El pensamiento triste
Consiste en convencer al personal que todo va fatal y que el Estado no funciona. La realidad, sin embargo, es otra. No solo porque los números lo canten y los expertos internacionales y la prensa internacional- que no es de regadío- lo asevere sino porque la realidad del día muestra que el Estado está ahí, la gente vive mejor, está feliz en sus fiestas y en las de los demás Se ha intentado casi todo, parece que fue ayer pero desde el mismísimo primer momento, la oposición trató de deslegitimar al gobierno de coalición. Ello porque sus expectativas de poder eran altas y la frustración, más; la tarta europea es muy suculenta y no era algo que la derecha española pueda pasar por alto. No es cuestión de ideología, eso solo queda para nostálgicos y muy cafeteros, en realidad la derechura española siempre ha tenido como emblema su carácter depredador de lo público, en modo rapiña, y en nuestros días se citan a diario, sin disfraz, cabildeando para favorecer sectores privados y no el general. La última batalla energética es un claro ejemplo. Desde luego que la oposición tiene que ser feroz, otra cosa es que sea desleal y decida caminar por las trochas del escándalo y la antidemocracia. Todo lo que podían hacer se ha hecho, siguiendo la arenga de uno de sus más diabólicos popes, pero destacan, en general, la desestabilización y desprestigio de las instituciones, incluida la guerrilla europea, ETA y Catalunya en la dieta, la bulla parlamentaria, un filibusterismo indisimulado, véase el Senado, la agitación de sectores afines en las instituciones del Estado, el deterioro partidario del poder judicial, sea en el CGPJ o a través de los señalados casos de lawfare que escandalizan dentro y fuera del Estado, el tacticismo con la extrema derecha sea gobernando sea desgobernando. Y desde luego, la mentira y la manipulación en alianza con ciertos medios de regadío afines. La derecha incapaz se ha lanzado incluso a la calle, sin trillar a fondo todos los recursos que le proporciona la Constitución La derecha incapaz se ha lanzado incluso a la calle, sin trillar a fondo todos los recursos que le proporciona la Constitución, véase la moción de censura; la manifestación es también una manera de hacer política y una vía constitucional bien arraigada. Aunque resulta pintoresco ver a las derechas juntas, sobre todo las que añoran el régimen anterior y fascista donde solo había manifestaciones de adhesión al caudillo. Para el recuerdo cuando Mariano proponía contar no a los que se manifestaban sino a los que se quedaban en casa. La última algarada callejera madrileña que ha congregado a gente bien de PP y VOX ha sido a modo de retrato un regalo caído del cielo para el Gobierno. Fallidas todas, ahora se prueba con el pensamiento triste. Consiste en convencer al personal que todo va fatal y que el Estado no funciona. Lo del Estado se lo toman, por cierto, de manera selectiva. Una cosa es no querer Estado para las necesidades públicas de los menesterosos, sanidad pública, educación o vivienda y otra no reclamarlo para los suyos con exigencias para la energía nuclear o la seguridad y defensa. Y claro, con pocos impuestos. La realidad, sin embargo, es otra. No solo porque los números lo canten y los expertos internacionales y la prensa internacional- que no es de regadío- lo asevere sino porque la realidad del día muestra que el Estado está ahí, la gente vive mejor, está feliz en sus fiestas y en las de los demás. El pensamiento triste pretende avanzar como otra plaga más y convivir con la mentira. No obstante, tiene que coexistir con la realidad del deterioro de lo público donde gobiernan PP y VOX, a manera de aviso, con la negación de valores democráticos y constitucionales. Pero no sé por qué me da que está más triste la impaciente derechura por no gobernar que los que actualmente gobiernan, tropezones aparte y que quede mucho por hacer.

Consiste en convencer al personal que todo va fatal y que el Estado no funciona. La realidad, sin embargo, es otra. No solo porque los números lo canten y los expertos internacionales y la prensa internacional- que no es de regadío- lo asevere sino porque la realidad del día muestra que el Estado está ahí, la gente vive mejor, está feliz en sus fiestas y en las de los demás
Se ha intentado casi todo, parece que fue ayer pero desde el mismísimo primer momento, la oposición trató de deslegitimar al gobierno de coalición. Ello porque sus expectativas de poder eran altas y la frustración, más; la tarta europea es muy suculenta y no era algo que la derecha española pueda pasar por alto. No es cuestión de ideología, eso solo queda para nostálgicos y muy cafeteros, en realidad la derechura española siempre ha tenido como emblema su carácter depredador de lo público, en modo rapiña, y en nuestros días se citan a diario, sin disfraz, cabildeando para favorecer sectores privados y no el general. La última batalla energética es un claro ejemplo.
Desde luego que la oposición tiene que ser feroz, otra cosa es que sea desleal y decida caminar por las trochas del escándalo y la antidemocracia. Todo lo que podían hacer se ha hecho, siguiendo la arenga de uno de sus más diabólicos popes, pero destacan, en general, la desestabilización y desprestigio de las instituciones, incluida la guerrilla europea, ETA y Catalunya en la dieta, la bulla parlamentaria, un filibusterismo indisimulado, véase el Senado, la agitación de sectores afines en las instituciones del Estado, el deterioro partidario del poder judicial, sea en el CGPJ o a través de los señalados casos de lawfare que escandalizan dentro y fuera del Estado, el tacticismo con la extrema derecha sea gobernando sea desgobernando. Y desde luego, la mentira y la manipulación en alianza con ciertos medios de regadío afines.
La derecha incapaz se ha lanzado incluso a la calle, sin trillar a fondo todos los recursos que le proporciona la Constitución
La derecha incapaz se ha lanzado incluso a la calle, sin trillar a fondo todos los recursos que le proporciona la Constitución, véase la moción de censura; la manifestación es también una manera de hacer política y una vía constitucional bien arraigada. Aunque resulta pintoresco ver a las derechas juntas, sobre todo las que añoran el régimen anterior y fascista donde solo había manifestaciones de adhesión al caudillo. Para el recuerdo cuando Mariano proponía contar no a los que se manifestaban sino a los que se quedaban en casa. La última algarada callejera madrileña que ha congregado a gente bien de PP y VOX ha sido a modo de retrato un regalo caído del cielo para el Gobierno.
Fallidas todas, ahora se prueba con el pensamiento triste. Consiste en convencer al personal que todo va fatal y que el Estado no funciona. Lo del Estado se lo toman, por cierto, de manera selectiva. Una cosa es no querer Estado para las necesidades públicas de los menesterosos, sanidad pública, educación o vivienda y otra no reclamarlo para los suyos con exigencias para la energía nuclear o la seguridad y defensa. Y claro, con pocos impuestos.
La realidad, sin embargo, es otra. No solo porque los números lo canten y los expertos internacionales y la prensa internacional- que no es de regadío- lo asevere sino porque la realidad del día muestra que el Estado está ahí, la gente vive mejor, está feliz en sus fiestas y en las de los demás. El pensamiento triste pretende avanzar como otra plaga más y convivir con la mentira. No obstante, tiene que coexistir con la realidad del deterioro de lo público donde gobiernan PP y VOX, a manera de aviso, con la negación de valores democráticos y constitucionales. Pero no sé por qué me da que está más triste la impaciente derechura por no gobernar que los que actualmente gobiernan, tropezones aparte y que quede mucho por hacer.