Ni Sánchez confía en Tezanos

Que Presidencia del Gobierno cuente con los servicios de un gurú demoscópico que usa métodos distintos a los actuales del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) es la prueba de que ni el propio Pedro Sánchez se cree a José Félix Tezanos. El Ejecutivo cuenta para la toma de sus decisiones con el demóscopo José Pablo Ferrándiz, antiguo director de Opinión Pública e Ipsos, un profesional de prestigio entre sus compañeros que usa los modelos tradicionales para cribar los datos de las encuestas y ofrecer al presidente una imagen lo más precisa posible sobre la opinión de los españoles entre los diferentes temas. Resulta habitual y legítimo que Sánchez o cualquier presidente se rodee de este tipo de asesores teniendo en cuenta la discrecionalidad de la formación de su gabinete y la dimensión y consecuencias de las decisiones que debe tomar por la responsabilidad de su cargo. El problema surge cuando se hace evidente que los métodos de Ferrándiz –los habituales que generan consenso entre la academia– son distintos de los que ha impuesto Tezanos en el CIS y evidencian que el centro ofrece una radiografía distorsionada de la opinión pública diferente a aquella en la que cree el presidente del Gobierno. Recientemente, un cálculo que hizo para el Senado el anterior director del CIS sobre el modelo de interpretación de Moncloa y el de la célebre 'cocina' de Tezanos evidenciaba que el segundo sobrestimaba en varios puntos la intención de voto al partido del Gobierno y sus socios en la medida en que hundía la de los partidos de la oposición. Han sido tantos los errores , y siempre a favor de los intereses del sanchismo, que no caben en estas líneas. El propio Ferrándiz, en quien Sánchez confía tanto como para nombrarlo asesor, ha criticado la labor de Tezanos, al que llegó a acusar de ser responsable de «errores garrafales» y de no tener «ni idea». También hay una significativa distancia entre los temas por los que se interesa y considera relevantes Presidencia –vivienda, seguridad y defensa–, y los que Tezanos impone en las preguntas del CIS, entre los que tiene cada vez más peso la intención de voto. Cabe preguntarse si, no habiendo elecciones a la vista y no considerando interesante Moncloa el sentido del voto de los españoles, las proyecciones electorales de Tezanos tienen otra motivación que la de engrandecer la figura de Sánchez en un ejercicio de propaganda pagado con el dinero de todos los españoles y si este hecho no entra en la categoría de corrupción. El sesgo progubernamental del CIS de Tezanos que fomenta Sánchez de manera consciente tiene implicaciones que debemos señalar como intolerables. La primera es la de permitir que el centro dé una visión manifiestamente equivocada de la opinión de los españoles y les niegue el derecho a estar informados. Supone, desde ese punto de vista, un despilfarro de recursos públicos –económicos y de esfuerzo de los prestigiosos profesionales que allí trabajan–, pero también la intención dolosa de ofrecer la imagen de una España que no existe. Esto es engañar a la ciudadanía para servir al Gobierno con información que no cumple los estándares ni siquiera para él mismo. Al desprestigio del presidente del CIS, evidente entre la academia, los compañeros de Tezanos, los propios profesionales, los partidos de la oposición y buena parte de los socios del Gobierno, se une la del propio presidente del Ejecutivo, que no quiere para sí sus informes y necesita otros. Por supuesto, gran parte de la ciudadanía se une a las objeciones al organismo público dirigido por Tezanos. Es tan profunda la desconfianza por parte de la sociedad que parece pertinente que el CIS pregunte si los españoles se creen al propio CIS. Otra tema será hacer creíbles los resultados.

Abr 7, 2025 - 05:27
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Ni Sánchez confía en Tezanos
Que Presidencia del Gobierno cuente con los servicios de un gurú demoscópico que usa métodos distintos a los actuales del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) es la prueba de que ni el propio Pedro Sánchez se cree a José Félix Tezanos. El Ejecutivo cuenta para la toma de sus decisiones con el demóscopo José Pablo Ferrándiz, antiguo director de Opinión Pública e Ipsos, un profesional de prestigio entre sus compañeros que usa los modelos tradicionales para cribar los datos de las encuestas y ofrecer al presidente una imagen lo más precisa posible sobre la opinión de los españoles entre los diferentes temas. Resulta habitual y legítimo que Sánchez o cualquier presidente se rodee de este tipo de asesores teniendo en cuenta la discrecionalidad de la formación de su gabinete y la dimensión y consecuencias de las decisiones que debe tomar por la responsabilidad de su cargo. El problema surge cuando se hace evidente que los métodos de Ferrándiz –los habituales que generan consenso entre la academia– son distintos de los que ha impuesto Tezanos en el CIS y evidencian que el centro ofrece una radiografía distorsionada de la opinión pública diferente a aquella en la que cree el presidente del Gobierno. Recientemente, un cálculo que hizo para el Senado el anterior director del CIS sobre el modelo de interpretación de Moncloa y el de la célebre 'cocina' de Tezanos evidenciaba que el segundo sobrestimaba en varios puntos la intención de voto al partido del Gobierno y sus socios en la medida en que hundía la de los partidos de la oposición. Han sido tantos los errores , y siempre a favor de los intereses del sanchismo, que no caben en estas líneas. El propio Ferrándiz, en quien Sánchez confía tanto como para nombrarlo asesor, ha criticado la labor de Tezanos, al que llegó a acusar de ser responsable de «errores garrafales» y de no tener «ni idea». También hay una significativa distancia entre los temas por los que se interesa y considera relevantes Presidencia –vivienda, seguridad y defensa–, y los que Tezanos impone en las preguntas del CIS, entre los que tiene cada vez más peso la intención de voto. Cabe preguntarse si, no habiendo elecciones a la vista y no considerando interesante Moncloa el sentido del voto de los españoles, las proyecciones electorales de Tezanos tienen otra motivación que la de engrandecer la figura de Sánchez en un ejercicio de propaganda pagado con el dinero de todos los españoles y si este hecho no entra en la categoría de corrupción. El sesgo progubernamental del CIS de Tezanos que fomenta Sánchez de manera consciente tiene implicaciones que debemos señalar como intolerables. La primera es la de permitir que el centro dé una visión manifiestamente equivocada de la opinión de los españoles y les niegue el derecho a estar informados. Supone, desde ese punto de vista, un despilfarro de recursos públicos –económicos y de esfuerzo de los prestigiosos profesionales que allí trabajan–, pero también la intención dolosa de ofrecer la imagen de una España que no existe. Esto es engañar a la ciudadanía para servir al Gobierno con información que no cumple los estándares ni siquiera para él mismo. Al desprestigio del presidente del CIS, evidente entre la academia, los compañeros de Tezanos, los propios profesionales, los partidos de la oposición y buena parte de los socios del Gobierno, se une la del propio presidente del Ejecutivo, que no quiere para sí sus informes y necesita otros. Por supuesto, gran parte de la ciudadanía se une a las objeciones al organismo público dirigido por Tezanos. Es tan profunda la desconfianza por parte de la sociedad que parece pertinente que el CIS pregunte si los españoles se creen al propio CIS. Otra tema será hacer creíbles los resultados.