Olga Pericet : «En el escenario no escondes nada: es como desnudarte»
Criada en el popular barrio del Arcángel de Córdoba , por su venas corren la esencia del bolero de sus antepasados -algunos de los cuales emigraron a Argentina- y el duende del cante jondo que escuchaba desde niña en su casa. Considerada una de las grandes renovadoras del flamenco, Olga Pericet (Córdoba, 1975) luce un ramillete de premios que acredita una trayectoria singular y más que fructífera, entre ellos varios Premios Max (uno a la Mejor Intérprete de Danza por 'Un cuerpo infinito' (2020), el Nacional de Danza 2018, el Extraordinario de Teatro ACE Awards 2016 (Asociación de Cronistas de Espectáculos de Nueva York), el Nacional de Flamenco Pilar López (2007), y el galardón de ' El Ojo Crítico de RNE' (2014) por su versatilidad como intérprete, su creatividad y su valentía al asumir riesgos artísticos. Afincada en Madrid desde hace décadas, parte en un mes y poco a Nuevo México para presentar 'Guajira con abanico' en el 'Festival Flamenco' de Alburquerque.«Al principio de todo fui bailaora, bailaora, bailaora. Y después de eso mi curiosidad me llevó a querer ampliar mi estudio en la danza porque sabía que para mí lo que quería era moverme. El movimiento, la danza y el arte son la verdad. Y desde pequeña vi mucho arte en mi casa», señala quien recuerda con mucho cariño y nostalgia la cercanía del Guadalquivir, el barrio de San Pedro y sus clases en el Conservatorio Profesional Luis del Río. «Cuando descubrí la danza vi que ya lo tenía muy claro todo. Mi madre dice que cuando me hacían de chica la típica pregunta de qué quería ser de mayor yo siempre respondía lo mismo: 'Mamá, quiero ser artista'». -Nada más y nada menos que 'The New York Times' ha escrito de usted que «su flamenco es una invitación a jugar y explorar el límite de la imaginación». Ahí es nada. -Sí... Sobre el escenario sí creo que es así. Esa frase me hace reflexionar sobre Nueva York, que ha sido una ciudad a la que he ido muchísimo, ya que he estado presente en varias temporadas con mi repertorio español y también he intervenido en bastantes ediciones del 'Flamenco Festival'. Allí ocurre lo que lo que le ocurre a mucha gente de fuera de España, que igual te encuentras con que entiende perfectamente un flamenco más nuevo y más ortodoxo, o que hay personas que se han quedado en un flamenco que solo busca ver lo típico; me refiero a ese flamenco que para ellos es exótico. Creo que en Nueva York han ido viendo mi trabajo continuado durante los últimos diez años, y a veces se llevaban las manos a la cabeza y no me entendían muy bien, pero bueno, al final te vas abriendo a un público al que hay que informar y educar en otra manera de sentir el flamenco. Hay que tener en cuenta que en mi espectáculo, además de flamenco, hago también danza española, algo de danza en general. De arte, en resumen. -Y en Nueva York eso lo percibe el público. -Siempre he tenido esa curiosidad... Mi objetivo es que cuando la gente se levante al final del espectáculo no sienta solo que ha visto belleza y el buen hacer de la danza, que ya es mucho, sino también que algo la ha despertado. La frase que me ha citado del 'Times' es de una crítica de hace dos años, con la trilogía que estoy haciendo sobre la guitarra de Antonio de Torres, 'la Leona'. Me enorgullece que piensen eso de mí: es precioso compartir y generar energía y una identidad fuertes. -Le leo un fragmento breve de otra crítica de la prensa internacional sobre usted, esta vez del británico 'The Guardian': «Pericet es energía feroz encerrada en una técnica sofisticada». -Qué fuerte... Todo lo que tengo ha sido a base de muchísimo trabajo, mucha constancia y a base de creer mucho en mí misma, y de ser valiente; entonces, cuando me dicen estas cosas me digo: 'Bueno, yo sé las horas que he echado...' Siempre bendigo cada oportunidad que tengo de salir al escenario. -Tengo entendido que Inmaculada Aguilar fue una de sus referencias durante su etapa de formación en Córdoba. Ella declaró en una entrevista en estas mismas páginas que 'el flamenco es un veneno divino'. ¿Lo comparte? -Creo que es una forma bastante poética de expresar lo que es el flamenco, sí. Yo diría que el flamenco es también un gran perfume. -¿Un gran perfume? -Sí, un gran perfume que no puedes dejar de seguir. -'Bailo y me elevo a un lugar en el que no hay problemas', señaló la directora del Conservatorio Profesional Luis de Río, Lucía Luque, en otra conversación con este periódico. ¿A usted también le pasa? -Qué bueno esto que dice Lucía ... Fíjese que a mí me pasa que cuando bailo me voy a un lugar donde creo que está mi persona como potenciada... Incluso no sé donde estoy y qué soy yo realmente. Es un trance; sí, sí, entro en trance. Aunque a veces, cuando tienes giras muy continuadas esa magia del flamenco y de la danza, en la que siempre hay un punto de improvisación, se viene un poco abajo. Pero sí: bailar es sanarte y entrar en un trance total. -¿Se decantó usted por la danza flamenca en vez de por otra modalidad por su tradición familia
