Por qué el repunte de las bolsas europeas empieza a preocupar a los inversores
En las últimas semanas, según Bank of America, han salido 800 millones de dólares de la bolsa estadounidense, mientras que Europa ha recibido 3.400 millones, una entrada de capital que no implica confianza ciega.

¿Comienzan los inversores a darle la espalda a Europa? En el último mes, el freno ha sido evidente. El Eurostoxx 50 cae un 1%, el Dax apenas avanza un 0,47% y el Ibex 35 ha subido un 1,1%. Aunque los datos mejoran frente al S&P 500, que retrocede un 1,5% en el mismo periodo, las cifras reflejan que el viento ya no sopla tan fuerte hacia Europa.
La euforia ha dejado paso a la cautela. Y eso que hasta hace unas semanas todo pintaba bien para el Viejo Continente. Europa se había convertido en el refugio alternativo frente a un Wall Street golpeado por la ofensiva arancelaria de Donald Trump y un dólar en retroceso. Con mejores valoraciones, márgenes de mejora y una menor exposición al proteccionismo, los activos europeos sedujeron a muchos inversores internacionales. Pero la inercia ganadora ha tropezado con la realidad.
El frenazo europeo
En las últimas semanas, según Bank of America, han salido 800 millones de dólares de la bolsa estadounidense, mientras que Europa ha recibido 3.400 millones. Sin embargo, esta entrada de capital no implica confianza ciega. Más bien, revela una búsqueda de alternativas menos arriesgadas. Sebastian Raedler, jefe de estrategia de renta variable europea en BofA, lo resume con una pregunta: "¿Por qué, si los inversores huyen de Estados Unidos, Europa no está brillando más?”
La respuesta está en tres factores. Primero, la desaceleración económica relativa. El PMI de la eurozona, tras mejorar durante meses frente al estadounidense, se ha deteriorado en los últimos dos meses, cayendo 0,5 puntos, mientras que el estadounidense ha subido en la misma proporción. El índice de sorpresas macroeconómicas de la eurozona ha pasado de +35 puntos a territorio negativo, una caída más pronunciada que la de Estados Unidos. Esto indica un enfriamiento claro del impulso europeo justo cuando más se necesita fortaleza.
Segundo, las dificultades cambiarias. El euro ha subido un 10% en lo que va de año, y un 4% desde el 2 de abril, según el índice DXY. Esta revalorización encarece las exportaciones europeas, reduce la competitividad y penaliza la conversión de beneficios obtenidos fuera de la zona euro. De hecho, las expectativas de beneficio por acción del Stoxx 600 para 2025 se han recortado un 2,5% en las últimas semanas, más del doble que las del S&P 500.
Tercero, muchas buenas noticias ya estaban descontadas. Europa había superado al resto del mundo en rendimiento bursátil un 15% entre finales de 2024 y marzo de 2025. Esa revalorización precoz incorporaba ya expectativas optimistas sobre el crecimiento, la estabilización geopolítica y los efectos de los paquetes fiscales, como el plan de infraestructuras en Alemania. Pero ahora, con datos macro a la baja y sin catalizadores nuevos, los inversores dudan de que haya más recorrido a corto plazo.
Además, el contexto global no ayuda. La escalada arancelaria de Trump podría tener un impacto significativo en el crecimiento global. Según Ofi Invest AM, si los aranceles alcanzan el 20%-25% y se mantienen en el tiempo, el crecimiento de Estados Unidos podría caer al 1% en 2025. En la eurozona, el escenario sería aún más frágil: crecimiento plano, con impacto agravado en Alemania por su alta exposición exportadora.
La misma entidad francesa apunta a un cambio de estrategia en los mercados. Se recomienda reducir exposición a bonos “High Yield” (alto rendimiento) y centrarse en “Investment Grade” (máxima calificación crediticia). En renta variable, la postura es de cautela, a la espera de los resultados del primer trimestre. Si los beneficios no confirman las expectativas actuales, las valoraciones podrían ajustarse a la baja.
La respuesta monetaria podría llegar desde el Banco Central Europeo (BCE). Bank of America anticipa que el banco central tiene margen para recortar tipos hasta el 1,25% antes de el final de año. La inflación total en la eurozona cayó del 2,3% al 2,2% en marzo, y los servicios empiezan a mostrar moderación, lo que podría permitir un entorno monetario más acomodaticio.
Por otro lado, en Alemania, la combinación de un paquete de infraestructuras de 500.000 millones de euros y un mayor gasto en defensa podría reactivar el crecimiento a partir de 2026, con aportaciones estimadas de 0,3 a 0,4 puntos porcentuales anuales al PIB. Pero eso es futuro. En 2025, la previsión es de recesión técnica. En contraste, España se perfila como la excepción, con un crecimiento esperado del 2,4%, gracias a su menor dependencia de la demanda externa y a un mercado laboral más resistente.
En este contexto, Bank of America ha rebajado su recomendación sobre la renta variable europea de sobreponderar a neutral. La región sigue teniendo potencial, pero las expectativas deben ajustarse a un escenario menos favorable. Las entradas de capital son un reflejo de una huida, no de una convicción firme.