El negacionismo la emprende con las agencias meteorológicas: “Borrar los datos no evitará eventos extremos”

La NOAA de EEUU o Aemet en España son dos de las agencias meteorológicas que el negacionismo ataca desde que publican datos climáticos.

Mar 23, 2025 - 07:38
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El negacionismo la emprende con las agencias meteorológicas: “Borrar los datos no evitará eventos extremos”
Donald Trump, informado sobre el huracán Dorian en 2019 | The White House, CC-BY

Kai-Yuan Cheng es uno de los mayores expertos mundiales en tormentas extremas y huracanes. El pasado febrero, estaba terminando un potente informe sobre riesgo de temporales cuando le comunicaron su despido inmediato de la NOAA. Se quedó una hora más en su puesto para acabar de redactarlo, porque consideró que lo que tenía que comunicar era importante, según señaló a Science.

La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), algo así como la Aemet estadounidense, está en el punto de mira del presidente Donald Trump y su comisionado para la Eficiencia Gubernamental (DOGE), Elon Musk. Tras varias rondas de despidos y no renovaciones, DOGE plantea un recorte de empleo de un 10% adicional. “No es eficiencia. Son los primeros pasos hacia la erradicación”, ha señalado el exadministrador de la NOAA, Rick Spinrad. El negacionismo climático tiene un nuevo objetivo: las agencias meteorológicas.

Pero ¿qué tiene la NOAA para que le sea tan incómoda al gobierno de Trump? En la Unión de Científicos Concienciados lo tienen claro: la NOAA empezó con Nixon haciendo pronósticos del tiempo sobre riesgos marítimos, sobre todo. Pero con la incorporación de nuevos perfiles y tecnologías, es capaz de prever la evolución del clima a largo plazo. Y los datos de la emergencia climática no le gustan a Trump y, en general, al negacionismo climático. El efecto contagio ha llegado a Europa y, desde luego, a España. La agencia meteorológica estatal está en el punto de mira de las narrativas negacionistas.

¿Qué supone que caiga la NOAA? “Ninguna otra agencia cuenta con el mandato, las herramientas ni los científicos necesarios para realizar el trabajo que ofrece gratuitamente para el bien público”, explicaba al comienzo de los recortes Juan Declet-Barreto desde la Unión de Científicos Concienciados. Los planes de DOGE pasan por privatizar parte de esta labor, lo que ha exigido eliminar datos públicos de webs de referencia climática y ambiental. De la NOAA a la NASA.

Brenda Ekwurzel, también de la Unión, es contundente: “Los intentos de ocultar la ciencia climática al público no nos impedirán sentir los graves impactos del cambio climático“.

Aemet, la enésima agencia meteorológica en el centro del negacionismo

¿Podría llegar a pasar algo así en España? El meteorólogo y analista de datos históricos del tiempo Roberto Granda (eltiempo.es) cree que España es posible que tenga más confianza en la ciencia de la meteo. Pero usar la narrativa de que los del tiempo se equivocan apela a algo antiguo que abre la puerta a recortes. “Muchas veces, históricamente, no se nos toma en serio, esté quien esté en el gobierno”.

Quizás no sea tan fácil despedir a un 10% de la plantilla. Pero sí hacer un recorte presupuestario que comprometa su labor. O reorientar sus objetivos, algo así como volver a ese modelo de agencia que se limita al pronóstico del tiempo a corto plazo, pero ajeno a informes y divulgación climática.

“La amenaza [a las agencias meteorológicas] es comparable a la del propio fenómeno natural

Para el portavoz y meteorólogo de Aemet, Rubén del Campo, “la mayor amenaza reside en los intentos de desprestigio que proceden de quienes, en teoría, deberían velar por que una institución científico-técnica, como Aemet, hiciese su trabajo de la mejor manera posible”. Y pone el foco en la dana de octubre.

“Estas amenazas han llegado a proferirse por personajes muy mediáticos, que han puesto en entredicho el trabajo de grandes profesionales de la meteorología dando nombres y apellidos y diciendo que tendrán que pagarlo”, recuerda Del Campo en el SMC de España. El foco de los ataques se gesta en redes sociales y en cuentas, muchas veces, miméticamente defensoras de las políticas trumpistas.

“Esta manera de actuar me parece una amenaza comparable a la del propio fenómeno natural”, señala Del Campo. La dana provocó lluvias torrenciales de fuerza inusitada, ”muy probablemente potenciadas por el cambio climático antropogénico. Tratar de desacreditar a un servicio meteorológico es peligroso: si ese mensaje cala en un determinado sector de la población, en el futuro pueden reaccionar con indiferencia o desdén ante los avisos, sin que tomen las medidas de protección adecuadas”.

