Lecturas: Lovecraft, el maestro del horror cósmico, en novelas gráficas

El autor de “El color que cayó del cielo” y sus oscuros universos narrativos se despliegan en nuevas adaptaciones al cómic, incluyendo también el relato de su propia vida

May 17, 2025 - 08:24
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Lecturas: Lovecraft, el maestro del horror cósmico, en novelas gráficas

¿Qué se gana y qué se pierde al repetir, reinterpretar o ficcionalizar un universo tan cerrado, oscuro y coherente como el de Howard Philips Lovecraft (Providence, 1890-1937)? El “horror cósmico”, como sería bautizado el género literario del gran escritor estadounidense consagrado a imaginar el ocaso inapelable de la humanidad, no pierde vigencia. Y la razón es simple: el máximo talento intelectual y artístico de Lovecraft fue captar que, en la bisagra entre los siglos XIX y XX, las grandes esperanzas de la modernidad no madurarían precisamente bajo nuevas formas imbatibles de prosperidad, progreso y comunión colectivas. Por el contrario, sus frutos más notorios serían oscuros y violentos, segregacionistas y genocidas. Y como diría el novelista Michel Houellebecq, uno de los más astutos lectores contemporáneos de Lovecraft, desde entonces las cosas no han cambiado para entonar aleluyas en el siglo XXI.

Si Lovecraft sigue entre nosotros es porque sus gritos de terror lúcidos, inmortalizados hace cien años en relatos como “La llamada de Cthulhu”, “La sombra sobre Innsmouth” o “En las montañas de la locura” todavía alertan a quienes estén dispuestos a oír que la vida, tal como la experimentamos, es el mal. Esta es la premisa de “El color que cayó del cielo”, uno de los relatos que Lovecraft publicó el año anterior a su muerte y que él mismo consideró uno de los más logrados, y que en manos del artista de manga japonés Gou Tanabe (Tokio, 1975) se añade a su extensa saga de adaptaciones de cuentos de Lovecraft que incluye, entre otros títulos, piezas claves como “En las montañas de la locura”, en dos volúmenes, y “El morador de las tinieblas”.

Las adaptaciones de Tanabe, sin embargo, combinan en su virtud una severa limitación: no proponen ninguna reescritura de los textos literarios ni apuestan al experimento de reubicar la célebre mitología lovecraftiana en el interior del mundo japonés. De lo que se trata es solo de representaciones fieles y sin sobresaltos de las mismas imágenes que, en este caso, Lovecraft elaboró por escrito en “El color que cayó del cielo” al narrar la sorpresa, el misterio y la espantosa aniquilación de la familia Gardner a partir de la caída de un extraño meteorito en el jardín de su casa en una granja en la ciudad de Arkham, en 1882.

Sin desviarse de las huellas de Lovecraft, Tanabe repite con reverencia dogmática la refinada graduación del relato original, cuyo inicio ubica al lector dentro de las coordenadas de la ciencia ficción para empujarlo más adelante hacia un nudo de terror alrededor de una forma de vida alienígena omnipotente y letal cuya presencia, sin embargo, no tiene otra configuración concreta que un nuevo color. Es esta barrera psíquica, este insuperable impedimento de la mente humana para imaginar un nuevo color lo que, a modo de desenlace, abandona al lector en el abismo existencial del “horror cósmico”. Con sus rasgos perfectamente anglosajones y sus costumbres protestantes, los integrantes de la familia Gardner, tal como los dibuja Tanabe, avanzan por los casilleros de excitación, miedo, terror, muerte y resignación, y resuelto el punto esencial de la historia gracias a las ventajas de un cómic en blanco y negro, el resultado solo logrará despertar curiosidad entre quienes no estén familiarizados con la fuerza de la literatura de Lovecraft o con su mensaje.

En contraste con el trabajo de Gou Tanabe como respetuoso divulgador del canon literario lovecraftiano, para quienes estén dispuestos a subir un escalón en estas apuestas también existe el trabajo del historietista Alberto Breccia (Montevideo, 1919 - Buenos Aires, 1993). En sociedad con guionistas como Norberto Buscaglia (Buenos Aires, 1945 - 2008), Breccia realizó en su inconfundible estilo adaptaciones a veces muy ajustadas de clásicos de Lovecraft, como “En las montañas de la locura”, pero también se permitió sumarse a una larga estirpe de escritores, guionistas, dibujantes, directores de cine y más tarde creadores de juegos de rol y videojuegos dispuestos a expandir y vivificar este universo narrativo. Este es el caso de Los mitos de Cthulhu, publicado por primera vez en 1974 y reeditado periódicamente en distintos idiomas, donde Breccia reelabora a partir de los relatos de Lovecraft asociados al ominoso dios estelar Cthulhu, el núcleo de sus primeros cuentos de “horror cósmico”, un mundo inconfundiblemente lovecraftiano pero que no resigna un registro propio, gracias al cual lo tenebroso y lo enloquecedor aportado por la literatura adquiere matices visuales que, gracias al dominio expresivo del blanco y negro en manos de Breccia, se vuelve más siniestro e inquietante.

Con el mismo espíritu, es el hijo de Alberto, el historietista Enrique Breccia (Buenos Aires, 1945), quien en Lovecraft, publicado en los Estados Unidos en 2003 y reeditado en castellano por Hotel de las Ideas un tiempo atrás, anticipándose a lo que con una brillantez distinta haría casi una década después el guionista británico Alan Moore en Providence (2015), ofrece un auténtico salto creativo más allá de la fuerza gravitacional del escritor para convertirlo a él mismo en un personaje de ficción.

A partir de un guion cinematográfico de Hans Radionoff adaptado al cómic por Keith Giffen, Breccia ilustra así una biografía imaginaria de Lovecraft dispuesta a develar (en clave lovecraftiana) el terrible secreto detrás de su exótica personalidad, que además de impedirle estudiar, trabajar y sostener su único y breve matrimonio con Sonia Greene, lo forzó a vivir hasta el último de sus días entre las conservadoras fronteras de Providence, una de las ciudades más antiguas de los Estados Unidos. ¿Y si el carácter fóbico, la misantropía e incluso la particular misoginia del autor que murió de manera repentina a los 46 años pudiera explicarse a partir de su heroico intento de salvar a la humanidad de la llegada de los Primordiales, los extraterrestres que en sus cuentos son capaces de borrar el mundo y la vida mediante el solo acto de presentarse? “La única persona que podría decirnos con seguridad si esta es o no una obra de ficción es el propio Howard”, escribe el cineasta John Carpenter en el prólogo de Lovecraft. El misterio es un buen anzuelo para los nuevos lectores, aunque lo seguro es que Lovecraft no persiste por sus monstruos, sino por insistir a través del tiempo con una verdad incómoda: nuestro horror más profundo es descubrir que el universo no tiene lugar ni resguarda ningún sentido privilegiado para la existencia humana.

El color que cayó del cielo

Por Gou Tanabe

Planeta Cómic. Trad.: Maite Madinabeitia

186 páginas, $ 17.900

Lovecraft

Hans Rodionoff, Keith Giffen y Enrique Breccia

Hotel de las Ideas

144 páginas

$ 21.000