Negar para afirmar: No un cuerpo
Este poemario se sostiene en la tensión entre un cuerpo hibridado con el entorno, caudal desde el que se interpreta el mundo, y la negación del mismo, de esa dimensión física y destino biológico a que el cuerpo femenino se ve predestinado. El bien entramado leitmotiv de este libro, reflejado en los epígrafes de Angélica... Leer más La entrada Negar para afirmar: No un cuerpo aparece primero en Zenda.

Eco, la ninfa castigada por Hera a repetir las palabras de los otros, fue desvaneciéndose poco a poco hasta quedar sólo en su voz, una voz que resistió en tanto testimonio de existencia e identidad ante la desaparición de su corporalidad, así la escritura de Raquel Martínez, cuya ópera prima, No un cuerpo (Eolas ediciones, 2024), convoca al origen para deconstruir el vacío con la palabra poética.
Enterraron
a la niña boca abajo.
La dejaron allí meses A
los animales de adentroinvocó.
En “La mer”, igual que un mar entrando y saliendo de una gruta, el cuerpo se abre y cierra, se llena y vacía en constante flujo, cuyo epicentro es el vientre, en tanto símbolo y espacio para engendrar otros cuerpos, sinécdoque encubriendo la corporalidad y la identidad —que no esencia—, destruyendo los dualismos antropológicos y posible disociación:
Todas
dormimos en pequeñas vasijas
—O lechos de jazmín que son vientre.Huesos dormidos hace tanto;
despertarán para ser fuego
en el fulgor de la alianza extraviada.
Varios cuerpos anudados entre sí formando uno, en la medida en que unos derivan de otros, en una cadena inextinguible. Se convoca con sutileza a un linaje de maternidades enlazadas desde la infancia, porque la “soledad quema el río”. En “My other”, parte central del libro, nos desvela, no sin cierto y necesario extrañamiento, que su semilla germinada es amamantada lentamente, piedra sagrada que se torna, por fin, raíz y vasija: “Con un / amor que redondea cuerpos / e hincha aristas”. Se pasa, de este modo, a formar parte de este linaje. Sin embargo, el miedo también fecunda: “Soñar que me da / miedo la noche. Despertar / y ser la noche”, así, el ángel no nació: “Un duelo de dos / un uno contra uno”. Raquel Martínez arriesga a desnudar el dolor desde el tránsito de la conciencia y una arcana sabiduría de ese linaje de mujeres. La palabra, a través de imágenes que acompañan, pero no doman al poema, tornea la vivencia, pues el hallazgo del territorio poético se halla más allá del verso, en ese espacio inefable del pálpito tejido de un léxico que va redescubriendo sus polisemias según se recorre el libro: raíz-vasija-cuerpo-semilla-vientre-leche-sangre-cueva-tierra-piedra-brotar… generando un imaginario propio.
Por último, en “La mère” el deseo surgido del cuerpo, baile y música, el encuentro que fecunda —el sexo, movimiento animal— colisiona con aquello que se engendra: una camada muerta que ha de ser enterrada, mientras la piedra está llena de leche:
Hizo falta un seísmo
para fracturar la piedra.
De la grieta manó
una sangreinesperada.
No todas las semillas florecen, nos recuerda, a pesar del empeño por que el cuerpo aloje huéspedes a quienes desea coser a puñal e hilo. Pero hoy sí, aunque:
Echar de menos,
No un cuerpo,
sino su recuerdo.
El verso derrama el vacío y se llena ya no de corporalidad, sino de memoria. La poeta indaga en la identidad femenina desde un cuerpo que resignifica los horizontes de la maternidad, desplazando lecturas ingenuas y previsibles, con un uso personal de la puntuación y un equilibrado juego retórico. La voz incorpórea discurre entre las grietas y la tierra, rompe la piedra, preserva en sí la afirmación y la negación. Raquel Martínez irrumpe con una poesía que, como un eco, resuena sin discordancias transformando la ausencia y se hace cuerpo en la palabra.
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Autora: Raquel Martínez Muñoz. Título: No un cuerpo. Editorial: Eolas. Venta: Todos tus libros.
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