Criada en el popular barrio del Arcángel de Córdoba , por su venas corren la esencia del bolero de sus antepasados -algunos de los cuales emigraron a Argentina- y el duende del cante jondo que escuchaba desde niña en su casa. Considerada una de las grandes renovadoras del flamenco, Olga Pericet (Córdoba, 1975) luce un ramillete de premios que acredita una trayectoria singular y más que fructífera, entre ellos varios Premios Max (uno a la Mejor Intérprete de Danza por 'Un cuerpo infinito' (2020), el Nacional de Danza 2018, el Extraordinario de Teatro ACE Awards 2016 (Asociación de Cronistas de Espectáculos de Nueva York), el Nacional de Flamenco Pilar López (2007), y el galardón de ' El Ojo Crítico de RNE' (2014) por su versatilidad como intérprete, su creatividad y su valentía al asumir riesgos artísticos. Afincada en Madrid desde hace décadas, parte en un mes y poco a Nuevo México para presentar 'Guajira con abanico' en el 'Festival Flamenco' de Alburquerque.«Al principio de todo fui bailaora, bailaora, bailaora. Y después de eso mi curiosidad me llevó a querer ampliar mi estudio en la danza porque sabía que para mí lo que quería era moverme. El movimiento, la danza y el arte son la verdad. Y desde pequeña vi mucho arte en mi casa», señala quien recuerda con mucho cariño y nostalgia la cercanía del Guadalquivir, el barrio de San Pedro y sus clases en el Conservatorio Profesional Luis del Río. «Cuando descubrí la danza vi que ya lo tenía muy claro todo. Mi madre dice que cuando me hacían de chica la típica pregunta de qué quería ser de mayor yo siempre respondía lo mismo: 'Mamá, quiero ser artista'». -Nada más y nada menos que 'The New York Times' ha escrito de usted que «su flamenco es una invitación a jugar y explorar el límite de la imaginación». Ahí es nada. -Sí... Sobre el escenario sí creo que es así. Esa frase me hace reflexionar sobre Nueva York, que ha sido una ciudad a la que he ido muchísimo, ya que he estado presente en varias temporadas con mi repertorio español y también he intervenido en bastantes ediciones del 'Flamenco Festival'. Allí ocurre lo que lo que le ocurre a mucha gente de fuera de España, que igual te encuentras con que entiende perfectamente un flamenco más nuevo y más ortodoxo, o que hay personas que se han quedado en un flamenco que solo busca ver lo típico; me refiero a ese flamenco que para ellos es exótico. Creo que en Nueva York han ido viendo mi trabajo continuado durante los últimos diez años, y a veces se llevaban las manos a la cabeza y no me entendían muy bien, pero bueno, al final te vas abriendo a un público al que hay que informar y educar en otra manera de sentir el flamenco. Hay que tener en cuenta que en mi espectáculo, además de flamenco, hago también danza española, algo de danza en general. De arte, en resumen. -Y en Nueva York eso lo percibe el público. -Siempre he tenido esa curiosidad... Mi objetivo es que cuando la gente se levante al final del espectáculo no sienta solo que ha visto belleza y el buen hacer de la danza, que ya es mucho, sino también que algo la ha despertado. La frase que me ha citado del 'Times' es de una crítica de hace dos años, con la trilogía que estoy haciendo sobre la guitarra de Antonio de Torres, 'la Leona'. Me enorgullece que piensen eso de mí: es precioso compartir y generar energía y una identidad fuertes. -Le leo un fragmento breve de otra crítica de la prensa internacional sobre usted, esta vez del británico 'The Guardian': «Pericet es energía feroz encerrada en una técnica sofisticada». -Qué fuerte... Todo lo que tengo ha sido a base de muchísimo trabajo, mucha constancia y a base de creer mucho en mí misma, y de ser valiente; entonces, cuando me dicen estas cosas me digo: 'Bueno, yo sé las horas que he echado...' Siempre bendigo cada oportunidad que tengo de salir al