El pueblo gallego que está entre los más bonitos de España y que tiene un castillo, miradores y viñedos
Un rincón histórico de Galicia, donde la historia, la naturaleza y la tradición se entrelazan entre fortalezas centenarias, paisajes espectaculares y cultivos en bancales7.000 metros de galerías: la cueva más grande de Galicia ya se puede volver a visitar Enclavado en el corazón de la Ribeira Sacra, sobre una colina que domina el curso del río Edo, Castro Caldelas se alza como uno de los pueblos más bellos de España. Sus callejuelas empedradas, su impresionante castillo y sus miradores naturales convierten a esta villa en un destino imprescindible para los amantes de la historia y la naturaleza. Este enclave gallego, perteneciente a la provincia de Ourense, combina la majestuosidad de su pasado con la belleza inalterable de su entorno, atrayendo a quienes buscan perderse entre paisajes de ensueño y construcciones con siglos de historia. Pasear por sus calles es hacer un viaje en el tiempo. Las casas blasonadas con escudos heráldicos y las fachadas de piedra conservan el encanto medieval de un lugar donde cada rincón tiene algo que contar. La plaza del Prado, centro neurálgico de la villa, sirve de punto de partida para descubrir un conjunto histórico inigualable, coronado por el imponente castillo que ha sido testigo de siglos de acontecimientos. El castillo de Castro Caldelas El castillo de Castro Caldelas es, sin duda, el emblema de la villa. Construido en el siglo XIV sobre los restos de una fortificación anterior, este recinto amurallado se alza como un testigo inquebrantable de la historia gallega. Su estructura, perfectamente conservada, transporta al visitante a épocas en las que los nobles y guerreros defendían sus territorios desde lo alto de sus torres. Castillo de Castro Caldelas. Su puerta principal, adornada con escudos que evocan alianzas y batallas, da paso a un interior donde el patio de armas y el aljibe recuerdan la vida que una vez bullía entre sus muros. Las torres cuadrangulares, robustas y solemnes, ofrecen vistas privilegiadas de la villa y sus alrededores. Recorrer su camino de ronda permite admirar la magnitud de la Ribeira Sacra, con el río Sil serpenteando entre las laderas que albergan los famosos viñedos en bancales. Dentro del castillo, hoy convertido en centro cultural, se organizan exposiciones y eventos que permiten conocer a fondo la historia del lugar. Su relevancia a lo largo de los siglos lo convierte en un punto clave para entender el pasado medieval de Galicia. Además, su conservación y restauración han permitido que los visitantes puedan explorar sus estancias y sentir, por un instante, la grandeza de quienes alguna vez lo habitaron. Miradores que regalan panorámicas Más allá de su casco histórico, Castro Caldelas ofrece a los viajeros la posibilidad de contemplar paisajes inolvidables desde sus miradores naturales. Uno de los más espectaculares es el mirador de As Penas de Matacás, un balcón natural situado a más de 500 metros de altitud desde donde se puede admirar el impresionante Cáñón del Sil.

Un rincón histórico de Galicia, donde la historia, la naturaleza y la tradición se entrelazan entre fortalezas centenarias, paisajes espectaculares y cultivos en bancales
7.000 metros de galerías: la cueva más grande de Galicia ya se puede volver a visitar
Enclavado en el corazón de la Ribeira Sacra, sobre una colina que domina el curso del río Edo, Castro Caldelas se alza como uno de los pueblos más bellos de España. Sus callejuelas empedradas, su impresionante castillo y sus miradores naturales convierten a esta villa en un destino imprescindible para los amantes de la historia y la naturaleza.
Este enclave gallego, perteneciente a la provincia de Ourense, combina la majestuosidad de su pasado con la belleza inalterable de su entorno, atrayendo a quienes buscan perderse entre paisajes de ensueño y construcciones con siglos de historia.
