Si es verdad que el infierno son los otros deben estar todos en X, ese patio de monipodio que confabula contra sí mismo y que expande vitriolo las veinticuatro horas del día. Nadie se salva, van a por el pleno sin descanso, son como buitres acechando la carroña, agazapados esperando a que alguien resbale al fin con la cáscara de plátano. Unos y otros, de León XIV para abajo, entramos tarde o temprano en esa macabra lotería, el juego del despedazamiento que, como con el perro rabioso, sólo sana muerta la cuenta. Será lo primero que haga cuando me jubile, acabar con X e Instagram. Víctor Muñoz, el chaval de la cantera merengue que marró el empate frente al Barça,...
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