escenario. -Tengo entendido que Inmaculada Aguilar fue una de sus referencias durante su etapa de formación en Córdoba. Ella declaró en una entrevista en estas mismas páginas que 'el flamenco es un veneno divino'. ¿Lo comparte? -Creo que es una forma bastante poética de expresar lo que es el flamenco, sí. Yo diría que el flamenco es también un gran perfume. -¿Un gran perfume? -Sí, un gran perfume que no puedes dejar de seguir. -'Bailo y me elevo a un lugar en el que no hay problemas', señaló la directora del Conservatorio Profesional Luis de Río, Lucía Luque, en otra conversación con este periódico. ¿A usted también le pasa? -Qué bueno esto que dice Lucía ... Fíjese que a mí me pasa que cuando bailo me voy a un lugar donde creo que está mi persona como potenciada... Incluso no sé donde estoy y qué soy yo realmente. Es un trance; sí, sí, entro en trance. Aunque a veces, cuando tienes giras muy continuadas esa magia del flamenco y de la danza, en la que siempre hay un punto de improvisación, se viene un poco abajo. Pero sí: bailar es sanarte y entrar en un trance total. -¿Se decantó usted por la danza flamenca en vez de por otra modalidad por su tradición familiar? -A mí me toca más el flamenco porque ha sido en lo que en un momento dado me he especializado, pero no quiere decir que me quede definitivamente con él y deseche otras cosas. Ahora, por ejemplo, estoy trabajando para una ópera donde he tenido que coreografiar utilizando la danza española y la escuela bolera. Empecé siendo bailaora y esa bailadora nunca se ha ido, creo; yo investigo ahora mismo desde el flamenco, aunque la danza española nunca la he olvidado. Quien ha visto mi espectáculo ha podido observar una pincelada de la escuela bolera aunque sea desestructurada o contemporanizada. La verdad es que ahora me siento como una flamenca moderna. -¿En qué medida siguen inspirándole Córdoba y su barrio, sus orígenes, en su manera de entender y de interpretar el flamenco? -Hombre, por supuesto, es que como todo el mundo yo tengo mi ADN, y siempre se acaba notando lo que has sido, el sitio en el que has nacido... Eso no se va. Es curioso, porque a algunos artistas le preguntan 'tú de dónde eres' y contestan que ya no lo saben, que son de todos lados, pero a mí me pasa justamente lo contrario, porque me reafirmo cada vez más en Córdoba. Cada vez estoy más enamorada de mi tierra. Me siento muy, muy cordobesa... En todo... En mi manera de crear y en mi manera de sentir. Siento que hay una identidad que incluso viéndola en las nuevas generaciones se nota que es de Córdoba. De todas maneras el flamenco tiene eso, y siempre hay como una maestría o una línea donde puedes percibir de dónde es cada persona. Aquí en Córdoba tenemos un sello. Hay un cordobés como Antonio Ruz al que se le ve su sello cordobés también en la escuela contemporánea. ¿Sabe? Yo creo que cuando te subes en un escenario o empiezas a crear no puedes esconder nada, es como desnudarte. Creo que en general es como una filosofía. En Córdoba hay una introspección que se nota mucho, y una riqueza cultural que se le suma. -Está a punto de actuar en la Fundación Juan March de Madrid con el espectáculo 'Baile sonoro'. ¿Qué más tiene entre manos? -Sí, iremos a la Fundación Juan March el 17 de mayo. Bueno, digo voy pero realmente vivo en Madrid, aunque viajo a Córdoba a ver a mi abuela, sobre todo, que todavía me vive, y tengo toda mi familia allí, y a mis padres en Málaga. Es decir, que estoy muy vinculada al Sur. Y me voy a Málaga también ahora, que justo estoy coreografiando para una ópera que se llama 'La Edad de Plata', y que es un díptico español de los compositores Granados y Manuel de Falla, que justo lo dirige un gran director cordobés Paco López. Yo me encargo de la coreografía, y la verdad es que me está encantando el hecho de compartir trabajo con bailarines más jóvenes, de dar mis conocimientos, de ver mis coreografías en otros cuerpos. Este proyecto me pedía una serie de cosas que, bueno, las reúno gracias a mi trayectoria. Lo que más feliz me hace, la verdad, es participar en el Festival de la Guitarra este año, en Córdoba, en mi tierra. -¿Ah sí? -Sí. Estaremos en el Gran Teatro el día 3 de julio. Qué bien. Que voy con el segundo capítulo de una trilogía que estoy realizando sobre la guitarra de Antonio de Torres, que es nuestra primera guitarra: habla de nuestros inicios en el flamenco.
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