Sobre la creación (antes de empezar)
La primera novela del director cinematográfico Miguel Ángel Vivas tiene el mismo suspense que encontramos en las series de televisión que él mismo ha rodado, como La casa de papel y Mar de plástico. En este debut literario explora los límites de la culpa, la redención y los secretos familiares. En este making of Miguel... Leer más La entrada Sobre la creación (antes de empezar) aparece primero en Zenda.

La primera novela del director cinematográfico Miguel Ángel Vivas tiene el mismo suspense que encontramos en las series de televisión que él mismo ha rodado, como La casa de papel y Mar de plástico. En este debut literario explora los límites de la culpa, la redención y los secretos familiares.
En este making of Miguel Ángel Vivas cuenta cómo escribió El pecado del hijo (HarperCollins).
***
Lo primero, como digo en la introducción del libro, es que el motivo de escribir esta historia obedece a una necesidad imperiosa de contarla. Recuerdo estar una mañana en mi cafetería habitual cuando vi la noticia del traslado a los juzgados de un asesino y violador en una ciudad de provincias. La multitud allí concentrada, al no poder acceder al asesino para desfogar su odio, decidió liberar su frustración con el hermano del violador, que allí se encontraba, y apalizarlo delante de las cámaras. Me quedé de piedra. No tenía ni idea de cómo reaccionar. ¿Qué culpa tiene ese señor más allá de la sangre y genes que comparte con el asesino? Y, como he dicho, en ese momento sentí esa necesidad imperiosa de contar esta historia.
Para mí, la creación literaria se divide en tres partes: la historia (escaleta, argumento, sinopsis larga, estructura detallada…), personajes (personalidad, background, motivaciones, dilemas morales…) y estilo formal (persona, tiempo verbal, forma, poética…).
Intentaré hablar de estas tres ideas sin extenderme demasiado.
Para la trama, tenía claro que quería contar la historia de la familia del violador y asesino desde el punto de vista del duelo, creando un paralelismo entre estos y la familia de la víctima. Al fin de cuentas, ambas familias han perdido a un ser querido. Esta comparativa era delicada y podía llegar a abrir ampollas en ciertos lectores, así que tuve muy claro la sutilidad y el respeto con el que tendría que abrazar la historia. A partir de aquí, trabajé mucho en los personajes, ya que, como decía Borges, las historias están todas contadas, lo que cambia, para mí, son las personas/personajes que habitan en ellas. No quería adaptar a los personajes para que encajaran en la historia, sino dejarlos libres por la historia y ver dónde me llevaban. Así, no empecé a trabajar en la escaleta tramática hasta tener claro quiénes eran los protagonistas de esta historia. Aparte del background y ese tipo de recursos, me gusta aproximarme a los personajes desde sus dilemas morales que, para mí, es lo que mueve las historias, mucho más que la propia trama. Tardé meses en entender quiénes eran Marta, Javier, Iván y Dani. Pero tardé mucho más en conocer a Javi. Aún después de haber escrito la novela, he de decir que sigo sin entender por qué hizo lo que hizo (y espero no llegar a entenderlo nunca).
Una vez creados los personajes, solo tenía que dejarles vivir por la historia. Así, al igual que ellos se sorprendían por los acontecimientos, yo me iba sorprendiendo cada día de escritura por cómo reaccionaban a dichos acontecimientos.
A partir de aquí, solo quedaba encontrar el estilo. Dentro de éste, había tres conceptos importantes para la concepción de esta historia. Estos son el tiempo, el espacio y el propio estilo.
El tiempo se congela en esta historia, todo se ralentiza las semanas posteriores a la violación y asesinato de Inma. Quería encontrar la manera de recrear esa idea emocional del tiempo, e investigué mucho cómo recrearlo con palabras. Dar la sensación de cámara lenta, sin parar, a la vez, de avanzar con la historia.
El espacio. Nuestros personajes se van encerrando poco a poco no solo en ellos mismos sino en una casa que hace la función de castillo asediado por los indignados, por las miradas, la prensa, los curiosos… Así que me planteé mucho cómo abordar la poética del espacio, no ya desde las descripciones sino desde una manera mucho más emocional. Poco a poco, la casa donde viven nuestros protagonistas deja de ser un espacio real para convertirse en un espacio emocional.
Y por último, el estilo propiamente dicho. Decir que uno de los referentes se encuentra en el A sangre fría de Capote me da hasta vergüenza —por la obviedad—. Sabía que la historia que iba a contar era muy dura. Y quería enfrentarme a ella con un estilo directo —casi de francotirador— pero, a la vez, entrar en ella desde un estilo visual —mi herencia cinematográfica me delata— y poético sin caer en florituras superfluas. Le di muchas vueltas a la manera de describir a los personajes que aparecían —una característica sería suficiente en la mayoría de los casos—, cómo describir las acciones —aunque muy visuales, entrar en ellas desde la emoción antes que desde el movimiento—, el tiempo verbal —un presente infinito, que nunca termina—… Así, con estas ideas, me puse a escribir bocetos de situaciones hasta que empecé a sentirme a gusto con el estilo.
Y una vez conseguido todo esto, solo me quedaba una cosa por hacer: empezar a escribir.
—————————————
Autor: Miguel Ángel Vivas. Título: El pecado del hijo. Editorial: HarperCollins. Venta: Todos tus libros.
La entrada Sobre la creación (antes de empezar) aparece primero en Zenda.