Rob1n, el poseído: un film de terror que se pierde en su propio laberinto de lugares comunes y pocas ideas

El director Lawrence Fowler, reconocido por la saga Jack en la caja maldita, vuelve al ruedo con mucho amor por el género pero una muy dudosa capacidad creativa

Abr 3, 2025 - 04:20
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Rob1n, el poseído: un film de terror que se pierde en su propio laberinto de lugares comunes y pocas ideas

Rob1n, el poseído (Rob1n, Reino Unido/2025). Dirección: Lawrence Fowler. Guion: Lawrence Fowler. Fotografía: Neal Parsons. Música: Christoph Allerstorfer. Edición: Lawrence Fowler. Elenco: Simon Davies, Ethan Taylor, Leona Clarke, Michaela Longden, Victor Mellors, Mollie Hindle. Duración: 90 minutos. Calificación: solo apta para mayores de 16 años. Distribuidora: Terrorífico Films. Nuestra opinión: regular.

Por lo general, el espectador de cine intenta darse una idea de lo que está por ver, apenas se apaga la luz de la sala. Si tuvo el buen tino de no contaminarse con esos trailers mentirosos que venden gato por liebre, los primeros minutos de la película serán fundamentales para lograr el objetivo. Veamos que pasa en este caso: de entrada nomás hay un niño de mirada gélida que mata a su madre a golpes con un bate de béisbol, en pleno festejo de su cumpleaños número 11, inmediatamente recibe un balazo que lo deja tendido junto a ella. Evidentemente, es una película sobre un nene psycho killer.

La acción se mueve 34 años en el futuro, para mostrar a un anciano que está construyendo un androide demasiado realista para ser un juguete y que, apenas se descuida, mata al gato de la casa. Bien, entonces se debe tratar sobre un robot asesino.

Pero, corte mediante, se muestra a una feliz pareja en la playa, mientras es espiada por una figura escondida. Vibra el celular del novio, y recibe un mensaje que dice: “Ella es hermosa, no me gustaría cortar su bella cara. Tenés 24 horas para pagar lo que debés”. Pero... entonces es la historia de una extorsión.

No pasaron ni diez minutos y uno se pregunta: “¿Pero qué película estoy viendo?" Y ahí está el problema con Rob1n, el poseído, que buscando la solidez en una historia que no la tiene, abre tantos caminos que se pierde en un laberinto construido a partir de sus propias limitaciones.

Para que se entienda un poco mejor de qué va la historia. Resulta que Robin, el nene asesino del principio, al mejor estilo Chucky transfiere su espíritu maligno al muñeco que construye el anciano, que era su padre. Como ya se dijo, entre un episodio y otro hay 30 años de diferencia: ¿cómo hizo para renacer en forma de robot homicida después de tanto tiempo? Nadie se toma el trabajo de explicarlo.

El de la playa, por su parte, es un sobrino del anciano que, a pesar de guardarle rencor por historias del pasado, está dispuesto a hacer las paces y se va a vivir unos días con su novia a su casa. Ah, también hay una enfermera que cuida al hombre, y que dura demasiado poco como para tenerla en cuenta. Si hasta ahora lo anterior suena como una cantidad de excusas bastante endebles para poner más gente al alcance de la maldad de Robin, todavía hay más.

Porque la pequeñez de la historia principal, sumada a la elección de un villano muy limitado en lo motriz, lleva a que el guion se vea obligado a generar personajes de la nada, que aparecen con la sola necesidad de hacer crecer el conteo de víctimas. Y lo que es peor, como el muñeco no puede andar arrastrando cadáveres de un lado para el otro, la trama obliga a que todos esos secundarios, sin nombre ni motivaciones, entren a un mismo lugar para, ahí sí, tener la cortesía de dejarse asesinar. Ni El pulpo negro se atrevió a tanto.

Después lo mismo de siempre: homenajes a clásicos del terror (el más evidente en este caso es a La profecía), gritos, sangre, corridas, muchas casualidades y lugares comunes. También momentos en los que el protagonista rompe las mismas leyes de la física que lo amparan, apareciendo y desapareciendo como si tuviera el don de la invisibilidad o la teletransportación. Parece ser que todo vale si lo único que importa es sumar sustos.

Detrás de Rob1n, el poseído está el director Lawrence Fowler, que obtuvo algo de reconocimiento gracias a la saga de Jack en la caja maldita. Con una violencia menos gráfica (probablemente por falta de presupuesto), este film cae en la misma trampa de aquellos: la de un director que se lanzó al ruedo más por amor al género, que por talento o inspiración. A veces da en el blanco, la mayoría no.