Por qué las comidas (y el minibar) son tan importantes en un cónclave: el nuevo papa se escogerá entre platos de pasta y alcachofas

Tras el fallecimiento del papa Francisco I el pasado 21 de abril, y el complejo ritual que da forma al funeral de cada pontífice, llega la segunda parte del proceso que culminará con un nuevo santo padre de la Iglesia católica. Un proceso tan solemne y secreto como fascinante para quienes vivimos ajenos a un ceremonial con el que, eso sí, nos encanta fantasear a través de la ficción, como bien demuestra el éxito de películas como la reciente 'Cónclave'. Película en la que, además, queda patente el interés que despierta un aspecto clave de todo el tejemaneje eclesiástico: la comida. Conviene recordar que gran parte del imaginario colectivo que hemos construido en torno a lo que se cuece tras las puertas del secretismo eclesiástico procede de la visión anglosajona del mismo, ramas del cristianismo a quienes el ceremonial católico siempre ha generado gran curiosidad y fascinación. Los clichés ligados a las altas -y no tan altas- esferas de la Iglesia se han perpetuado a lo largo de los siglos con esa imagen de cardenales y papas disfrutones de los placeres terrenales, particularmente de lo concerniente al comer y beber. Pocos cardenales imaginamos con la masa corporal del San Jerónimo penitente. Para más inri, el cónclave tiene lugar en tierras italianas -entendiendo que el Vaticano está dentro de este país, aunque tenga independencia como ciudad estado-, enclavado en Roma, la ciudad eterna y uno de los paraísos gastronómicos del mundo. Es imposible no pensar en la junta cardenalicia en términos culinarios. Los cardelanes se ponen a tono Las dos semanas que han precedido a la convocatoria del cónclave han tenido a los cardenales y sus allegados aprovechando bien el tiempo entre las dependencias oficiales y la ciudad de Roma. El ajetreo del funeral y los preparativos, aguardando a que llegaran todos los nombres convocados para participar en la junta, debe despertar mucho el apetito, y no han sido pocas las escenas curiosas que se han vivido en la capital italiana estos días. La prensa nacional y local italiana ha recogido multitud de anécdotas y declaraciones de diferentes figuras eclesiásticas alabando la cocina romana. Muchas boinas rojas se han visto pululando por tabernas, cafeterías y heladerías, pues, según afirma el arzobispo Pecorari, se tejen mejor las relaciones y se tratan con más eficacia los asuntos entre las paredes de un restaurante que en Santa Marta, la residencia oficial. Carciofo alla romana (alcachofas a la romana) de Marcantonio Ristorante. Panino y cerveza en el Caffè dei Papi de via Vespasiano; alcachofas a la romana en restaurante La Taverna; carbonara en Marcantonio; pizza o pasta al forno en La Rustichella; helados a la mínima ocasión... Aunque, como el mismo arzobispo alertaba a sus colegas venidos de fuera, era mejor guardarse el atuendo cardenalicio a ojos ajenos, pues los hosteleros suelen aprovecharse de su condición especial, sobre todo con el vino. Y también parece haber generado escenas cuanto menos llamativas, colapsando locales como la histórica Lateria Giuliani en Borgo Pio, al atraer a decenas de fieles arrodillados buscando la bendición de unos cardenales que solo querían llevarse un gelato de pistacho con nata. Se conversa mejor fuera de las dependencias de la Santa Sede, pero hay que estar de vuelta antes de las 22.30, cuando se cierran las puertas de la residencia hasta el día siguiente. Aunque, según confiesa a Il Corriere della Sera un joven guardia suizo, ya conocen bien a los cardenales y, aunque se pasen de hora, les dejan pasar sin problemas. La velada podría continuar ya dentro de sus dependencias, donde incluso hay mini bar bien surtido de licores. Eso sí, no está incluido en el alojamiento gratuito, como algún cardenal lamentó descubrir tras agotar las reservas. Pero la fiesta se acaba y el día 7 arranca oficialmente el cónclave que culminará con la esperada fumata blanca y el solemne anuncio de Habemus papam. Cuándo exactamente tendremos nuevo pontífice, eso no está tan claro. Y podrían pasar muchos días en los que las opciones gastronómicas se reducen drásticamente. En Directo al Paladar Muere el papa Francisco, un 'foodie', diplomado en química de los alimentos, que amaba la pizza y clavaba el asado La comida de los cardenales: entre la sospecha y la presión El cónclave es el proceso de elección del nuevo papa que sucederá al anterior pontífice, Francisco I. Esta elección se lleva a cabo mediante una especie de reunión secreta, una suerte de congreso o junta que reúne a todos los miembros del Colegio Cardenalicio con derecho a voto. Dicha institución la forman los cardenales, actualmente 250 repartidos por todo el mundo, pero tan solo pueden votar los menores de 80 años. En total, se espera que se reúnan en el Vaticano 135 cardenales para votar el nuevo santo padre.

