México se calienta más rápido que el planeta: UNAM advierte sobre punto de quiebre climático
Durante los últimos 18 meses, la Tierra ha mantenido una temperatura global consistentemente por encima de 1.5 °C respecto a los niveles preindustriales. El panorama es aún más dramático en México, donde la temperatura ha subido 1.8 °C desde la era preindustrial, superando el promedio global. Este dato representa una desviación grave de lo previsto por el Acuerdo […]

Durante los últimos 18 meses, la Tierra ha mantenido una temperatura global consistentemente por encima de 1.5 °C respecto a los niveles preindustriales. El panorama es aún más dramático en México, donde la temperatura ha subido 1.8 °C desde la era preindustrial, superando el promedio global. Este dato representa una desviación grave de lo previsto por el Acuerdo de París, que considera ese umbral como el máximo tolerable para evitar consecuencias catastróficas.
La preocupación de los expertos es clara: el sistema climático no está respondiendo como se esperaba. Los ciclos naturales de El Niño y La Niña no han logrado enfriar la atmósfera como en años anteriores. El doctor Francisco Estrada Porrúa, coordinador del Programa de Investigación en Cambio Climático de la UNAM, advierte que si esta tendencia continúa, en solo cinco años el promedio global podría superar definitivamente el límite de 1.5 °C, mucho antes de lo que se proyectaba.
México: Un horno que se calienta a ritmo acelerado
Pero lo más inquietante hablando del territorio nacional es la velocidad: mientras el mundo se calienta a un ritmo de 2 °C por siglo, México lo hace a 3.2 °C, lo que nos coloca entre los países más vulnerables al cambio climático.
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Este calentamiento desproporcionado ya tiene impactos visibles. Estrada recuerda un estudio de 2006 donde su equipo estimó que, para 2020, Veracruz perdería 24 % de su producción de café por efecto del clima. La realidad superó las proyecciones: la pérdida ronda hoy el 48 %. Este dato es un ejemplo de cómo el calentamiento no solo es una cifra abstracta, sino una amenaza directa a la economía y la vida rural del país.
¿Cuál debería de ser la estrategia?
El doctor Enrique Provencio Durazo, titular del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo, ofreció otra perspectiva clave: no basta con abordar el cambio climático desde la justicia ambiental. Urge integrar la acción climática como parte de una visión de desarrollo de México, con respaldo político, presupuestario y social.
En su conferencia “Acciones y políticas urgentes ante las realidades del cambio climático”, Provencio llamó a rediseñar instrumentos de política económica que permitan invertir en mitigación, conservación y transición energética. Aunque actuar cuesta, no hacerlo costará mucho más: en empleos perdidos, salud deteriorada, infraestructura colapsada y vidas humanas.
Riesgos sociales: La cara humana del desastre climático
Más allá de las cifras, la doctora Naxhelli Ruiz Rivera, del Instituto de Geografía de la UNAM, expuso un ángulo poco discutido: el cambio climático golpea más fuerte a quienes ya viven en condiciones de vulnerabilidad social. En México, millones de personas enfrentan carencias graves en sus viviendas, sin acceso adecuado a agua potable, salud o infraestructura segura.
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Ruiz destacó que 296 mil niños y niñas fueron afectados tras el paso del huracán Otis, muchos de ellos expuestos a explotación, desnutrición y abandono escolar. Este tipo de tragedias reflejan la necesidad de vincular la crisis ambiental con los derechos sociales y las estructuras de oportunidad.
Una cumbre, muchas esperanzas
Ante este escenario urgente, 25 universidades de México se preparan para una Cumbre de Acción Climática sin precedentes. Su objetivo: generar propuestas concretas, formar una ciudadanía ambiental y presionar por políticas alineadas con los compromisos internacionales.
El doctor Eduardo Vega López, coordinador universitario para la sustentabilidad, enfatizó que este encuentro no será solo simbólico. “Se trata de construir conocimiento, propuestas, y, sobre todo, compromisos reales”, dijo. La meta es clara: impulsar una transformación que nos permita sobrevivir al siglo XXI sin colapsar social, ambiental y económicamente.
El reloj climático no se detiene, y México está en la primera fila del impacto. La pregunta ya no es si habrá consecuencias, sino cuán preparados estaremos para enfrentarlas.