t.A.T.u., el dúo ruso que fingió su homosexualidad, insultó a una rival y estuvo al borde del veto por riesgo de contenido inapropiado en Eurovisión
Producto de marketing - 'All the Things She Said' se convirtió en un éxito mundial gracias a un vídeo polémico, una estética calculada y una historia de amor adolescente que generó críticas, censuras y premiosUn tema romántico en Eurovisión fue el código secreto de la revolución portuguesa Las pusieron a besarse y luego las mandaron a Eurovisión. La delegación rusa no dejó nada al azar con t.A.T.u., ni siquiera su homosexualidad, que fue diseñada desde un despacho para escandalizar lo justo y ganar votos en Europa. En 2003, cuando el dúo representó al Rusia en el festival, ya eran famosas por un videoclip censurado, un eslogan sexual y unas camisas en prime time que clamaban contra la guerra de Irak. Todo aquello fue tan estudiado como el resto del proyecto. Y así, cuando por fin subieron al escenario de Riga, muchos esperaban de todo menos una actuación musical como las demás. Un dúo diseñado para escandalizar con una canción pegadiza La historia de t.A.T.u. como fenómeno comercial arrancó en Moscú, con un cásting organizado por Ivan Shapovalov y su socio para seleccionar a dos adolescentes que encajaran en su idea de grupo pop. La morena Lena Katina y la pelirroja Yulia Volkova, ambas con pasado en el grupo infantil Neposedy, fueron las elegidas. El concepto lo decidieron ellos: dos chicas que se aman. De hecho, el nombre del dúo proviene de la frase rusa esta chica ama a esa chica, que se redujo a t.A.T.u. y se decoró con puntos y mayúsculas para evitar demandas de una banda australiana. Nada en aquel proyecto fue casual. En una entrevista emitida en la televisión rusa en diciembre de 2003, Shapovalov explicó que creó un “proyecto sexual con menores” porque le parecía divertido. La confesión llegó meses después de que el dúo se convirtiera en un fenómeno global con All the Things She Said, la versión en inglés de su primer sencillo, cuyo título original era Ya soshla s uma - en español He perdido la razón -. Según su compositora Elena Kiper, la idea surgió tras despertarse de una cirugía dental con un sueño en el que besaba a otra mujer. El videoclip de ese tema, con las dos cantantes besándose bajo la lluvia y vestidas de colegialas, fue vetado en varias cadenas, criticado por insinuaciones de pedofilia y al mismo tiempo premiado en los MTV rusos. En paralelo, las ventas subieron como la espuma: más de 13 millones de copias entre las versiones rusa e inglesa de su primer álbum. La imagen de “amantes adolescentes que desafían al mundo” se convirtió en una fórmula tan rentable que ni siquiera el rechazo de medios y activistas impidió su éxito global. Eurovisión estaba preparada para todo La participación en Eurovisión, que tuvo lugar en mayo de 2003 en Riga fue una extensión lógica del espectáculo que las rodeaba. Rusia las eligió directamente, sin preselección nacional, y las envió con la canción Ne ver’, ne boisia” un tema compuesto por Valeri Polienko y Sergio Galoyan con letra en ruso que apelaba al lema de los prisioneros políticos soviéticos. La puesta en escena, sin coreografía ni efectos especiales, contrastó con la expectación mediática previa, centrada en la posibilidad de que se besaran durante la actuación. Ese gesto, en ese momento, era algo altamente provocador. Durante la semana del festival, su comportamiento generó tensiones constantes con los organizadores. Llegaron con un día de retraso a los ensayos oficiales, alegando problemas de salud de Yulia. Además, se quejaron públicamente de la iluminación y la escenografía, algo poco habitual entre los artistas participantes. En una entrevista previa al certamen, insultaron a Lou, representante de Alemania, lo que generó un conflicto diplomático entre delegaciones. Las medidas de prevención por parte de la organización fueron excepcionales. La Unión Europea de Radiodifusión (UER) mantuvo conversaciones internas para decidir si la emisión debía interrumpirse en caso de que el dúo realizara gestos o actos considerados inapropiados para una audiencia familiar. Aunque esas precauciones no se concretaron durante la retransmisión porque no ocurrió nada reseñable, el ambiente de vigilancia y tensión marcó toda su presencia en Riga. Un tercer puesto que Rusia vivió como una ofensa nacional En la votación final, t.A.T.u. alcanzó el tercer puesto con 164 puntos, apenas tres por debajo de la ganadora, que fue Turquía. Poco después, Channel One, la televisión pública rusa, presentó una queja oficial por el sistema de votación utilizado por la emisora irlandesa RTÉ. Debido a un fallo técnico, Irlanda no pudo contabilizar su televoto y recurrió a un jurado de reserva. Según los datos revelados más tarde, si se hubieran sumado los votos del público, Rusia habría recibido diez puntos adicionales y superado a Bélgica, obteniendo así el segundo lugar.

