Sergio Marqués, el chef que reinventó su relación con la cocina tras un ictus: "Es mi pasión"

El chef burgalés Sergio Marqués, acaba de publicar el libro ‘Tapas de Burgos’.

May 7, 2025 - 07:32
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Sergio Marqués, el chef que reinventó su relación con la cocina tras un ictus: "Es mi pasión"

A principios del año pasado, el chef burgalés Sergio Marqués, se estaba estrenando en su nuevo puesto como jefe de cocina del Hotel Montehermoso, en Aranda de Duero (Burgos). Era un trabajo del que estaba muy orgulloso, pero con gran responsabilidad y mucho estrés, pero pocos meses después, y con solo 47 años, un ictus frenó en seco una carrera de 30 años, "fue el viernes 5 de abril, poco antes del servicio de comidas. Llamaron a una ambulancia, me llevaron al hospital de Aranda de Duero, me hicieron una resonancia, y al ver la gravedad del asunto, me trasladaron a Burgos. Yo estuve consciente en todo momento, que es bueno por un lado, pero muy malo por otro, porque te enteras de todo, lo pasas fatal, te pones muy nervioso… Estuve en UCI 15 días y un mes más en la planta de neurología", recuerda.

Esa fecha se le grabó a fuego, como lo haría el día en que se dio cuenta de que su vida no volvería a ser como antes, "se me había metido en la cabeza que en un año, el 5 de abril de 2025, estaría trabajando de nuevo, me dejé la piel para recuperarme y empecé la rehabilitación con una ilusión bárbara, hasta que llega un día en que te levantas por la mañana y dices, bueno, vamos a ver, el 4 de abril ya no va a volver… Ese es un día muy duro".

Fue duro, pero, al día siguiente, ya estaba dando vueltas a la cabeza para ver cómo se podía reinventar, y fruto de aquella ‘reinvención’ es Tapas de Burgos, su primer libro, una obra que nació tras su ictus y que quiso presentar en el primer centro en el que llevó a cabo su rehabilitación, "después del hospital, me derivaron a la Casaverde, donde estuve cuatro meses de terapia intensiva. Estuve ingresado, y solamente pude volver a casa fines de semana cuando ya te quedaban tres semanas para salir", cuenta Sergio.

Esos meses fueron decisivos en su rehabilitación, pues los tres primeros meses necesitaba una silla de ruedas para desplazarse. Allí empezó a andar y recuperó gran parte de la movilidad. En la actualidad, y tras concertarlo con la mutua de su trabajo, continúa rehabilitándose en Madrid, donde acude tres días a la semana desde Aranda de Duero, ya a un ritmo más lento, "mientras mejore, aunque sea más despacio, voy a seguir, aunque soy consciente de que no voy a recuperar mi vida de antes. En mi caso, además, tengo paralizado el lado izquierdo y soy zurdo, y la limitación aún es mucha. Donde más lo noto es en el brazo izquierdo. Cojeo mucho, pero ando. De hecho, me defiendo para vivir solo entre semana, y los fines de semana viene mi novia. Al tener el brazo casi paralizado, con muy poco rango de movimiento, es imposible que retome mi profesión".

Cuando me di cuenta de que nunca iba a ser como el día antes del ictus, me dije ‘tienes dos opciones: venirte abajo o buscar un nuevo camino'

Sergio ya ha asumido que no puede dedicarse a la cocina de manera profesional, pero ha decidido que eso no va a significar alejarse de ella, "la cocina ha sido mi pasión, mi vocación y mi trabajo, he tenido esa suerte de trabajar en lo que me ha gustado. Como soy zurdo, estoy en el proceso de aprender todo con el brazo derecho, de cambiar la dominancia. Estoy aprendiendo a escribir, cocino con la derecha… Yo digo que he pasado de chef profesional a cocinillas en piso de estudiantes. Ahora hago las comidas, que es para verlo", bromea, "pero lo disfruto. Es un cambio de vida total, soy realista y veo que la cocina a nivel profesional para mí se ha acabado, pero estoy intentando buscar otros caminos para seguir vinculado y ocupado".