May 5, 2025 - 22:52
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Por qué las comidas (y el minibar) son tan importantes en un cónclave: el nuevo papa se escogerá entre platos de pasta y alcachofas

Por qué las comidas (y el minibar) son tan importantes en un cónclave: el nuevo papa se escogerá entre platos de pasta y alcachofas

Tras el fallecimiento del papa Francisco I el pasado 21 de abril, y el complejo ritual que da forma al funeral de cada pontífice, llega la segunda parte del proceso que culminará con un nuevo santo padre de la Iglesia católica. Un proceso tan solemne y secreto como fascinante para quienes vivimos ajenos a un ceremonial con el que, eso sí, nos encanta fantasear a través de la ficción, como bien demuestra el éxito de películas como la reciente 'Cónclave'. Película en la que, además, queda patente el interés que despierta un aspecto clave de todo el tejemaneje eclesiástico: la comida.

Conviene recordar que gran parte del imaginario colectivo que hemos construido en torno a lo que se cuece tras las puertas del secretismo eclesiástico procede de la visión anglosajona del mismo, ramas del cristianismo a quienes el ceremonial católico siempre ha generado gran curiosidad y fascinación. Los clichés ligados a las altas -y no tan altas- esferas de la Iglesia se han perpetuado a lo largo de los siglos con esa imagen de cardenales y papas disfrutones de los placeres terrenales, particularmente de lo concerniente al comer y beber. Pocos cardenales imaginamos con la masa corporal del San Jerónimo penitente.

Para más inri, el cónclave tiene lugar en tierras italianas -entendiendo que el Vaticano está dentro de este país, aunque tenga independencia como ciudad estado-, enclavado en Roma, la ciudad eterna y uno de los paraísos gastronómicos del mundo. Es imposible no pensar en la junta cardenalicia en términos culinarios.

Los cardelanes se ponen a tono

Las dos semanas que han precedido a la convocatoria del cónclave han tenido a los cardenales y sus allegados aprovechando bien el tiempo entre las dependencias oficiales y la ciudad de Roma. El ajetreo del funeral y los preparativos, aguardando a que llegaran todos los nombres convocados para participar en la junta, debe despertar mucho el apetito, y no han sido pocas las escenas curiosas que se han vivido en la capital italiana estos días.

La prensa nacional y local italiana ha recogido multitud de anécdotas y declaraciones de diferentes figuras eclesiásticas alabando la cocina romana. Muchas boinas rojas se han visto pululando por tabernas, cafeterías y heladerías, pues, según afirma el arzobispo Pecorari, se tejen mejor las relaciones y se tratan con más eficacia los asuntos entre las paredes de un restaurante que en Santa Marta, la residencia oficial.

Alcachofas Carciofo alla romana (alcachofas a la romana) de Marcantonio Ristorante.

