«Más personas así»: Se corona en ‘First Dates’ por su respuesta a los comentarios machistas de su cita

Una cita para olvidar. En First Dates, el amor a veces brilla… y otras veces se apaga antes de servir el primer plato. Carmela, de 18 años, acudió al programa con ilusión, sin saber que su cita se convertiría en una experiencia para el olvido. Iomar, de 24, no tardó en dejar claro que su ... Leer más

Mar 23, 2025 - 02:19
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«Más personas así»: Se corona en ‘First Dates’ por su respuesta a los comentarios machistas de su cita

Una cita para olvidar.

En First Dates, el amor a veces brilla… y otras veces se apaga antes de servir el primer plato. Carmela, de 18 años, acudió al programa con ilusión, sin saber que su cita se convertiría en una experiencia para el olvido. Iomar, de 24, no tardó en dejar claro que su discurso estaba cargado de intolerancia, ideología radical y una alarmante falta de respeto. El problema no fue la falta de química, sino la ausencia total de principios básicos de convivencia. Lo que se avecinaba no era una cena romántica, sino un choque frontal de valores.

El joven comenzó su intervención autodefiniéndose como «muy patriota» y, sin despeinarse, soltó: «Me gusta Franco. España le echa de menos». La reacción de Carmela no pudo ser más elocuente: rostro atónito y voluntad firme de marcar distancia. Ella, sin dudarlo, dejó clara su postura: «Voto a la izquierda pura y dura siempre, es lo suyo». A partir de ahí, el desencuentro fue en aumento y el diálogo se convirtió en un desfile de opiniones difíciles de digerir. Lo que para algunos puede ser una charla casual, para otros es un campo minado.

Intentando reconducir la conversación, Carmela trató de cambiar de tema, buscando al menos un mínimo de cordialidad. Pero Iomar redobló la apuesta con un ataque directo al feminismo: «No es que no me guste. Está muy bien la igualdad y eso, pero cuando toca. Enseguida se acogen a que es mujer (…) Hay muchas feminazis». La joven, incómoda, intentó mantener la compostura mientras aguantaba frases que en otro contexto serían motivo de alarma. Lo que parecía una simple opinión, rápidamente se convirtió en un discurso peligroso y ofensivo.

El respeto, ausente. La empatía, también.

No satisfecho con sus comentarios anteriores, Iomar quiso saber qué opinaba Carmela sobre la homosexualidad. Ella respondió con naturalidad y orgullo: «Yo no tengo amigos heterosexuales». Su respuesta descolocó al valenciano, que se sinceró con inquietante sinceridad: «Yo eso lo llevo un poco mal». El ambiente, ya enrarecido, terminó de volverse irrespirable para Carmela. Ella entendió que no estaba ante una cita fallida, sino frente a un ejemplo claro de intolerancia cotidiana.

Sin contenerse más, le espetó una frase que resonó fuerte en el restaurante y, más tarde, en las redes: «Ojalá no existiera gente como tú, hay que respetar en esta vida y punto». Fue su forma de trazar una línea, de dejar claro que no todo puede tolerarse bajo la excusa de la libertad de expresión. La escena, tan incómoda como reveladora, mostró a una joven que no se dejó amedrentar. Su dignidad fue más fuerte que la presión de las cámaras y los comentarios tóxicos. La valentía, en este caso, fue saber cortar a tiempo.

Las redes sociales no tardaron en estallar tras la emisión de la cita. La mayoría de los comentarios señalaban el comportamiento de Iomar como inaceptable, al tiempo que aplaudían la actitud firme y educada de Carmela. «Más personas como esta chica», escribía un usuario, resumiendo el sentir general. Otros subrayaban que Cuatro debía tener más cuidado con ciertos perfiles. Y muchos coincidían en que es necesario visibilizar estos episodios para que el respeto no se dé nunca por sentado.

Carmela, ejemplo de dignidad.

Finalizada la cita, Carmela no dudó en hacer balance de la experiencia, visiblemente molesta y con razones de peso. «En la vida tendría una segunda cita con él, espero que se actualice los pensamientos del año de la piedra», declaró con una mezcla de indignación y resignación. Lo vivido no fue solo una mala cita, fue una radiografía de cómo el odio puede colarse incluso en contextos destinados al amor. Su testimonio dejó huella porque muchas veces el silencio es cómplice. Y ella eligió alzar la voz, con firmeza pero sin perder la educación.