De chef a escritor… y lo que surja

La manera que ha encontrado para seguir vinculado a su gran pasión ha sido Tapas de Burgos, un libro que asegura que la he ayudado a "mantener la cabeza ocupada y a tener nuevas ilusiones". También a abrir un nuevo camino para reinventarse, "cuando me di cuenta, después de unos meses, de que nunca iba a ser como el día antes del ictus, me hizo clic la cabeza y ahí me dice ‘tienes dos opciones, o venirte abajo o buscar soluciones y un nuevo camino, porque mi vida no se ha acabado, simplemente ha cambiado de rumbo. A mí me ha ocurrido con un ictus, pero ocurre en la vida continuamente con otra serie de cosas y al final hay que adaptarse y seguir para adelante".

Fruto de ese ‘clic’ es Tapas de Burgos, un libro sobre la gastronomía de Burgos, enfocado en las tapas y pinchos, "hablo de la escuela de cocina, los mercados, los productos que considero más emblemáticos, preparaciones clásicas de Burgos de toda la vida... Y luego, vienen 40 recetas de tapas de la zona en las que me he metido en recetas tanto mías, como de algunos de mis compañeros de Burgos capital, donde trabajé cinco años. Quería que alguien que leyera el libro pues tuviera una idea un poco general de lo que es irse de tapas por Burgos y conocer nuestra gastronomía, aunque también cuento un poco de mi vida profesional y de lo que me ha pasado".

Entre esas 40 tapas, hay una que nos recomienda especialmente: la falsa vieira con ragú de hongos, "es mi etapa preferida porque es la que más me ha marcado. Con ella gané el concurso de Burgos, el de la Ribera del Duero y fui finalista en el Concurso Nacional de tapas de España en 2020, que casualmente fue en Valladolid, donde está Casaverde. ¿Quién me iba a decir que iba a acabar allí de nuevo cuando mi vida cambió por completo? Estoy vinculado emocionalmente a ella".

Un optimismo que quiere contagiar

Precisamente por ese vínculo, para presentar sus libros ha ido a varios lugares, pero hay uno que le hace especial ilusión: Casaverde, la clínica donde pasó sus primeros meses de rehabilitación, "es algo complicado de entender, pero recuerdo esa época como una de las más bonitas de mi vida. Allí conocí a gente, tanto compañeros como terapeutas, que han pasado a ser parte importante de mi vida, son como mi familia, los considero amigos, y me hace especial ilusión que estén en las presentaciones de mi libro. Son las personas con la que puedes compartir todo eso, porque te entienden. Además de mi novia, que ha vivido todo el proceso y mi tía de Valladolid, que ha ejercido de madre, son los que han estado a mi lado. A día de hoy, seguimos siendo piña y nos apoyamos unos a los otros".

Sergio, que es optimista y un terremoto por naturaleza, no entiende otra forma de vivir la vida que no sea la de ver siempre el lado positivo, "cuando lo pienso, veo que hasta he tenido suerte. Poco a poco aún me estoy recuperando de mis secuelas físicas y el ictus no me ha afectado a nivel cognitivo, así que me considero afortunado. Tengo autonomía, entro, salgo, voy a la compra, cocino… podía estar en una situación bastante peor o no estar. Y eso es lo quiero transmitir también a mis compañeros".

Hace un año, me hubiera ayudado mucho que alguien me dijera que hay vida después del ictus, que hay esperanza

El futuro reconoce que le asusta un poco, pero le pueden las ganas y la esperanza, "ya tengo reconocida la discapacidad del 65% y estoy a la espera de la incapacidad y, aunque ahora lo vivo con un poquito de miedo a lo desconocido, también con mucha ilusión. Yo no puedo parar, así que, si no es una cosa, será otra, y como me gusta escribir, voy a tirar por ahí, miraré también algún curso de cocina… me reinventará y seguiré adelante, pero lo único que tengo claro es que quiero seguir vinculado a la cocina, porque es mi pasión y que me haya ocurrido esto y no pueda trabajar como chef no significa que tenga que desvincularme de algo que me ha gustado siempre".

Para acabar, le gustaría contagiar un poco de su esperanza a personas que, como él hace un año, acaban de ver cómo su vida se da la vuelta, "cuando me dio el ictus, me hubiera ayudado mucho que alguien me dijera que hay vida después del ictus y que se puede seguir adelante, que hay esperanza".