La soledad no deseada afecta más a jóvenes y adolescentes: ¿qué se puede hacer?

La soledad no deseada obliga a replantear el rol de la comunidad, la familia y las instituciones (especialmente los centros educativos) en el proceso de integración social de los adolescentes. La entrada La soledad no deseada afecta más a jóvenes y adolescentes: ¿qué se puede hacer? se publicó primero en Ethic.

May 14, 2025 - 18:00
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La soledad no deseada afecta más a jóvenes y adolescentes: ¿qué se puede hacer?

Imaginemos a Marcos, un adolescente de 16 años que asiste a un instituto donde, a pesar de estar rodeado de compañeros, se siente solo. En una tutoría, decide abrirse a su profesor, explicándole cómo se siente. Relata que se levanta sintiéndose desconectado, que durante las clases experimenta una sensación de aislamiento y en su casa se encierra en su cuarto sin encontrar motivación para estar con sus amigos. Marcos confiesa que, a menudo, siente falta de apoyo en su entorno familiar y educativo, lo que hace que se cuestione su lugar en la sociedad. Solo muestra interés y experimenta una sensación de conexión al jugar en línea. Como Marcos, caso ficticio, muchos adolescentes se sienten solos, a pesar de que, en apariencia, no están aislados. La soledad no deseada es un problema que afecta especialmente a los jóvenes. ¿Por qué?

Factores determinantes y causas

Las sociedades occidentales —incluida España— han experimentado una transformación social marcada por el individualismo, la globalización y el auge de las tecnologías digitales, lo que ha contribuido al aumento del sentimiento de soledad no deseada entre las diferentes generaciones.

Hablamos de soledad no deseada porque, lejos de ser una elección personal, refleja el deterioro de los vínculos sociales y de las estructuras familiares y comunitarias, esenciales para consolidar el sentido de identidad y pertenencia.

Las tecnologías digitales pueden tener la contrapartida de establecer relaciones más superficiales y despersonalizadas

Las tecnologías digitales facilitan el contacto a distancia, pero pueden tener la contrapartida de establecer relaciones más superficiales y despersonalizadas, lo que puede derivar en un sentimiento de soledad. La virtualidad, a diferencia de las interacciones cara a cara, limita la empatía y la conexión emocional plena.

Además, la transformación en la vida familiar y comunitaria es otro determinante crucial. La desintegración gradual de estructuras tradicionales —donde la familia y la comunidad ejercían un papel central en el soporte social y emocional— ha incrementado la dependencia del individuo en sí mismo. Esta evolución estructural normaliza la soledad afectando a diversos grupos poblacionales, en especial entre adolescentes y jóvenes que se encuentran en un proceso vital de búsqueda de su identidad y sentido de pertenencia.

Impacto especial en adolescentes chicas

En España, la soledad no deseada afecta especialmente a adolescentes y mayores. Según mi último estudio, los adolescentes registran niveles de soledad no deseada 14 puntos porcentuales por encima del promedio de la población general. Esta situación es preocupante, porque percibir falta de apoyo emocional y escasez de vínculos sólidos en esta etapa de la vida puede generar problemas sociales y psicológicos.

Las personas que experimentan soledad tienden a percibir su salud de forma más negativa, además de ver reducida su capacidad para afrontar y recuperarse de los problemas. Esta vulnerabilidad se traduce en un aumento en la incidencia de problemas de salud mental, afectando la capacidad de los jóvenes para afrontar el estrés y las incertidumbres de la transición a la vida adulta.

Además, las adolescentes presentan tasas de soledad significativamente superiores a las de sus pares masculinos, en especial en el grupo de 18 a 24 años. El 20,7% de las jóvenes han experimentado problemas psicológicos de manera continua en los últimos meses, en comparación con el 13,3% de los hombres; siendo el período más crítico entre los 20 y 24 años.

Por el contrario, la incidencia de suicidios en la adolescencia es significativamente mayor en hombres que en mujeres. Hay una clara disparidad: los hombres presentan una incidencia más elevada de suicidio, las mujeres suelen buscar más ayuda y apoyo. Esta diferencia puede estar influenciada por factores culturales y sociales, como el estigma que aún rodea la salud mental entre algunos hombres y las diferentes expectativas relacionadas con los roles de género. Estos condicionantes pueden hacer que los hombres, ante dificultades sociales o mentales, no pidan ayuda y no accedan a los recursos de orientación y apoyo, traduciéndose en una incidencia más alta de suicidios.

Propuestas de intervención

La soledad no deseada obliga a replantear el rol de la comunidad, la familia y las instituciones (especialmente los centros educativos) en el proceso de integración social de los adolescentes. La soledad no deseada es un síntoma de problemas estructurales en la sociedad posmoderna. Por ello, se hace imprescindible diseñar estrategias de intervención que contemplen el apoyo psicológico y la generación de espacios de encuentro y diálogo.

Para combatir la soledad no deseada existen varias estrategias:

  • Mejorar las tutorías en los centros educativos para identificar riesgos tempranos y ofrecer soporte emocional.
  • Promover actividades comunitarias, culturales, deportivas y artísticas que fortalezcan los lazos interpersonales y construyan redes de apoyo, desde centros juveniles municipales, asociaciones culturales, ongs, centros educativos, clubs deportivos y organizaciones religiosas.
  • Implementar intervenciones en salud mental mediante terapias grupales e individuales, talleres y campañas de sensibilización que prevengan conductas autolesivas y suicidas.
  • Finalmente, impulsar políticas públicas inclusivas para fomentar la conexión social y reducir el aislamiento de las personas, especialmente de los adolescentes. Por ejemplo, en Barcelona hay una estrategia municipal contra la soledad 2020–2030. Y en Madrid, un proyecto estratégico para prevenir la soledad no deseada desde el servicio de salud.

 

El caso de Marcos es un ejemplo de cómo la soledad no deseada se manifiesta en el día a día y la importancia de tener sistemas de apoyo efectivos. Solo mediante la identificación temprana del aislamiento y la intervención oportuna se podrá evitar el deterioro de la salud mental. Las instituciones y la sociedad en su conjunto deben asumir la responsabilidad de fomentar entornos comunicativos y afectivos que restauren en los adolescentes la confianza en su capacidad para integrarse en la comunidad.


Joan Tahull Fort es profesor de Sociología de la Educación, Universitat de Lleida. Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

The Conversation

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