'Teleclub', el documental que ahonda en el corazón social de los pueblos: "Tienen un carácter terapéutico"
El documental de Daniel Marí y Ana de la Eranueva se presenta este viernes 9 de mayo en la inauguración del Festival de Cine Rural y de Montaña de Cervera de Pisuerga Entrevista - El dúo de Valladolid que mezcla folclore y música electrónica: “Esta corriente ha germinado el interés en gente joven” Una cuantas mesas repartidas por una sala sencilla que preside una barra de bar. Sillas —a veces desparejadas— acompañan a carteles, calendarios, mapas o fotografías del pueblo que decoran las paredes de un espacio que lucha por romper el silencio de los pueblos. En un rincón, un grupo de personas 'echan' un mus. En otro, hablan de sus hijos, nietos o de los problemas del vecino. Algunos toman un café a precios populares mientras picotean algo que se han traído de casa, si es que no queda nada detrás de la barra. Parecen bares, pero algo no termina de encajar en esa definición: no abre en un horario fijo, a menudo se autogestiona por el pueblo, se organizan reuniones, celebraciones o incluso misas cuando el frío aprieta. El documental Teleclub, dirigido por Daniel Marí y Ana de la Eranueva, refleja esta realidad y busca ahondar en el corazón social de los pueblos y se presentará este viernes 9 de mayo a las 20.30 horas en la inauguración del Festival de Cine Rural y de Montaña de Cervera de Pisuerga. A través de historias personales, ambos retratan una forma de vida en la que la colectividad, la cercanía y la resistencia cotidiana son el hilo conductor de Teleclub. “Son centros esenciales para la vida social y cultural de los pueblos. Tienen hasta un carácter terapéutico, de dar un servicio más que de sacar dinero. Aquí los inviernos son muy duros y a veces hace más calor en el teleclub que en las casas... en algún teleclub incluso dan la misa porque hace menos frío que en la iglesia”, reflexiona De la Eranueva, palentina. “Es un centro de vida social y sirve para que la gente se organice y se encuentre”, agrega a su lado Daniel Marí. Teleclubs de la Montaña Palentina A este cineasta gaditano, los teleclubs le resultaron anómalos cuando llegó a la Montaña Palentina porque en Cádiz los pueblos son mucho más grandes y no hay este tipo de espacios. “Pero aquí en muchos pueblos es el único sitio para encontrarse. Antes era donde quedaban para ver la televisión, pero ahora muchos no se verían si no es por el teleclub”, aclara Marí, que pone en valor que en Vallejo de Orbó el teleclub se haya reabierto tras cuatro o cinco años cerrado. Cartel del documental 'Teleclub'. Ambos autores han recorrido pueblos de la Montaña Palentina como Vallejo de Orbó, Herreruela, Villaescusa de las Torres, Quintanaluegos o Mudá para contar desde allí cómo los teleclubs dan vida a las localidades más pequeñas, en una comarca en la que todo el mundo conoce a todo el mundo, de manera directa o indirecta. Basada precisamente en esa comunicación está la misma esencia del teleclub: solo los que viven y están por allí conocen los horarios. De hecho, ni siquiera hay un registro oficial de teleclubs en Castilla y León. El gobierno autonómico dio el año pasado ayudas económicas para que 734 pueblos de hasta 200 habitantes mantuvieran abierto su teleclub o bar. “Aquí la gente está más conectada al medio natural, hemos hablado también con gente que se dedica al campo y que no tiene relevo generacional”, lamenta Ana de la Eranueva, que, con su experiencia en el trabajo social y la sociología, realiza ahora su primera incursión en el cine como una herramienta para narrar el arraigo, la vida comunitaria y la memoria popular del entorno rural. Al venir de sitios distintos y de profesiones diferentes, De la Eranueva subraya que en este proyecto se han “complementado” sus miradas.

El documental de Daniel Marí y Ana de la Eranueva se presenta este viernes 9 de mayo en la inauguración del Festival de Cine Rural y de Montaña de Cervera de Pisuerga
Entrevista - El dúo de Valladolid que mezcla folclore y música electrónica: “Esta corriente ha germinado el interés en gente joven”
Una cuantas mesas repartidas por una sala sencilla que preside una barra de bar. Sillas —a veces desparejadas— acompañan a carteles, calendarios, mapas o fotografías del pueblo que decoran las paredes de un espacio que lucha por romper el silencio de los pueblos. En un rincón, un grupo de personas 'echan' un mus. En otro, hablan de sus hijos, nietos o de los problemas del vecino. Algunos toman un café a precios populares mientras picotean algo que se han traído de casa, si es que no queda nada detrás de la barra.
