Guardia Civil, 181 años
Este martes se cumplen 181 años de la publicación, en 1844, del decreto fundacional de la Guardia Civil, cuya organización y dirección fue magistralmente asumida por Francisco Javier Girón y Ezpeleta, II duque de Ahumada y natural de Pamplona. El duque quiso dotar al Cuerpo de una filosofía propia para prestar un servicio civil sin menoscabo de la disciplina militar, algo que se tradujo en su doble dependencia de los ministerios de la Guerra (hoy Defensa) y de la Gobernación (actual Interior). Además, quiso trasmitirle una fuerte carga moral. No en vano, según decía, sólo le interesaban «hombres de honor, valor y limpia conciencia». Su sello personal quedó plasmado en la cartilla del guardia civil, un manual escrito de su puño y letra, cuyo primer artículo dejaba bien claro que «el honor ha de ser la principal divisa del guardia civil […] Una vez perdido, no se recobra jamás». Y el carácter benemérito del Instituto se daba a conocer en el sexto: «Procurará ser siempre un pronóstico feliz para el afligido…». Hoy la cartilla no está en vigor, pero su espíritu permanece, y los 80.000 guardias civiles son una fuerza nacional insustituible, a pesar de las infames concesiones a los separatistas. Su eficacia, fruto de la disciplina, revalida su carácter militar, que ningún Gobierno se ha atrevido a cuestionar a lo largo de estos años. La Benemérita es también un patrimonio querido y vinculado al pueblo español gracias a la visión de su fundador. Por eso el escritor Benito Pérez Galdós, en sus 'Episodios nacionales', nos recuerda que «bajo los auspicios del duque de Ahumada fue creado en el seno de España un ser grande, eficaz y de robusta vida: la Guardia Civil». ¡Larga y honrada vida a nuestra Guardia Civil! Manuel Sierra . Pamplona
Este martes se cumplen 181 años de la publicación, en 1844, del decreto fundacional de la Guardia Civil, cuya organización y dirección fue magistralmente asumida por Francisco Javier Girón y Ezpeleta, II duque de Ahumada y natural de Pamplona. El duque quiso dotar al Cuerpo de una filosofía propia para prestar un servicio civil sin menoscabo de la disciplina militar, algo que se tradujo en su doble dependencia de los ministerios de la Guerra (hoy Defensa) y de la Gobernación (actual Interior). Además, quiso trasmitirle una fuerte carga moral. No en vano, según decía, sólo le interesaban «hombres de honor, valor y limpia conciencia». Su sello personal quedó plasmado en la cartilla del guardia civil, un manual escrito de su puño y letra, cuyo primer artículo dejaba bien claro que «el honor ha de ser la principal divisa del guardia civil […] Una vez perdido, no se recobra jamás». Y el carácter benemérito del Instituto se daba a conocer en el sexto: «Procurará ser siempre un pronóstico feliz para el afligido…». Hoy la cartilla no está en vigor, pero su espíritu permanece, y los 80.000 guardias civiles son una fuerza nacional insustituible, a pesar de las infames concesiones a los separatistas. Su eficacia, fruto de la disciplina, revalida su carácter militar, que ningún Gobierno se ha atrevido a cuestionar a lo largo de estos años. La Benemérita es también un patrimonio querido y vinculado al pueblo español gracias a la visión de su fundador. Por eso el escritor Benito Pérez Galdós, en sus 'Episodios nacionales', nos recuerda que «bajo los auspicios del duque de Ahumada fue creado en el seno de España un ser grande, eficaz y de robusta vida: la Guardia Civil». ¡Larga y honrada vida a nuestra Guardia Civil! Manuel Sierra . Pamplona
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