no pueden ser curas, ni Papas (que en rigor se diría “Mamas”) ni cardenales. Este anacronismo, por lo demás bastante extendido en el mundo pese a algunos tímidos avances, desacredita la Iglesia, que al menos en eso podría dar un paso de gigante y dar ejemplo al mundo.
La democracia necesita con urgencia que haya paridad entre hombres y mujeres por ley, no por concesiones con cuentagotas Y este es el primer asunto de la agenda global al que nadie hace caso.
Hay mucho ajetreo y pocas realidades. La polarización y los exabruptos no suplen a los hechos y lo que no avanza retrocede.