La comentada reacción de un soltero de ‘First Dates’ al enterarse de la enfermedad de su cita: «Me veo mejor que ella…»

Una cita a ciegas en televisión. Desde hace más de siete años, First Dates ha logrado mantenerse como uno de los programas más vistos en la televisión española. Su fórmula es sencilla pero efectiva: juntar a dos desconocidos en una cena romántica para ver si surge la chispa del amor. Lo que lo diferencia de ... Leer más

May 1, 2025 - 15:50
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La comentada reacción de un soltero de ‘First Dates’ al enterarse de la enfermedad de su cita: «Me veo mejor que ella…»

Una cita a ciegas en televisión.

Desde hace más de siete años, First Dates ha logrado mantenerse como uno de los programas más vistos en la televisión española. Su fórmula es sencilla pero efectiva: juntar a dos desconocidos en una cena romántica para ver si surge la chispa del amor. Lo que lo diferencia de otros formatos es su tono cercano, la espontaneidad de sus participantes y la forma en que expone, sin filtros, lo compleja que puede ser la búsqueda del amor.

En cada emisión, el restaurante televisivo que dirige Carlos Sobera se convierte en un espejo de la sociedad, con sus luces y sus sombras. Allí se revelan prejuicios, afinidades, inseguridades y deseos, todo en menos de una hora. Por eso, no sorprende que siga generando conversación, tanto en redes sociales como en la sobremesa de muchas casas.

El programa es capaz de provocar ternura o indignación en cuestión de minutos. Lo vimos de nuevo esta semana con el encuentro entre Paqui y Juan, dos murcianos que demostraron cómo ciertos detalles pueden marcar el rumbo de una cita. Aunque ambos llegaban con expectativas, bastaron un par de intercambios para que quedara claro que no estaban en la misma sintonía.

El volumen como barrera.

Paqui, de 64 años, trabaja como auxiliar de enfermería en una residencia y acudió al restaurante con la esperanza de abrir un nuevo capítulo sentimental. Como explicó al llegar, la covid le dejó una secuela inesperada: una pérdida del 40% de audición. “Cuando una persona me habla bien y un poco elevado, yo entiendo perfectamente”, dijo con tranquilidad, quitándole dramatismo a su situación.

Su cita, Juan, es un recepcionista jubilado de Cartagena que buscaba a alguien «especial», aunque dejó ver desde el inicio que el físico de Paqui no era lo que esperaba. “Yo me veo mejor que ella físicamente”, declaró sin rodeos, en un comentario que ya marcaba distancia y presagiaba un encuentro complicado.

Durante la cena, la conversación tuvo momentos cordiales, pero la falta de conexión fue notoria. Paqui necesitó que Juan hablara más alto para poder seguir el diálogo, algo que al principio aceptó pero que pronto comenzó a incomodarle. “Me ha dado un poquito de vergüenza tener que estar molestando a las mesas de alrededor porque tenía que levantar la voz constantemente”, confesó en privado.

Lo que revela una negativa.

Aunque compartieron alguna que otra broma, incluso sobre el pelo de Juan —Paqui llegó a preguntarle si usaba peluquín—, la relación no fluyó. Él, acostumbrado a hablar con calma, expresó que tener que elevar el tono lo agotaba: “Hablar en voz alta, a mí que me gusta hablar pausadamente, es algo bastante agotador”.

En el momento de decidir si querían volver a verse, la respuesta fue un no rotundo por ambas partes. Juan aseguró que no hubo chispa, y Paqui, con la misma franqueza, tampoco mostró interés en continuar. Pero más allá de la falta de química, quedó flotando una pregunta incómoda: ¿hasta qué punto influyó la discapacidad auditiva de Paqui en el rechazo de Juan?

El fragmento generó una ola de reacciones en redes sociales, donde muchos espectadores se sintieron incómodos con la actitud de Juan. Las críticas apuntaron a su falta de empatía y a la manera en que convirtió una dificultad puntual en una barrera insalvable. Para muchos, el problema no era la sordera, sino la intolerancia.

Una lección que aún cuesta aprender.

“First Dates” vuelve a poner el foco en cómo tratamos las diferencias cuando el objetivo es encontrar pareja. Lo que para una persona puede ser una adaptación menor, para otra se convierte en una razón para no seguir adelante. Y en este caso, la enfermedad de Paqui no solo no fue comprendida, sino casi utilizada como excusa.

Las redes sociales no tardaron en señalarlo: más que por falta de atracción, Juan parecía molesto por tener que salir de su zona de confort. El hecho de que la cita no funcionara no es lo que ha generado debate, sino la forma en que se gestionó la incomodidad. En el amor, como en la vida, la empatía debería pesar tanto como la química.