Una lluvia fina de desprestigio perfectamente orquestada

Las campañas de odio y desinformación contra agencias meteorológicas no son una reacción espontánea de la ciudadanía contra un supuesto establishment o casta científica. Los profesores de Comunicación Sergio Arce (UNIR), Leticia Rodríguez (UCA) y Virginia Martín (UVA) publicaron en febrero un estudio en Social Inclusion sobre la ola de ataques a Aemet a raíz de la dana de octubre.

Las autoras hablan de una técnica conocida como “lluvia fina”: difusión constante y sutil de mensajes falsos o distorsionados para influir en la percepción pública, “logrando que, con el tiempo, las personas internalicen estas falsedades como verdades”.

La lluvia, como excusa para acusar a las agencias de no acertar (cuando sí aciertan)

Roberto Granda lleva días respondiendo en sus redes sociales a perfiles negacionistas. La persistente lluvia de marzo, en la península ibérica, ha servido a estas cuentas para atacar a las agencias meteorológicas y la labor de quienes hacen modelos de previsión a largo plazo.

Granda señala que llevan semanas diciendo que los meteorólogos dijeron que este sería un invierno seco, en contraste con la húmeda realidad. Pero “el invierno en meteorología y climatología acabó el 28 de febrero. Y fue seco”. Diciembre, de hecho, entre muy seco y extremadamente seco. Sólo marzo fue “excepcionalmente lluvioso”. De hecho, marzo viene siendo en los últimos años un mes de mucha lluvia. Quizás en detrimento de otros meses. En redes, mientras tanto… lluvia fina contra Aemet y sus supuestos pronósticos.

Explica la profesora Martín que los llamados nanoinfluencers son claves. “Tienen audiencias más reducidas en plataformas como X, pero su cercanía y credibilidad les permite amplificar mensajes conspiranoicos con el apoyo de los algoritmos”. Los autores analizan en The Conversation cómo, paralelamente, “las granjas de trolls y los bots automatizados se dedican a generar y propagar contenido hostil y desinformativo, creando una apariencia de consenso y validación social”.

Del Campo afirma que las formas de llevarlo a cabo son diversas: “Se puede comenzar con noticias, en principio, inocentes o simpáticas, como que un joven es capaz de anticiparse a todo un servicio meteorológico previendo una gran nevada que, al parecer, solo él fue capaz de ver y, además, “observando la naturaleza” –algo que no es verdad–. David contra Goliat.

“La pureza de la tradición frente a la obscenidad de la modernidad. El campo contra la ciudad. Pero a fuerza de repetirlo –apunta Del Campo–, mucha gente puede llegar a pensar: ¿para qué necesita Aemet decenas de millones de euros al año?”.

¿Soluciones? Los autores del estudio apuntan a tres focos: “Mejorar la comunicación científica, fortalecer la moderación de contenido en redes sociales y promover una cultura de diálogo respetuoso y basado en la evidencia“. No parece fácil cuando el dueño de la red social que ha disparado las narrativas negacionistas climáticas es el mismo comisionado que la ha emprendido contra la agencia meteorológica gubernamental con –aparentemente– plenos poderes delegados por Donald Trump.

▣ REPORTAJE, 2023:

La predicción del tiempo falla realmente poco, aunque ahora le pidamos más

”Las predicciones han demostrado una increíble mejora en los últimos 40 años”, señalaba a Newtral.es el decano de la Facultad de Ciencias Ambientales y Bioquímica de la UCLM Enrique Sánchez Sánchez, explicando en 2023 cómo los pronósticos localizaron con asombrosa precisión el foco de la dana que arrasó Toledo y Madrid en septiembre. La realidad de los datos desmontaba el discurso de quienes aseguraban que Aemet no acertó porque lo peor de la tormenta no descargó sobre la ciudad de Madrid –alerta mediante–.

A su modo de ver, la última década ha sido prodigiosa en aciertos gracias a la capacidad de los superordenadores y los big data que aportan millones de sensores. Algo en lo que han invertido países como el mismísimo EEUU que, paradójicamente, dejó de financiar estos estudios ya en el anterior mandato de Donald Trump, como explicaba a Newtral.es el profesor de la UCLA e histórico meteorólogo Mario Picazo.

Fuentes