¿Por qué se está llevando a cabo la matanza de koalas desde helicópteros en Australia como medida de conservación?
Gestión fallida - El incendio de marzo calcinó un quinto del Parque Nacional de Budj Bim, arrasando el alimento de los aniamles y aislándolos en zonas inaccesibles para los equipos de rescate terrestresUna perrita salchicha sobrevive más de un año rodeada de depredadores en una isla inhóspita de Australia y todavía no la han podido rescatar A veces, la misericordia adopta formas que desafían cualquier instinto lógico. No siempre tiene el rostro amable que se imagina. En ocasiones, el concepto mismo de compasión puede transformarse en una decisión brutal que pesa más que el daño que pretende evitar. El debate surge cuando actuar para evitar un sufrimiento prolongado implica infligirlo de manera inmediata. Es justo en ese filo contradictorio donde se sitúa una operación de conservación que ha tenido lugar en Australia. Francotiradores en helicóptero para una especie protegida Sin previo aviso, los disparos comenzaron a romper el silencio sobre las copas de los eucaliptos. En el Parque Nacional de Budj Bim, al sur de Australia, helicópteros volaban bajo y francotiradores ejecutaban la orden de sacrificar a más de 750 koalas. Desde el cielo, entre ramas chamuscadas y terrenos arrasados, los tiradores apuntaban a los animales debilitados por el fuego y la falta de alimento. Una medida que el Departamento de Energía, Medio Ambiente y Clima de Victoria (DEECA) defendió como un acto de “razones humanitarias”. Lo que llevó a este desenlace empezó mucho antes de que sonaran los tiros. En marzo, un incendio forestal arrasó cerca de 2.200 hectáreas del parque, destruyendo el 20 % de la vegetación, incluidos los preciosos árboles de goma de maná, parte del sustento principal de los koalas. En cuestión de días, cientos de ellos quedaron atrapados entre cenizas, con heridas abiertas, deshidratados y sin posibilidades de encontrar alimento. La sobrepoblación de koalas, agravada por la deforestación y la ausencia de depredadores, ya había tensionado el ecosistema del parque Desde el DEECA, James Todd detalló a Vox Magazine la dificultad de actuar a pie para atender a los koalas: “Todos los demás métodos considerados no son adecuados dada la imposibilidad de acceder de forma segura a pie a grandes áreas del paisaje afectado debido a la ubicación remota de los animales, que a menudo se encuentran en lo alto de las copas de los árboles, el terreno extremadamente accidentado y los riesgos de seguridad que conlleva trabajar en una zona afectada por el fuego y con árboles dañados”. Pese a las explicaciones oficiales, la operación no tardó en levantar una oleada de indignación. Para organizaciones como la Alianza por los Koalas, la polémica no radica en la necesidad de intervenir, sino en la forma elegida. Su principal queja apunta a que los francotiradores, disparando desde helicópteros, no pueden determinar si las hembras abatidas llevan crías en sus bolsas ni evaluar con precisión el estado de salud de cada ejemplar. Rolf Schlagloth, investigador especializado en koalas de la CQUniversity Australia, sostuvo en la misma publicación que “el rescate siempre debe ser la primera opción si es posible”. El uso de disparos aéreos, más habitual para controlar poblaciones de cerdos o ciervos salvajes, se aplicó por primera vez a una especie autóctona bajo el argumento del bienestar animal. Según las autoridades, las características del terreno y el estado de los koalas impedían cualquier otra forma de intervención que no implicara un riesgo aún mayor para los animales. A pesar de la polémica por la forma de aplicar esta especie de eutanasia, la ministra del estado de Victoria, Jacinta Allan, respaldó públicamente el operativo, insistiendo en que se trató de una decisión “para evitar un sufrimiento prolongado”. El problema empezó mucho antes del primer disparo La raíz del problema, sin embargo, no se encuentra solamente en el incendio. Años atrás, l

Gestión fallida - El incendio de marzo calcinó un quinto del Parque Nacional de Budj Bim, arrasando el alimento de los aniamles y aislándolos en zonas inaccesibles para los equipos de rescate terrestres
Una perrita salchicha sobrevive más de un año rodeada de depredadores en una isla inhóspita de Australia y todavía no la han podido rescatar
A veces, la misericordia adopta formas que desafían cualquier instinto lógico. No siempre tiene el rostro amable que se imagina. En ocasiones, el concepto mismo de compasión puede transformarse en una decisión brutal que pesa más que el daño que pretende evitar. El debate surge cuando actuar para evitar un sufrimiento prolongado implica infligirlo de manera inmediata. Es justo en ese filo contradictorio donde se sitúa una operación de conservación que ha tenido lugar en Australia.
