Maciek Wisniewski: Teuchitlán, “Auschwitz” y el problema de las analogías
Las comparaciones −incluidas las históricas− son una figura retórica que usamos a diario para expresarnos, orientarnos y una parte integral del debate público. Como tales –cuando nos remiten a los conocidos acontecimientos en el pasado– pueden ayudarnos a entender mejor los acontecimientos en curso, estimular el pensamiento crítico, movilizarnos a la acción y alertar sobre los abusos de poder y defender a las víctimas de estos. Pero también, dada su subjetividad, politización y falta de verificabilidad –siendo sólo interpretaciones, no hechos–, presentan deficiencias, como su capacidad de difamar, incitar y desinformar, ya que –entre otros–, una vez arraigadas en la mente pública, “pueden volverse resistentes a cualquier intento de corrección” (Arno J. Mayer).
Las comparaciones −incluidas las históricas− son una figura retórica que usamos a diario para expresarnos, orientarnos y una parte integral del debate público. Como tales –cuando nos remiten a los conocidos acontecimientos en el pasado– pueden ayudarnos a entender mejor los acontecimientos en curso, estimular el pensamiento crítico, movilizarnos a la acción y alertar sobre los abusos de poder y defender a las víctimas de estos. Pero también, dada su subjetividad, politización y falta de verificabilidad –siendo sólo interpretaciones, no hechos–, presentan deficiencias, como su capacidad de difamar, incitar y desinformar, ya que –entre otros–, una vez arraigadas en la mente pública, “pueden volverse resistentes a cualquier intento de corrección” (Arno J. Mayer).
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