Parecen bares, pero algo no termina de encajar en esa definición: no abre en un horario fijo, a menudo se autogestiona por el pueblo, se organizan reuniones, celebraciones o incluso misas cuando el frío aprieta. El documental Teleclub, dirigido por Daniel Marí y Ana de la Eranueva, refleja esta realidad y busca ahondar en el corazón social de los pueblos y se presentará este viernes 9 de mayo a las 20.30 horas en la inauguración del Festival de Cine Rural y de Montaña de Cervera de Pisuerga.
A través de historias personales, ambos retratan una forma de vida en la que la colectividad, la cercanía y la resistencia cotidiana son el hilo conductor de Teleclub. “Son centros esenciales para la vida social y cultural de los pueblos. Tienen hasta un carácter terapéutico, de dar un servicio más que de sacar dinero. Aquí los inviernos son muy duros y a veces hace más calor en el teleclub que en las casas... en algún teleclub incluso dan la misa porque hace menos frío que en la iglesia”, reflexiona De la Eranueva, palentina. “Es un centro de vida social y sirve para que la gente se organice y se encuentre”, agrega a su lado Daniel Marí.
Teleclubs de la Montaña Palentina
A este cineasta gaditano, los teleclubs le resultaron anómalos cuando llegó a la Montaña Palentina porque en Cádiz los pueblos son mucho más grandes y no hay este tipo de espacios. “Pero aquí en muchos pueblos es el único sitio para encontrarse. Antes era donde quedaban para ver la televisión, pero ahora muchos no se verían si no es por el teleclub”, aclara Marí, que pone en valor que en Vallejo de Orbó el teleclub se haya reabierto tras cuatro o cinco años cerrado.
Ambos autores han recorrido pueblos de la Montaña Palentina como Vallejo de Orbó, Herreruela, Villaescusa de las Torres, Quintanaluegos o Mudá para contar desde allí cómo los teleclubs dan vida a las localidades más pequeñas, en una comarca en la que todo el mundo conoce a todo el mundo, de manera directa o indirecta. Basada precisamente en esa comunicación está la misma esencia del teleclub: solo los que viven y están por allí conocen los horarios. De hecho, ni siquiera hay un registro oficial de teleclubs en Castilla y León. El gobierno autonómico dio el año pasado ayudas económicas para que 734 pueblos de hasta 200 habitantes mantuvieran abierto su teleclub o bar.
“Aquí la gente está más conectada al medio natural, hemos hablado también con gente que se dedica al campo y que no tiene relevo generacional”, lamenta Ana de la Eranueva, que, con su experiencia en el trabajo social y la sociología, realiza ahora su primera incursión en el cine como una herramienta para narrar el arraigo, la vida comunitaria y la memoria popular del entorno rural. Al venir de sitios distintos y de profesiones diferentes, De la Eranueva subraya que en este proyecto se han “complementado” sus miradas.
“En los pueblos se disfruta más de lo cotidiano en contraposición al carácter frenético de las ciudades. La gente se relaciona menos en espacios de consumo”, resume De la Eranueva, que había normalizado. Daniel Marí insiste en cómo le sorprendió que los teleclubs no fueran “un espacio lucrativo”.
Acompañados de la música de Delameseta —un dúo que mezcla folclore y música electrónica—, Marí y De la Eranueva recogen la preocupación que tienen los lugareños por el desinterés de muchos jóvenes por la vida rural. Alguno de los pueblos tenía hace décadas 40 niños en la escuela y ya no queda ni uno solo. “Casi todo el mundo estaba preocupado por eso, e incluso se están perdiendo los teleclubs. Aunque últimamente hay gente que se ha formado en las ciudades y se están volviendo al pueblo porque quieren resignificar su estilo de vida”, subraya Ana de la Eranueva, quien destaca el auge de iniciativas culturales también para la zona.
Los teleclubs se popularizaron en los años 60 precisamente con una esencia que han mantenido desde entonces. En los últimos años, ha menguado cada vez más el tamaño de estos pueblos que buscan reinventarse tras el cierre de las minas. Teleclub se estrena en el festival de Cervera porque sus autores querían que los participantes del documental pudieran ver el resultado antes de llevarlo a otros festivales y espacios culturales. Después recorrerán los teleclubs que han protagonizado la cinta y realizarán coloquios abiertos al público. Y, quién sabe, quizá saquen material para otro proyecto que tenga una mirada “más amplia y profunda”, como no descarta Daniel Marí.