Francotiradores en helicóptero para una especie protegida
Sin previo aviso, los disparos comenzaron a romper el silencio sobre las copas de los eucaliptos. En el Parque Nacional de Budj Bim, al sur de Australia, helicópteros volaban bajo y francotiradores ejecutaban la orden de sacrificar a más de 750 koalas. Desde el cielo, entre ramas chamuscadas y terrenos arrasados, los tiradores apuntaban a los animales debilitados por el fuego y la falta de alimento. Una medida que el Departamento de Energía, Medio Ambiente y Clima de Victoria (DEECA) defendió como un acto de “razones humanitarias”.
Lo que llevó a este desenlace empezó mucho antes de que sonaran los tiros. En marzo, un incendio forestal arrasó cerca de 2.200 hectáreas del parque, destruyendo el 20 % de la vegetación, incluidos los preciosos árboles de goma de maná, parte del sustento principal de los koalas. En cuestión de días, cientos de ellos quedaron atrapados entre cenizas, con heridas abiertas, deshidratados y sin posibilidades de encontrar alimento.
Desde el DEECA, James Todd detalló a Vox Magazine la dificultad de actuar a pie para atender a los koalas: “Todos los demás métodos considerados no son adecuados dada la imposibilidad de acceder de forma segura a pie a grandes áreas del paisaje afectado debido a la ubicación remota de los animales, que a menudo se encuentran en lo alto de las copas de los árboles, el terreno extremadamente accidentado y los riesgos de seguridad que conlleva trabajar en una zona afectada por el fuego y con árboles dañados”.
Pese a las explicaciones oficiales, la operación no tardó en levantar una oleada de indignación. Para organizaciones como la Alianza por los Koalas, la polémica no radica en la necesidad de intervenir, sino en la forma elegida. Su principal queja apunta a que los francotiradores, disparando desde helicópteros, no pueden determinar si las hembras abatidas llevan crías en sus bolsas ni evaluar con precisión el estado de salud de cada ejemplar. Rolf Schlagloth, investigador especializado en koalas de la CQUniversity Australia, sostuvo en la misma publicación que “el rescate siempre debe ser la primera opción si es posible”.
El uso de disparos aéreos, más habitual para controlar poblaciones de cerdos o ciervos salvajes, se aplicó por primera vez a una especie autóctona bajo el argumento del bienestar animal. Según las autoridades, las características del terreno y el estado de los koalas impedían cualquier otra forma de intervención que no implicara un riesgo aún mayor para los animales.
A pesar de la polémica por la forma de aplicar esta especie de eutanasia, la ministra del estado de Victoria, Jacinta Allan, respaldó públicamente el operativo, insistiendo en que se trató de una decisión “para evitar un sufrimiento prolongado”.
El problema empezó mucho antes del primer disparo
La raíz del problema, sin embargo, no se encuentra solamente en el incendio. Años atrás, la introducción de koalas en zonas sin depredadores naturales provocó una superpoblación que el entorno no podía soportar. En Budj Bim, los marsupiales empezaron a devorar los eucaliptos más rápido de lo que podían regenerarse, condenándose a sí mismos a la inanición.
Liz Hicks y Ashleigh Best, especialistas en derecho de la Universidad de Melbourne, explicaron en The Conversation que “los animalistas señalan que la tala es una de las razones por las que Budj Bim tenía tantos koalas”.
La tragedia no solo abrió un debate sobre métodos de sacrificio, sino sobre toda una cadena de decisiones humanas mal calculadas. La presión no se limitó al ámbito local: grupos ecologistas internacionales reclamaron soluciones alternativas como la reubicación o el uso de anticonceptivos para el control de la población, en lugar de métodos tan extremos. Desde la Fundación Australiana para los Koalas se pidió mayor transparencia en todo el proceso.
Más allá del impacto mediático, esta cacería deja claro que la misericordia no siempre tiene la forma esperada. En ocasiones, puede aparecer disfrazada de acciones que, a simple vista, parecen cualquier cosa menos compasivas.