Un día de ceguera
Durante el apagón tuve que recoger a mi hija en una vivienda cuyo telefonillo no funcionaba. Un amable vecino que entraba con su perro me permitió pasar y me dijo dónde vivía, por si necesitábamos la llave para salir. En efecto, tuvimos que pedirle ayuda, aunque solo para comprobar que cuando no hay luz la puerta del portal no podía abrirse desde dentro. Subimos entonces a su casa para, desde su terraza, pedir ayuda a la gente de la calle, lanzándoles la llave. Así, con ayuda de todos, conseguimos salir del portal. En el último momento me di cuenta de que el vecino que nos había estado ayudando todo el tiempo ¡era ciego! El perro con el que entraba era su guía. Pero es que se manejaba con tanta soltura y tranquilidad que no había reparado en ello. Este martes, al recordarlo, pienso en todas esas personas para quienes el apagón es permanente y que, a pesar de esa dificultad, logran llevar sus vidas adelante sin problemas e incluso ayudan a otros en sus dificultades. Me dijo que se llamaba David. Pues toda mi admiración para la gente como tú, David. Y muchas gracias por tu ayuda. Pablo González Caballero . Boadilla (Madrid) Siempre me he preguntado si acaso la especie humana llegó a un culmen y ya, desde hace unos años, va decayendo. El crecimiento del individualismo, el menosprecio de la dignidad humana, la misantropía nihilista… son algunas de las patologías que, a mi parecer, azotan la sociedad actual. La cultura popular ha promovido la imagen de que, en las crisis, la sociedad se vuelve catastrofista y hace encender los sentimientos más execrables y ocultos de los seres humanos. Sin embargo… se mueve,como dijo Galileo. El apagón del lunes me mostró que, aunque haya excepciones, los humanos seguimos teniendo cierto aprecio colectivo. Puede parecer una bagatela, pero yo lo percibí en las simples calles con los semáforos: sin ninguna autoridad regulando el tráfico, los conductores en las avenidas y calles más anchas tendían a dejar pasar a los peatones (algo sorprendente, puesto que, en calles estrechas, me he encontrado más veces con la situación contraria). Por lo tanto, no nos entreguemos en las banales psicologías de las películas sensacionalistas, ya que, como siempre, la realidad supera a la ficción. Dídac Romer Sendrós . Gerona ¿Estábamos preparados para Filomena? No. ¿Y para el volcán de La Palma? No. ¿Para el Covid-19? No. ¿Para la dana? No. ¿Para el gran apagón? No. Nuestro mundo está sujeto a innumerables e impredecibles acontecimientos catastróficos que nos alteran y que dañan nuestras vidas. Por eso precisamos de un Gobierno fuerte, preparado y fiable, con protocolos, medios y capacidad de respuesta adecuados a cualquier acontecimiento de importancia nacional. ¿Lo tenemos en España? No. Antonio Méndez Martin-Allegue . Madrid
Durante el apagón tuve que recoger a mi hija en una vivienda cuyo telefonillo no funcionaba. Un amable vecino que entraba con su perro me permitió pasar y me dijo dónde vivía, por si necesitábamos la llave para salir. En efecto, tuvimos que pedirle ayuda, aunque solo para comprobar que cuando no hay luz la puerta del portal no podía abrirse desde dentro. Subimos entonces a su casa para, desde su terraza, pedir ayuda a la gente de la calle, lanzándoles la llave. Así, con ayuda de todos, conseguimos salir del portal. En el último momento me di cuenta de que el vecino que nos había estado ayudando todo el tiempo ¡era ciego! El perro con el que entraba era su guía. Pero es que se manejaba con tanta soltura y tranquilidad que no había reparado en ello. Este martes, al recordarlo, pienso en todas esas personas para quienes el apagón es permanente y que, a pesar de esa dificultad, logran llevar sus vidas adelante sin problemas e incluso ayudan a otros en sus dificultades. Me dijo que se llamaba David. Pues toda mi admiración para la gente como tú, David. Y muchas gracias por tu ayuda. Pablo González Caballero . Boadilla (Madrid) Siempre me he preguntado si acaso la especie humana llegó a un culmen y ya, desde hace unos años, va decayendo. El crecimiento del individualismo, el menosprecio de la dignidad humana, la misantropía nihilista… son algunas de las patologías que, a mi parecer, azotan la sociedad actual. La cultura popular ha promovido la imagen de que, en las crisis, la sociedad se vuelve catastrofista y hace encender los sentimientos más execrables y ocultos de los seres humanos. Sin embargo… se mueve,como dijo Galileo. El apagón del lunes me mostró que, aunque haya excepciones, los humanos seguimos teniendo cierto aprecio colectivo. Puede parecer una bagatela, pero yo lo percibí en las simples calles con los semáforos: sin ninguna autoridad regulando el tráfico, los conductores en las avenidas y calles más anchas tendían a dejar pasar a los peatones (algo sorprendente, puesto que, en calles estrechas, me he encontrado más veces con la situación contraria). Por lo tanto, no nos entreguemos en las banales psicologías de las películas sensacionalistas, ya que, como siempre, la realidad supera a la ficción. Dídac Romer Sendrós . Gerona ¿Estábamos preparados para Filomena? No. ¿Y para el volcán de La Palma? No. ¿Para el Covid-19? No. ¿Para la dana? No. ¿Para el gran apagón? No. Nuestro mundo está sujeto a innumerables e impredecibles acontecimientos catastróficos que nos alteran y que dañan nuestras vidas. Por eso precisamos de un Gobierno fuerte, preparado y fiable, con protocolos, medios y capacidad de respuesta adecuados a cualquier acontecimiento de importancia nacional. ¿Lo tenemos en España? No. Antonio Méndez Martin-Allegue . Madrid
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