Panino y cerveza en el Caffè dei Papi de via Vespasiano; alcachofas a la romana en restaurante La Taverna; carbonara en Marcantonio; pizza o pasta al forno en La Rustichella; helados a la mínima ocasión... Aunque, como el mismo arzobispo alertaba a sus colegas venidos de fuera, era mejor guardarse el atuendo cardenalicio a ojos ajenos, pues los hosteleros suelen aprovecharse de su condición especial, sobre todo con el vino. Y también parece haber generado escenas cuanto menos llamativas, colapsando locales como la histórica Lateria Giuliani en Borgo Pio, al atraer a decenas de fieles arrodillados buscando la bendición de unos cardenales que solo querían llevarse un gelato de pistacho con nata.

Se conversa mejor fuera de las dependencias de la Santa Sede, pero hay que estar de vuelta antes de las 22.30, cuando se cierran las puertas de la residencia hasta el día siguiente. Aunque, según confiesa a Il Corriere della Sera un joven guardia suizo, ya conocen bien a los cardenales y, aunque se pasen de hora, les dejan pasar sin problemas. La velada podría continuar ya dentro de sus dependencias, donde incluso hay mini bar bien surtido de licores. Eso sí, no está incluido en el alojamiento gratuito, como algún cardenal lamentó descubrir tras agotar las reservas.

Pero la fiesta se acaba y el día 7 arranca oficialmente el cónclave que culminará con la esperada fumata blanca y el solemne anuncio de Habemus papam. Cuándo exactamente tendremos nuevo pontífice, eso no está tan claro. Y podrían pasar muchos días en los que las opciones gastronómicas se reducen drásticamente.

La comida de los cardenales: entre la sospecha y la presión

El cónclave es el proceso de elección del nuevo papa que sucederá al anterior pontífice, Francisco I. Esta elección se lleva a cabo mediante una especie de reunión secreta, una suerte de congreso o junta que reúne a todos los miembros del Colegio Cardenalicio con derecho a voto. Dicha institución la forman los cardenales, actualmente 250 repartidos por todo el mundo, pero tan solo pueden votar los menores de 80 años. En total, se espera que se reúnan en el Vaticano 135 cardenales para votar el nuevo santo padre.

Capilla La Capilla Sixtina, vista desde el exterior.

Como ya sabemos, es una votación secreta cuyo proceso transcurre en su totalidad a puerta cerrada del exterior. Los votantes del Colegio Cardenalicio, tras la correspondiente misa especial que se celebrará durante la mañana del día 7, se congregarán en la Capilla Paulina para marchar hacia la Capilla Sixtina, donde tiene lugar cada una de las votaciones. Estas se celebrarán en sesiones matutinas y vespertinas, pudiéndose hacer hasta cuatro diarias hasta el cuarto día. La quinta jornada, en caso de no haberse alcanzado un resultado satisfactorio, se suspende para dedicar tiempo a la reflexión hasta la próxima votación .

Todo el tiempo que se alargue la junta los cardenales estarán encerrados y sin contacto con el exterior. No pueden salir, pero también se controla con severidad que nadie ni nada pueda entrar, salvo las excepciones contempladas para dar servicio a los miembros del Colegio, como las comidas. Durante todo este proceso pueden permanecer en el recinto guardias suizos, personal de limpieza, médicos, sacerdotes, servicios de seguridad civil y personal de cocina.

Conclave Focus

El ceremonial del cónclave tal y como hoy lo conocemos se inició en 1274, cuando el papa Gregorio X fijó las bases de la elección tras protagonizar, precisamente, la más larga de la historia. Se tardaron tres años en nombrar al nuevo papa, causando tal desesperación en la población local que se amenazó a los cardenales con restringirles la comida si no llegaban a un consenso. Para evitar que se repitiera tal situación extrema Gregorio X estableció que se aislara a los votantes y que solo pudieran recibir una comida diaria a partir de la tercera jornada. Tras ocho días sin nuevo papa, se les tendría a pan y agua.

