Pobres y maricones
Leí un ejemplar de La mala costumbre que me prestó Aroa Moreno en México. En día y medio. Me gustó mucho, pero seguí sin entender —quizá por envidia— de qué modo ese libro había cruzado el Rubicón de los libros de amplio espectro social. Y mi duda quedó ahí, flotando en el universo de las... Leer más La entrada Pobres y maricones aparece primero en Zenda.

En 2023, La mala costumbre, de Alana S. Portero, obtuvo un éxito de crítica y de público ciertamente extraño. El libro era magnífico, como se encargaron de subrayar lectores de todo pelaje, pero en el segmento de libros LGBTIQ+ incluso los libros excelentes tienen unas ventas discretas. Jorge Herralde decía que esos temas eran “veneno para la taquilla”, aunque una buena parte de su catálogo estaba lleno de este tipo de obras sexualmente heterodoxas.
Se acaban de publicar dos libros —muy diferentes y muy iguales— que me han hecho recordar esa duda y que quizás alumbran algunas respuestas. Y hago, antes de hablar de ellos, un interludio político teórico y bastante simplificado (por el bien de ustedes).
Desde hace ya décadas, se acusa en todo el mundo a los partidos de izquierda de haber abandonado a la clase obrera para entregarse lujuriosamente a esos segmentos de la sociedad que se llaman identitarios: los negros o los latinos, los gais o los trans, los discapacitados, los gordos o los anoréxicos, los inmigrantes, o incluso las mujeres, que aunque son la mitad más uno de la población, tienen el estatus reconocido de minoría identitaria.
Fer Rivas, en Yo era un chico, escrito originalmente en catalán (Jo era un noi), cuenta su historia en una primera persona dolorida y verosímil, de modo que los recursos a la autoficción que haya empleado quedan inmejorablemente insertados en el conjunto. Su historia: la de un chico que nace y crece en un ambiente socioeconómico precario, en la Zona Franca de Barcelona, donde su homosexualidad es repudiada —¿aborrecida?— y donde, en consecuencia, debe enfrentarse a un doble fingimiento: hacerse pasar por una clase social más alta de la que en realidad era y reforzar con impotentes recursos su virilidad sin tacha. Fer Rivas era pobre y homosexual, y buena parte de su trabajo diario consistía en esconder las señales de eso. La muerte del padre, a cuyos últimos días asiste de regreso a la casa familiar, es el detonante de los recuerdos o del proyecto literario. Porque podemos decirlo con una cierta claridad: la muerte del padre —un género en sí mismo— siempre suelta amarras de los hijos (de los hijos heterodoxos, no de los bendecidos), que esperan ese momento para dar un paso más en la construcción de sí mismos.
Regreso a Reims, de Didier Eribon, es un hermosísimo libro de memorias que parece hermano del de Fer Rivas. El padre de Eribon muere, él regresa a la ciudad —aunque no a su lecho de muerte en este caso— y a partir de ahí evoca todo lo que fue su infancia y su juventud, marcadas por dos disonancias: la disonancia de clase y la disonancia sexual. El libro de Eribon, que no escamotea ningún detalle narrativo, tiene el tono ensayístico que le corresponde más al autor. Es una reflexión conmovedora sobre la vergüenza, primero —la vergüenza de ser pobre y la vergüenza de ser homosexual—, y sobre la vergüenza de la vergüenza, después; es decir, sobre la vergüenza que uno siente cuando crece y se da cuenta de que trató de esconder aquello que no debía esconder, aquello por lo que no debía sentir ningún tipo de humillación. Se avergüenza de haberse avergonzado.
Y aquí un excurso ya repetido hasta la extenuación, aunque los apologetas del Orgullo Heterosexual seguirán sin entenderlo: el Orgullo Gay no nace ni se replica cada año para divulgar las virtudes de la homosexualidad o la transexualidad en comparación con la ortodoxia heterosexual. No salimos en las carrozas proclamando: “Menos mal que nací lesbiana o que nací intersexual, porque si no mi vida habría sido un infierno. Qué orgullo ser así”. El Orgullo Gay nace y se replica cada año para proclamar que ya no tenemos vergüenza de ser como somos y que, en consecuencia, no vamos a escondernos. Y nace y se replica para arropar a aquellas generaciones jóvenes, más inexpertas, más baldadas, que a veces van dando palos de ciego, que podrían ser guiados.
Tanto Fer Rivas como Didier Eribon encuentran sus espacios seguros en los que por fin reconocerse como son. El viaje del héroe se cumple una vez más y, después de contratiempos y penalidades, los dos —de dos generaciones muy distintas y lejanas, de modo que puede decirse que en el caso de Fer Rivas se repite una historia que no debería haberse repetido— encuentran el sosiego, o una especie de sosiego. Eribon se convierte en un intelectual prominente y vive con libertad su orientación sexual. Rivas afronta no solamente que le gustan los chicos, sino que ella es en realidad una mujer, e inicia un proceso que acabará con su cambio de identidad de género. Uno más de esos libros complejos, llenos de aristas, que van construyendo la excelente literatura trans que se está haciendo hoy en los cuatro puntos cardinales.
Ambos libros, sorprendentemente, tienen ese tono sosegado y sereno de la literatura reposada y madura, lo que llama más la atención en el caso de Yo era un chico, dada la juventud de la autora (nacida en 1994) y de que se trata de una primera novela. La cólera, el resentimiento, del que ambos hablan, queda en sordina, apagado por la inteligencia de la prosa.
En Regreso a Reims se cita —dudosamente traducida, la enmiendo aquí— una frase magnífica de Sartre que yo utilicé en una ocasión como exergo en uno de mis libros: “Lo importante no es lo que hacen de nosotros, sino lo que hacemos nosotros mismos con lo que hicieron de nosotros”. O, como decía Eduardo Galeano, “somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”. Tanto Regreso a Reims como Yo era un chico son dos admirables ejemplos narrativos de este recorrido existencial. Y ojalá que, como La mala costumbre, logren rebasar ese círculo estrecho de lectores LGBTIQ+ y alcance a aquellos que son capaces de entender que cualquier marginalidad es la misma marginalidad.
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Autor: Fer Rivas. Título: Yo era un chico. Traducción: Cristina Lizarbe Ruiz. Editorial: Sexto Piso. Venta: Todos tus libros.
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