Pasear por sus calles es hacer un viaje en el tiempo. Las casas blasonadas con escudos heráldicos y las fachadas de piedra conservan el encanto medieval de un lugar donde cada rincón tiene algo que contar. La plaza del Prado, centro neurálgico de la villa, sirve de punto de partida para descubrir un conjunto histórico inigualable, coronado por el imponente castillo que ha sido testigo de siglos de acontecimientos.
El castillo de Castro Caldelas
El castillo de Castro Caldelas es, sin duda, el emblema de la villa. Construido en el siglo XIV sobre los restos de una fortificación anterior, este recinto amurallado se alza como un testigo inquebrantable de la historia gallega. Su estructura, perfectamente conservada, transporta al visitante a épocas en las que los nobles y guerreros defendían sus territorios desde lo alto de sus torres.
Su puerta principal, adornada con escudos que evocan alianzas y batallas, da paso a un interior donde el patio de armas y el aljibe recuerdan la vida que una vez bullía entre sus muros. Las torres cuadrangulares, robustas y solemnes, ofrecen vistas privilegiadas de la villa y sus alrededores. Recorrer su camino de ronda permite admirar la magnitud de la Ribeira Sacra, con el río Sil serpenteando entre las laderas que albergan los famosos viñedos en bancales.
Dentro del castillo, hoy convertido en centro cultural, se organizan exposiciones y eventos que permiten conocer a fondo la historia del lugar. Su relevancia a lo largo de los siglos lo convierte en un punto clave para entender el pasado medieval de Galicia. Además, su conservación y restauración han permitido que los visitantes puedan explorar sus estancias y sentir, por un instante, la grandeza de quienes alguna vez lo habitaron.
Miradores que regalan panorámicas
Más allá de su casco histórico, Castro Caldelas ofrece a los viajeros la posibilidad de contemplar paisajes inolvidables desde sus miradores naturales. Uno de los más espectaculares es el mirador de As Penas de Matacás, un balcón natural situado a más de 500 metros de altitud desde donde se puede admirar el impresionante Cáñón del Sil.
Desde este enclave privilegiado, la vista se pierde en el horizonte, abarcando las pronunciadas laderas donde se cultivan los viñedos de la Ribeira Sacra. A la derecha, los bancales de Amandi dibujan un mosaico en las tierras lucenses; a la izquierda, los viñedos ourensanos de Abeleda se despliegan hasta encontrarse con el río Sil, que refleja el cielo en sus aguas tranquilas. Este lugar es un escenario perfecto para quienes buscan fotografiar la esencia de Galicia en su estado más puro.
Pero As Penas de Matacás no es el único mirador destacado. La zona cuenta con numerosos puntos panorámicos desde donde se pueden observar los contrastes entre los valles y montes que conforman la Ribeira Sacra. Rutas de senderismo conducen a estos espacios desde los que la belleza natural se muestra en todo su esplendor.
Entre viñedos y tradiciones
Castro Caldelas no solo destaca por su arquitectura y sus miradores, sino también por su tradición vitivinícola. Los viñedos en terrazas que caracterizan la Ribeira Sacra son un testimonio del esfuerzo y la pasión de generaciones que han sabido domar la tierra para obtener vinos de gran calidad.
Los visitantes pueden recorrer las bodegas de la zona, donde se producen caldos bajo la Denominación de Origen Ribeira Sacra. Cada copa cuenta la historia de un territorio que ha convertido la dificultad de su orografía en una virtud, logrando vinos de gran personalidad. Durante la visita, es posible degustar estas creaciones, en un ambiente donde la cultura y la tradición se entrelazan en cada sorbo.
Además, la villa mantiene vivas sus costumbres a través de festividades como la Festa dos Fachós, una celebración ancestral en la que el fuego ilumina las calles y los habitantes rinden homenaje a su pasado con una procesión de antorchas. Estos eventos permiten a los viajeros sumergirse en la identidad de un pueblo que ha sabido conservar su esencia a lo largo del tiempo.