Producto de marketing - 'All the Things She Said' se convirtió en un éxito mundial gracias a un vídeo polémico, una estética calculada y una historia de amor adolescente que generó críticas, censuras y premios
Un tema romántico en Eurovisión fue el código secreto de la revolución portuguesa
Las pusieron a besarse y luego las mandaron a Eurovisión. La delegación rusa no dejó nada al azar con t.A.T.u., ni siquiera su homosexualidad, que fue diseñada desde un despacho para escandalizar lo justo y ganar votos en Europa.
En 2003, cuando el dúo representó al Rusia en el festival, ya eran famosas por un videoclip censurado, un eslogan sexual y unas camisas en prime time que clamaban contra la guerra de Irak. Todo aquello fue tan estudiado como el resto del proyecto. Y así, cuando por fin subieron al escenario de Riga, muchos esperaban de todo menos una actuación musical como las demás.
Un dúo diseñado para escandalizar con una canción pegadiza
La historia de t.A.T.u. como fenómeno comercial arrancó en Moscú, con un cásting organizado por Ivan Shapovalov y su socio para seleccionar a dos adolescentes que encajaran en su idea de grupo pop. La morena Lena Katina y la pelirroja Yulia Volkova, ambas con pasado en el grupo infantil Neposedy, fueron las elegidas.
El concepto lo decidieron ellos: dos chicas que se aman. De hecho, el nombre del dúo proviene de la frase rusa esta chica ama a esa chica, que se redujo a t.A.T.u. y se decoró con puntos y mayúsculas para evitar demandas de una banda australiana.
Nada en aquel proyecto fue casual. En una entrevista emitida en la televisión rusa en diciembre de 2003, Shapovalov explicó que creó un “proyecto sexual con menores” porque le parecía divertido. La confesión llegó meses después de que el dúo se convirtiera en un fenómeno global con All the Things She Said, la versión en inglés de su primer sencillo, cuyo título original era Ya soshla s uma - en español He perdido la razón -. Según su compositora Elena Kiper, la idea surgió tras despertarse de una cirugía dental con un sueño en el que besaba a otra mujer.
El videoclip de ese tema, con las dos cantantes besándose bajo la lluvia y vestidas de colegialas, fue vetado en varias cadenas, criticado por insinuaciones de pedofilia y al mismo tiempo premiado en los MTV rusos. En paralelo, las ventas subieron como la espuma: más de 13 millones de copias entre las versiones rusa e inglesa de su primer álbum.
La imagen de “amantes adolescentes que desafían al mundo” se convirtió en una fórmula tan rentable que ni siquiera el rechazo de medios y activistas impidió su éxito global.
Eurovisión estaba preparada para todo
La participación en Eurovisión, que tuvo lugar en mayo de 2003 en Riga fue una extensión lógica del espectáculo que las rodeaba. Rusia las eligió directamente, sin preselección nacional, y las envió con la canción Ne ver’, ne boisia” un tema compuesto por Valeri Polienko y Sergio Galoyan con letra en ruso que apelaba al lema de los prisioneros políticos soviéticos.
