Juan Arturo Brennan: Pink Floyd, Gilmour: sincronicidad

En meses recientes, gracias al zapeo aleatorio, encontré varias veces en uno de los canales de música de la televisión (que son 99 por ciento basura impresentable) la grabación de un concierto de rock de alto nivel que, finalmente, pude ver completo. Ocurrió en el Royal Albert Hall de Londres en el lejano 2006, y llevó por nombre Remember that night (Recuerda esa noche). El personaje central, un muy maduro David Gilmour, guitarrista de Pink Floyd y, a su alrededor, una banda de lujo, de alto octanaje musical y perfectamente ensamblada con el protagonista. Su cómplice principal: Richard Wright, quien fuera el tecladista de Pink Floyd y con quien, evidentemente, todavía se entendía perfectamente. Un extenso y variado concierto en el que, sí, hubo despliegue de efectos lumínicos, rayos láser y demás parafernalia propia de ese tipo de tocadas. Pero, dato fundamental, los efectos eran complemento, no lo principal del asunto. A diferencia de una buena proporción de los conciertos masivos de hoy, que abusan de lo escénico para mal ocultar las evidentes carencias musicales de sus protagonistas, en Remember that night el centro fue la música, mucha y muy buena música. Desfilaron esa noche algunas de las canciones emblemáticas del Pink Floyd maduro, junto con creaciones recientes de Gilmour, y dos cosas fueron muy evidentes: que Gilmour seguía siendo uno de los grandes guitarristas de la historia del rock, y que las rolas que cantó con el apoyo vocal de Wright seguían sonando, cómo no, al mejor Pink Floyd de antaño. La banda, formada por músicos de primera, destacando entre ellos el guitarrista Phil Manzanera (ex Roxy Music), el bajista Guy Pratt (yerno de Wright) y el saxofonista Dick Parry, quien 33 años antes había tocado el legendario solo de saxofón en Money, del álbum Dark side of the moon. En momentos selectos de la sesión, Gilmour se valió de la presencia de invitados imperdibles: gran experiencia, escucharlo cantar a cappella con David Crosby y Graham Nash; sensacional, verlo acompañado de David Bowie; estelar también la presencia de Robert Wyatt tocando nostálgicamente la trompeta. Otro mérito de Remember that night es que, también a diferencia de lo que hoy es costumbre, no hubo nada del insulso parloteo de las “estrellas” de estos tiempos, nada de chistes públicos o privados, nada de discursos lloradores: sólo gran música, la presentación de los miembros de la banda, discretos agradecimientos a la audiencia, y nada más. De la combinación de todo ello se desprende un contexto de madurez y buen añejamiento de Gilmour y Wright, así como la demostración visible y audible de que a un gran concierto de rock sólo le hacen falta buenos músicos y buena música; el resto es ruido.

May 3, 2025 - 15:51
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Juan Arturo Brennan: Pink Floyd, Gilmour: sincronicidad
En meses recientes, gracias al zapeo aleatorio, encontré varias veces en uno de los canales de música de la televisión (que son 99 por ciento basura impresentable) la grabación de un concierto de rock de alto nivel que, finalmente, pude ver completo. Ocurrió en el Royal Albert Hall de Londres en el lejano 2006, y llevó por nombre Remember that night (Recuerda esa noche). El personaje central, un muy maduro David Gilmour, guitarrista de Pink Floyd y, a su alrededor, una banda de lujo, de alto octanaje musical y perfectamente ensamblada con el protagonista. Su cómplice principal: Richard Wright, quien fuera el tecladista de Pink Floyd y con quien, evidentemente, todavía se entendía perfectamente. Un extenso y variado concierto en el que, sí, hubo despliegue de efectos lumínicos, rayos láser y demás parafernalia propia de ese tipo de tocadas. Pero, dato fundamental, los efectos eran complemento, no lo principal del asunto. A diferencia de una buena proporción de los conciertos masivos de hoy, que abusan de lo escénico para mal ocultar las evidentes carencias musicales de sus protagonistas, en Remember that night el centro fue la música, mucha y muy buena música. Desfilaron esa noche algunas de las canciones emblemáticas del Pink Floyd maduro, junto con creaciones recientes de Gilmour, y dos cosas fueron muy evidentes: que Gilmour seguía siendo uno de los grandes guitarristas de la historia del rock, y que las rolas que cantó con el apoyo vocal de Wright seguían sonando, cómo no, al mejor Pink Floyd de antaño. La banda, formada por músicos de primera, destacando entre ellos el guitarrista Phil Manzanera (ex Roxy Music), el bajista Guy Pratt (yerno de Wright) y el saxofonista Dick Parry, quien 33 años antes había tocado el legendario solo de saxofón en Money, del álbum Dark side of the moon. En momentos selectos de la sesión, Gilmour se valió de la presencia de invitados imperdibles: gran experiencia, escucharlo cantar a cappella con David Crosby y Graham Nash; sensacional, verlo acompañado de David Bowie; estelar también la presencia de Robert Wyatt tocando nostálgicamente la trompeta. Otro mérito de Remember that night es que, también a diferencia de lo que hoy es costumbre, no hubo nada del insulso parloteo de las “estrellas” de estos tiempos, nada de chistes públicos o privados, nada de discursos lloradores: sólo gran música, la presentación de los miembros de la banda, discretos agradecimientos a la audiencia, y nada más. De la combinación de todo ello se desprende un contexto de madurez y buen añejamiento de Gilmour y Wright, así como la demostración visible y audible de que a un gran concierto de rock sólo le hacen falta buenos músicos y buena música; el resto es ruido.