Un enfermero dimite en las Urgencias para irse a trabajar a la sanidad privada porque no le da para vivir: «No puedo pagar el alquiler»
La vida cada día está más cara y los salarios no ayudan a asumir este encarecimiento, todo lo contrario. Muchos ingresos se han visto reducidos y los precios, en lugar de mantenerse, se alejan con subidas muy por encima de la capacidad adquisitiva de muchos ciudadanos. La precariedad laboral golpea a numerosos sectores, y entre ellos está el sanitario. España es el país con peores contratos sanitarios de la OCDE , según un estudio del propio organismo realizado en 2023. No está lejos de nuestro país Italia, que tampoco puede presumir y país que, como España, como muchos de sus sanitarios deciden irse en busca de mejores contratos a otros países u otras comunidades de su misma nación. Es la historia de Pavels Krilovs , un enfermero de 35 años nacido en Letonia y criado en Reggio Calabria, una región al sur de Italia. En una entrevista con el diario Il Corriere della Sera , cuenta que ha dejado su puesto en el servicio de Urgencias del hospital Sant'Orsola en Bolonia, donde ha trabajado durante los últimos cinco años, para volverse a su ciudad natal debido a la presión constante, las amenazas diarias y a las condiciones de vida. Tras mucho pensarlo ha decidido irse a la sanidad privada en Reggio Calabria, 1.000 kilómetros al sur del pais. «Me encanta mi trabajo de enfermero en Urgencias, pero he dimitido. Y no soy el único. En los últimos tres meses otros seis compañeros se han ido», apunta durante su charla con el medio italiano, haciendo hincapié en la precariedad que viven los enfermeros en el norte del país. Krilovs explica las difíciles condiciones para los enfermeros en la sanidad pública italiana que se suman a los de la vivienda, común en muchas ciudades de Europa. Pese a que este joven cobra un salario que parece decente: 2.000 euros al mes, le es imposible cubrir los costes básicos como la vivienda para él solo. «Lo dejo todo sobre todo porque el derecho a un techo no está garantizado en Bolonia. Es una ciudad que te quita casi 1.000 euros si quieres vivir solo. No es sostenible», explica el enfermero. Por eso una de las cosas que considera indignantes es que se vea obligado a su edad -35 años- a compartir piso con otros tres compañeros . A pesar de su amor por la profesión, las condiciones laborales y económicas lo han llevado a replantearse su futuro. «Si tengo que machacarme tanto aquí, pero luego no puedo permitirme ni siquiera una casa para mí, ¿qué sentido tiene?», se pregunta. La presión del servicio de urgencias, que Krilovs describe como agotadora, también ha influido en su decisión: «Hay que estar 12 horas de pie y mantenerse atento y vigilante desde que entras hasta que te vas. No puedes desconectar, no sabes qué es lo que va a venir después». A pesar de ser responsable del triaje de enfermos y de manejar medicamentos salvavidas, Krilovs afirma que no recibe ningún tipo de incentivo económico por la responsabilidad y la carga emocional que implica trabajar en Urgencias . Para él, la falta de reconocimiento es un factor clave para explicar la fuga de enfermeros hacia el sector privado. Krilovs planea ahora trabajar en el sector privado en Reggio Calabria, donde los salarios son más altos y las condiciones son más llevaderas. Por eso son capaces de captar tantos profesionales y cumplir con sus expectativas: «El sector privado se han dado cuenta de la frustración de nuestra categoría profesional y pagan a un enfermero hasta 30 euros por hora».
La vida cada día está más cara y los salarios no ayudan a asumir este encarecimiento, todo lo contrario. Muchos ingresos se han visto reducidos y los precios, en lugar de mantenerse, se alejan con subidas muy por encima de la capacidad adquisitiva de muchos ciudadanos. La precariedad laboral golpea a numerosos sectores, y entre ellos está el sanitario. España es el país con peores contratos sanitarios de la OCDE , según un estudio del propio organismo realizado en 2023. No está lejos de nuestro país Italia, que tampoco puede presumir y país que, como España, como muchos de sus sanitarios deciden irse en busca de mejores contratos a otros países u otras comunidades de su misma nación. Es la historia de Pavels Krilovs , un enfermero de 35 años nacido en Letonia y criado en Reggio Calabria, una región al sur de Italia. En una entrevista con el diario Il Corriere della Sera , cuenta que ha dejado su puesto en el servicio de Urgencias del hospital Sant'Orsola en Bolonia, donde ha trabajado durante los últimos cinco años, para volverse a su ciudad natal debido a la presión constante, las amenazas diarias y a las condiciones de vida. Tras mucho pensarlo ha decidido irse a la sanidad privada en Reggio Calabria, 1.000 kilómetros al sur del pais. «Me encanta mi trabajo de enfermero en Urgencias, pero he dimitido. Y no soy el único. En los últimos tres meses otros seis compañeros se han ido», apunta durante su charla con el medio italiano, haciendo hincapié en la precariedad que viven los enfermeros en el norte del país. Krilovs explica las difíciles condiciones para los enfermeros en la sanidad pública italiana que se suman a los de la vivienda, común en muchas ciudades de Europa. Pese a que este joven cobra un salario que parece decente: 2.000 euros al mes, le es imposible cubrir los costes básicos como la vivienda para él solo. «Lo dejo todo sobre todo porque el derecho a un techo no está garantizado en Bolonia. Es una ciudad que te quita casi 1.000 euros si quieres vivir solo. No es sostenible», explica el enfermero. Por eso una de las cosas que considera indignantes es que se vea obligado a su edad -35 años- a compartir piso con otros tres compañeros . A pesar de su amor por la profesión, las condiciones laborales y económicas lo han llevado a replantearse su futuro. «Si tengo que machacarme tanto aquí, pero luego no puedo permitirme ni siquiera una casa para mí, ¿qué sentido tiene?», se pregunta. La presión del servicio de urgencias, que Krilovs describe como agotadora, también ha influido en su decisión: «Hay que estar 12 horas de pie y mantenerse atento y vigilante desde que entras hasta que te vas. No puedes desconectar, no sabes qué es lo que va a venir después». A pesar de ser responsable del triaje de enfermos y de manejar medicamentos salvavidas, Krilovs afirma que no recibe ningún tipo de incentivo económico por la responsabilidad y la carga emocional que implica trabajar en Urgencias . Para él, la falta de reconocimiento es un factor clave para explicar la fuga de enfermeros hacia el sector privado. Krilovs planea ahora trabajar en el sector privado en Reggio Calabria, donde los salarios son más altos y las condiciones son más llevaderas. Por eso son capaces de captar tantos profesionales y cumplir con sus expectativas: «El sector privado se han dado cuenta de la frustración de nuestra categoría profesional y pagan a un enfermero hasta 30 euros por hora».
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