La puesta en escena, sin coreografía ni efectos especiales, contrastó con la expectación mediática previa, centrada en la posibilidad de que se besaran durante la actuación. Ese gesto, en ese momento, era algo altamente provocador.
Durante la semana del festival, su comportamiento generó tensiones constantes con los organizadores. Llegaron con un día de retraso a los ensayos oficiales, alegando problemas de salud de Yulia. Además, se quejaron públicamente de la iluminación y la escenografía, algo poco habitual entre los artistas participantes. En una entrevista previa al certamen, insultaron a Lou, representante de Alemania, lo que generó un conflicto diplomático entre delegaciones.
Las medidas de prevención por parte de la organización fueron excepcionales. La Unión Europea de Radiodifusión (UER) mantuvo conversaciones internas para decidir si la emisión debía interrumpirse en caso de que el dúo realizara gestos o actos considerados inapropiados para una audiencia familiar. Aunque esas precauciones no se concretaron durante la retransmisión porque no ocurrió nada reseñable, el ambiente de vigilancia y tensión marcó toda su presencia en Riga.
Un tercer puesto que Rusia vivió como una ofensa nacional
En la votación final, t.A.T.u. alcanzó el tercer puesto con 164 puntos, apenas tres por debajo de la ganadora, que fue Turquía. Poco después, Channel One, la televisión pública rusa, presentó una queja oficial por el sistema de votación utilizado por la emisora irlandesa RTÉ. Debido a un fallo técnico, Irlanda no pudo contabilizar su televoto y recurrió a un jurado de reserva.
Según los datos revelados más tarde, si se hubieran sumado los votos del público, Rusia habría recibido diez puntos adicionales y superado a Bélgica, obteniendo así el segundo lugar.
Aquel resultado fue leído en Rusia como una injusticia. La polémica se convirtió en parte del relato del grupo, que había llegado al festival bajo sospecha de provocación gratuita y salió de él como víctima de una supuesta manipulación. La actuación en sí no incluyó el beso que tantos esperaban, pero la combinación de retrasos, insultos y problemas bastó para mantener todos los ojos puestos sobre ellas durante toda la gala.
De iconos de la libertad sexual a declaraciones abiertamente homófobas
Poco después, el documental Anatomía de t.A.T.u. desmontó toda la fachada. Katina confesó que acudía a confesarse porque se sentía obligada a comportarse de forma “pecaminosa” por su trabajo. También se supo que estaba embarazada, y que ninguna de las dos era lesbiana, aunque Volkova sí mantuvo que era bisexual. A partir de ese momento, parte del público se sintió engañado.
En 2007, ambas publicaron una carta dirigida a sus seguidores para intentar dar algún tipo de explicación: “Muchos de nuestros fans de orientación sexual alternativa pensaron que mentimos y los traicionamos. Esto no es verdad. Nunca hemos hecho eso y siempre hemos defendido el amor sin fronteras”.
Sin embargo, ese intento de reconciliación no duró. En 2014, Volkova desató una nueva tormenta con unas declaraciones en la televisión ucraniana en las que dijo que “un hombre no tiene derecho a ser gay”. También afirmó que prefería a las lesbianas porque “son mejores que asesinos, ladrones o drogadictos”. Katina respondió a su excompañera en otro medio afirmando que “Dios nos pide que amemos y no juzguemos a otras personas”.
A pesar de sus polémicas, t.A.T.u. reapareció en eventos puntuales, como los Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi de 2014. También volvieron a cantar juntas en 2022 y 2023. Nunca recuperaron el nivel de éxito de sus inicios, pero su impacto quedó marcado por aquella mezcla explosiva de marketing, provocación y ambigüedad que, durante un breve periodo, convirtió a dos adolescentes rusas en un fenómeno internacional.