La Niña jamás llegó ¿Podría provocar más calor y huracanes más intensos?
Después del imponente El Niño que azotó al planeta en 2024, los meteorólogos esperaban lo obvio: la llegada de su contraparte fría, La Niña. Sin embargo, en un giro inesperado de los patrones oceánicos, el fenómeno que debía enfriar el Pacífico y encender la temporada de huracanes del Atlántico… simplemente no ocurrió. La Niña murió […]

Después del imponente El Niño que azotó al planeta en 2024, los meteorólogos esperaban lo obvio: la llegada de su contraparte fría, La Niña. Sin embargo, en un giro inesperado de los patrones oceánicos, el fenómeno que debía enfriar el Pacífico y encender la temporada de huracanes del Atlántico… simplemente no ocurrió. La Niña murió antes de nacer. Y eso tiene consecuencias profundas para el clima global de este verano y más allá.
La Niña has ended, and the tropical Pacific is now in a neutral state—neither La Niña nor El Niño. Without those patterns influencing the atmosphere, it’s harder to anticipate seasonal shifts in rain or temperatures. Neutral likely lasts through fall. https://t.co/m9g0rBNruj pic.twitter.com/DbcoKRXjXt
— NOAA Climate.gov (@NOAAClimate) April 10, 2025
¿Qué es La Niña y por qué su ausencia es alarmante?
El Niño y La Niña son dos fases de un poderoso patrón climático conocido como El Niño-Oscilación del Sur (ENSO), que depende de pequeños cambios en la temperatura superficial del océano Pacífico ecuatorial. Mientras El Niño calienta estas aguas y suele inhibir los huracanes, La Niña las enfría, fomenta tormentas intensas y agudiza sequías y olas de calor en distintas regiones.
Este equilibrio natural es uno de los motores más poderosos del clima global. Pero este año, el motor se detuvo en punto muerto: el ENSO se declaró neutral.
Los científicos observaron una ligera caída en la temperatura del Pacífico entre diciembre y febrero. Todo parecía alinearse para La Niña, pero algo falló: los vientos alisios, necesarios para que el agua fría emergiera desde las profundidades, no cumplieron su parte. En marzo, el débil intento de La Niña se desvaneció. Oficialmente, nunca nació.
Un clima impredecible: ¿Qué implica un ENSO-neutral?
La neutralidad del ENSO no significa que el clima será tranquilo o predecible. De hecho, todo lo contrario: sin la brújula que ofrece El Niño o La Niña, los meteorólogos están prácticamente a ciegas. “Es como si se desenfocara el pronóstico estacional”, explicó Emily Becker, climatóloga de la Universidad de Miami. “No sabemos hacia dónde se inclinará el clima. Sólo tenemos los promedios históricos y una creciente incertidumbre”.
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A pesar de esa ambigüedad, algo es casi seguro: el verano 2025 será más caluroso de lo habitual. La tendencia global de calentamiento no da tregua, y sin La Niña para enfriar el sistema, las temperaturas podrían dispararse, especialmente en el hemisferio norte.
Temporada de huracanes 2025
Una de las mayores preocupaciones es lo que esta neutralidad significa para el Atlántico. Sin El Niño que actúe como freno, y con el océano Atlántico más cálido de lo normal, los ingredientes están listos para una intensa temporada de huracanes. La verticalidad del viento, conocida como cizalladura, disminuye sin El Niño, lo que deja a los huracanes libres para crecer sin obstáculos.
Phil Klotzbach, investigador de la Universidad Estatal de Colorado, advierte que este patrón es “relativamente favorable para la formación de huracanes”. Pero incluso dentro del gremio científico, hay incertidumbre: otros expertos, como Muhammad Ehsan del Columbia Climate School, señalan que un leve enfriamiento reciente del Atlántico podría moderar esa amenaza.
¿Qué está cambiando en el sistema climático?
Lo que más inquieta a los climatólogos es que las reglas están cambiando. En 2023, con El Niño en marcha, se esperaba una temporada de huracanes tranquila. Pero fue más activa de lo previsto. Los océanos son ahora tan cálidos que los viejos modelos predictivos están quedando obsoletos.
“Las relaciones entre ENSO y los huracanes ya no son lo que eran”, señala James Done del Centro Nacional de Investigación Atmosférica. “La conexión entre El Niño y la supresión de tormentas parece estar rompiéndose”.
Peor aún, el cambio climático está amplificando el impacto de estas tormentas. Ya no son sólo amenazas costeras: los huracanes ahora avanzan tierra adentro con lluvias récord. Tal fue el caso del huracán Helene en 2024, que devastó zonas montañosas a cientos de kilómetros del mar.
El futuro de El Niño y La Niña
Según la NOAA, no se espera que El Niño ni La Niña regresen antes de octubre de 2025. Pero hay una ventana abierta para que La Niña reaparezca en invierno. Aun así, los expertos advierten que las predicciones primaverales del ENSO son poco confiables. “La primavera es una pesadilla para predecir estos fenómenos”, dijo Tom Di Liberto, exmeteorólogo de la NOAA. “Es en junio cuando empezamos a ver señales más claras”.
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Con océanos que baten récords de temperatura, sin un patrón climático claro que guíe nuestras predicciones, y con una atmósfera más cargada de energía que nunca, 2025 podría ser el año en que el clima global —literalmente— rompa el guion. Sin La Niña para marcar el paso, todo queda en manos de un sistema climático cada vez más inestable y cambiante.