La maldición de la industria alemana se recrudece con dos duras 'estocadas' aparte de los aranceles de EEUU
La parálisis económica en la que vive sumida Alemania desde la pandemia discurre paralela a los continuos problemas que enfrenta su histórica industria, hasta hace no tanto ejemplo de éxito para el mundo entero. El surgimiento de un 'nuevo mundo' tras el covid en el que los servicios son más demandados, los tipos de interés más altos, los costes energéticos más elevados (Rusia lo cambió todo al invadir Ucrania) y China ya no es ese cliente excepcional (ha pasado de fiel importador de valor añadido a feroz competidor, solo hay que mirar hacia sus coches eléctricos) ha provocado una sacudida en el sector manufacturero teutón que no parece tener fin. Confiando casi más en la esperanza que en los datos, los analistas económicos germanos llevan meses deseando anunciar que la industria ha tocado fondo y que empieza a remontar a la espera de que el ambicioso estímulo adelantado por el nuevo Gobierno comience a operar. Pero cuando alguna mínima cifra parece apoyar esa tesis, surge algo que prorroga la agonía. Si los aranceles de EEUU ya suponían un amenaza letal a esta recuperación, ahora llegan dos 'estocadas' más que recrudecen la maldición: unas vías fluviales alemanas con muy poca agua para estar en primavera y el nuevo 'cerrojazo' chino con las tierras raras.
La parálisis económica en la que vive sumida Alemania desde la pandemia discurre paralela a los continuos problemas que enfrenta su histórica industria, hasta hace no tanto ejemplo de éxito para el mundo entero. El surgimiento de un 'nuevo mundo' tras el covid en el que los servicios son más demandados, los tipos de interés más altos, los costes energéticos más elevados (Rusia lo cambió todo al invadir Ucrania) y China ya no es ese cliente excepcional (ha pasado de fiel importador de valor añadido a feroz competidor, solo hay que mirar hacia sus coches eléctricos) ha provocado una sacudida en el sector manufacturero teutón que no parece tener fin. Confiando casi más en la esperanza que en los datos, los analistas económicos germanos llevan meses deseando anunciar que la industria ha tocado fondo y que empieza a remontar a la espera de que el ambicioso estímulo adelantado por el nuevo Gobierno comience a operar. Pero cuando alguna mínima cifra parece apoyar esa tesis, surge algo que prorroga la agonía. Si los aranceles de EEUU ya suponían un amenaza letal a esta recuperación, ahora llegan dos 'estocadas' más que recrudecen la maldición: unas vías fluviales alemanas con muy poca agua para estar en primavera y el nuevo 'cerrojazo' chino con las tierras raras.
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