Un camino hacia la perfección humana

Más de 500 años después de la muerte de Santa Teresa , el valioso legado que nos dejó sigue más vivo que nunca. Su cuerpo volverá a exhibirse en público para poder venerarlo. Un gran acontecimiento que no ocurría desde hacía 111 años. Tendrá lugar entre el 11 y el 25 de mayo en la Basílica de la Anunciación de Nuestra Señora del Carmen, en Alba de Tormes. El alma de 'La Andariega' es imperecedera. Seguimos inspirándonos en ella, en su ejemplo y en sus escritos, los cuáles se han convertido en importantes referencias, no sólo de la mística cristiana, también para recorrer un camino universal de perfección humana. Teresa fue promotora de un nuevo estilo de vida diferencial: el de la excelencia personal. Propuso un modo distinguido de ser y de estar en el mundo, donde las virtudes juegan un papel importante. Destacó especialmente la humildad (aceptación de nuestros límites), el desasimiento (desprendimiento del ego), el señorío (libertad interior) y, más allá de todo ello: el amor. El propósito principal que movió a Teresa a lo largo de su existencia fue la búsqueda de la verdad. La pluma fue su gran herramienta para poner en palabras las resonancias de su mundo interior. Ella fue como un rayo de luz en medio de la oscuridad. Contribuyó a impulsar un necesario cambio en la Iglesia que, en el XVI, atravesaba una fuerte crisis. Teresa fue valiente pues, a pesar de estar bajo sospecha, hizo una apuesta fuerte por complementar la fe con la experiencia personal para que ésta se transformara en obras y no quedara muerta. La oración fue el mejor vehículo para realizar su viaje interior. A ella le cede un gran protagonismo en sus libros. En el primero, el de su vida, le dedica un tratadillo que se extiende entre los capítulos décimo primero hasta el vigésimo primero. Distinguió varios grados para el orante. Al primero lo llamó 'meditación'. Consiste en la lectura de textos sagrados para reflexionar sobre lo que en ellos se revela. Esta primera etapa ascética requiere un gran esfuerzo humano porque hay que sortear el conflicto interno que se produce al estar entre dos mundos. En esta etapa es esencial el ejercicio de la voluntad y perseverancia para cumplir con el compromiso diario del rezo, que es la puerta de entrada hacia la otra dimensión. Teresa hacía una diferenciación metodológica entre la oración vocal y mental. A partir del segundo grado, el de 'quietud', nos adentramos en el terreno de la mística que es en el que se produce algún encuentro con Dios que va transformando, poco a poco, a la persona. Aquí la verborrea mental se va acallando lo que ayuda a que se puedan escuchar, de forma más clara, los ecos de Dios. En teología cristina a este proceso de vaciamiento personal, un acto de humildad radical, se le conoce con el nombre de «kénosis». Esto recuerda, en cierto modo, a la meditación oriental a diferencia de que el hueco que queda vacante en el individuo es colmado con la Gracia Divina. Llegados a este punto, como nos explica Teresa en sus primeras moradas del 'castillo interior', el devoto ha podido descubrir información muy valiosa para su autoconocimiento. En el tercer grado, 'sueño de las potencias', la persona ya no vive guiándose por su voluntad sino por la de Dios, lo que hace más fácil el ejercicio de la virtud. En este nivel de oración se gestionan mejor las tentaciones al tomar conciencia de ellas. En el cuarto grado, 'Oración de unión', ya no se siente, se goza. Se alcanza el éxtasis por el compromiso eterno con el Amado que, con tanta maestría, inmortalizó Bernini en la escultura que se puede contemplar en la Iglesia de Santa María de la Victoria de Roma. Una de las manifestaciones más claras de esta última etapa es que la persona tiene la capacidad de amar profundamente al enemigo .

Abr 28, 2025 - 21:00
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Un camino hacia la perfección humana
Más de 500 años después de la muerte de Santa Teresa , el valioso legado que nos dejó sigue más vivo que nunca. Su cuerpo volverá a exhibirse en público para poder venerarlo. Un gran acontecimiento que no ocurría desde hacía 111 años. Tendrá lugar entre el 11 y el 25 de mayo en la Basílica de la Anunciación de Nuestra Señora del Carmen, en Alba de Tormes. El alma de 'La Andariega' es imperecedera. Seguimos inspirándonos en ella, en su ejemplo y en sus escritos, los cuáles se han convertido en importantes referencias, no sólo de la mística cristiana, también para recorrer un camino universal de perfección humana. Teresa fue promotora de un nuevo estilo de vida diferencial: el de la excelencia personal. Propuso un modo distinguido de ser y de estar en el mundo, donde las virtudes juegan un papel importante. Destacó especialmente la humildad (aceptación de nuestros límites), el desasimiento (desprendimiento del ego), el señorío (libertad interior) y, más allá de todo ello: el amor. El propósito principal que movió a Teresa a lo largo de su existencia fue la búsqueda de la verdad. La pluma fue su gran herramienta para poner en palabras las resonancias de su mundo interior. Ella fue como un rayo de luz en medio de la oscuridad. Contribuyó a impulsar un necesario cambio en la Iglesia que, en el XVI, atravesaba una fuerte crisis. Teresa fue valiente pues, a pesar de estar bajo sospecha, hizo una apuesta fuerte por complementar la fe con la experiencia personal para que ésta se transformara en obras y no quedara muerta. La oración fue el mejor vehículo para realizar su viaje interior. A ella le cede un gran protagonismo en sus libros. En el primero, el de su vida, le dedica un tratadillo que se extiende entre los capítulos décimo primero hasta el vigésimo primero. Distinguió varios grados para el orante. Al primero lo llamó 'meditación'. Consiste en la lectura de textos sagrados para reflexionar sobre lo que en ellos se revela. Esta primera etapa ascética requiere un gran esfuerzo humano porque hay que sortear el conflicto interno que se produce al estar entre dos mundos. En esta etapa es esencial el ejercicio de la voluntad y perseverancia para cumplir con el compromiso diario del rezo, que es la puerta de entrada hacia la otra dimensión. Teresa hacía una diferenciación metodológica entre la oración vocal y mental. A partir del segundo grado, el de 'quietud', nos adentramos en el terreno de la mística que es en el que se produce algún encuentro con Dios que va transformando, poco a poco, a la persona. Aquí la verborrea mental se va acallando lo que ayuda a que se puedan escuchar, de forma más clara, los ecos de Dios. En teología cristina a este proceso de vaciamiento personal, un acto de humildad radical, se le conoce con el nombre de «kénosis». Esto recuerda, en cierto modo, a la meditación oriental a diferencia de que el hueco que queda vacante en el individuo es colmado con la Gracia Divina. Llegados a este punto, como nos explica Teresa en sus primeras moradas del 'castillo interior', el devoto ha podido descubrir información muy valiosa para su autoconocimiento. En el tercer grado, 'sueño de las potencias', la persona ya no vive guiándose por su voluntad sino por la de Dios, lo que hace más fácil el ejercicio de la virtud. En este nivel de oración se gestionan mejor las tentaciones al tomar conciencia de ellas. En el cuarto grado, 'Oración de unión', ya no se siente, se goza. Se alcanza el éxtasis por el compromiso eterno con el Amado que, con tanta maestría, inmortalizó Bernini en la escultura que se puede contemplar en la Iglesia de Santa María de la Victoria de Roma. Una de las manifestaciones más claras de esta última etapa es que la persona tiene la capacidad de amar profundamente al enemigo .