Desde entonces se han modificado las normas, afectando siempre más esas condiciones, especialmente en lo concerniente a la comida. Porque no solo es un arma para presionar a los votantes, los menús también han estado siempre bajo sospecha de ser una vía de manipulación de las elecciones mediante la introducción de mensajes ocultos o incluso veneno. Clemente VI, en el siglo XIV, acabó con el racionamiento, pero el estricto control sería una constante hasta hoy.

Tal y como describe Elisa Tersigni en la BBC, gracias al chef italiano Bartolomeo Scappi y su libro Opera Dell'Arte del Cucinare, conocemos detalles de cómo funcionaban las cocinas papales durante el proceso de elección. Cocinero de los papas Pío IV y V, también trabajó durante el cónclave que eligió a Julio II, en el siglo XVI, en pleno Renacimiento.

Conclave Libro Folger Shakespeare Library.

Todas las comidas se preparaban en una gran cocina comunal donde tenían autorización para trabajar diferentes cocineros y sommeliers, siempre bajo la atenta vigilancia de varios guardias, que debían velar por el cumplimiento estricto del aislamiento y la votación secreta. Dos veces al día se elegían por sorteo a dos mayordomos responsables de llevar la comida a los hambrientos cardenales, no sin antes pasar por la cata de los probadores oficiales. Los alimentos pasaban a través de la pared mediante una ruota, una especie de rueda o gran plato giratorio.

Además, para controlar al milímetro que no se producía nada sospechoso, no estaba permitida la comida "cerrada" que pudiera esconder mensajes en su interior. Nada de pollos o aves enteras, ni tartas, ni pasteles, ni panecillos, ni empanadas o similares. El vino y el agua se servían en recipientes transparentes y se revisaban servilletas y otros objetos y textiles. Todo cuidado era poco.

Un menú de cocina tradicional italiana

No sabemos exactamente qué comidas amenizarán las jornadas entre votación y reflexión de los cardenales, pero podemos hacernos una idea aproximada, ya que no hay lugar para lujos ni caprichos ostentosos. La Iglesia actual, y más aún tras el pontificado del difunto Francisco, intenta dar una imagen más humilde, sencilla y cercana al pueblo.

Pasta Pasta e ceci.

En tiempos de Scappi salían de las cocinas platos sencillos típicos de la cocina local, con abundantes productos frescos de temporada, ensaladas, frutas, charcutería y carnes frías, todo bien regado con agua y vino. Si era época de Cuaresma, se respetaba el ayuno y la abstinencia de la carne.

Hoy día podemos imaginar el proceso de cocinado y servicio de las comidas y cenas gracias a la película mencionada al principio; en 'Cónclave', Edward Berger se recrea en mostrarnos con detalle y una belleza casi poética escenas de la cocina donde las monjas, encabezadas por la nominada al óscar Isabella Rosellini, preparan con minuciosidad platos italianos como tortellini artesanales o caldo de pollo.

Según BBC, en los menús cardenalicios abundarán las recetas tradicionales de las regiones del Lazio y Abruzzo: verduras de temporada, minestrone, guisos y sopas de legumbres como la pasta e ceci, arrosticini o brochetas de cordero, pasta con salsas sencillas y quizá especialidades como la tripa a la trasteverina o saltimbocca a la romana. Si los cardenales votantes tienen suerte y han movido bien sus contactos antes de ser secuestrados, puede que se cuelen en el menú algunos de los platos favoritos de sus respectivos países.

Imágenes | Gtres - Focus Features - Folger Shakespeare Library - Marcantonio - Maus-Trauden

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La noticia Por qué las comidas (y el minibar) son tan importantes en un cónclave: el nuevo papa se escogerá entre platos de pasta y alcachofas fue publicada originalmente en Directo al Paladar por Liliana Fuchs .