El papel de los amigos en el bienestar digital adolescente
Las cuatro dimensiones clave e interrelacionadas que determinan el bienestar de niños, niñas y adolescentes

Existen cuatro dimensiones clave e interrelacionadas que determinan el bienestar de niños, niñas y adolescentes: la salud física, el bienestar emocional, el uso de la tecnología digital y el entorno relacional. Cada una influye en las demás: por eso, no podemos hablar de bienestar digital sin tener en cuenta lo físico, lo emocional y los vínculos sociales.
En España, la mayoría de los menores de edad reciben su primer móvil a los 11 años. Todavía son niños y niñas, y es esencial enseñarles a usarlo bien. Esto no solo supone limitar el tiempo que pasan frente a una pantalla, sino evaluar cómo les hace sentir y si interfiere en las actividades de su vida diaria.
El uso problemático y la salud mental
No todas las formas de usar la tecnología tienen el mismo efecto. Si se utiliza demasiado o de manera inadecuada (lo que se conoce como un uso excesivo o problemático) puede generar emociones negativas, como tristeza o ansiedad. Sin embargo, un uso equilibrado puede ser positivo y ayudarnos a aprender, comunicarnos y entretenernos de manera sana.
Para entender bien la relación entre la utilización de la tecnología y la salud mental, los expertos investigan cómo cambia con el tiempo y qué factores influyen en su impacto; sobre todo, cuando ese uso es problemático.
Evaluación social en la adolescencia
Los adolescentes son particularmente sensibles a la evaluación social y los iguales tienen un papel crucial en esta etapa por múltiples razones. En primer lugar, durante la adolescencia se pasa más tiempo con los pares y se tiende a priorizar las normas y expectativas del grupo. Además, el cerebro responde con mayor intensidad a los estímulos sociales, lo que puede llevarlos a buscar la aprobación del grupo.
A través de la comparación con los demás, evalúan su estatus social y ajustan su comportamiento para evitar la exclusión o ganar reconocimiento. Este proceso se ve intensificado por el hecho de que su corteza prefrontal –área del cerebro relacionada con el autocontrol– aún se encuentra en desarrollo, lo que dificulta el control de impulsos, especialmente en contextos grupales.
Las redes sociales
En un estudio reciente hemos analizado la relación entre la percepción del uso de redes sociales y el bienestar subjetivo -referido a la evaluación de la propia vida, tanto desde un punto de vista cognitivo como afectivo- de adolescentes de entre 9 y 14 años en cuatro momentos diferentes.
Una mayoría de los adolescentes consideraban que su uso de las redes sociales era muy elevado, y esta proporción aumentaba con los años de uso de las redes. Es decir, muchos de los que con 9 años consideraban que su consumo era bajo, a los 14 ya se autocalificaban de usuarios intensivos.
Su grado de bienestar subjetivo fue disminuyendo a lo largo del tiempo, algo en lo que también coinciden otros estudios sobre el bienestar en la adolescencia. Cuando este bienestar se relaciona con el consumo de redes sociales, los bajos consumidores informan de mayores niveles de bienestar subjetivo que los consumidores medios y elevados.
El consumo suele ir a más
El estudio nos permitió identificar patrones en el cambio de consumo, pero estos cambios en la utilización de redes –ya sea aumentando, manteniendo o variando el uso– no parecen estar relacionados con los niveles de bienestar subjetivo. Lo que influye no es tanto el tiempo de uso de las redes, sino la percepción que ellos tienen de sí mismos como usuarios. Esta percepción está condicionada, sobre todo, por la comparación con su entorno más cercano (sus iguales).
Si un adolescente se considera un consumidor bajo o medio de redes sociales, y percibe a sus iguales como consumidores intensivos, esto puede impactar negativamente en su autoimagen y bienestar; pero también se sentirá mal si percibe que las usa mucho más que sus iguales. En cambio, la percepción de estar alineado con el grupo puede reforzar su autoestima.
Los tres pilares de una intervención exitosa
Teniendo en cuenta el papel central de los iguales y la comparación social en la adolescencia, las intervenciones psicoeducativas pueden ser clave para fomentar un bienestar digital más saludable. Al menos, deberían centrarse en tres pilares: promover comparaciones sociales positivas, entrenar la regulación emocional y generar normas colectivas sobre el uso responsable de las redes (y otras tecnologías).
Para promover la comparación social positiva, se pueden diseñar dinámicas grupales (en el aula) que inviten a reflexionar sobre el impacto de las redes en la autoimagen. Se puede fomentar la comparación con uno mismo a través de metas personales, y visibilizar la diversidad de modelos de referencia, más allá de los que predominan en el entorno digital. Además, educar sobre el uso de filtros y la manipulación de imágenes puede reducir la presión por comparación.
En cuanto a la regulación emocional, es importante proporcionar herramientas para que los adolescentes aprendan a lidiar con el malestar que puede surgir al compararse con otros. Por ejemplo, analizar publicaciones en grupo y debatir sobre las emociones que despiertan puede ser una estrategia útil para generar conciencia y aprender a gestionar las emociones de manera saludable.
Normas colectivas de uso
Finalmente, es clave crear normas colectivas para un uso responsable de las redes, como no compartir contenidos sin consentimiento o evitar basar la valía personal en función del número de “me gusta” que obtienen nuestras publicaciones. También se pueden fomentar actividades para que los adolescentes dejen de ser meros consumidores de redes y se conviertan en “prosumidores” (productores) de contenido digital positivo.
Educar en el uso responsable de la tecnología no significa únicamente limitar el tiempo frente a la pantalla, sino también enseñar a los más jóvenes a gestionar su tiempo y a cuidar tanto de su propio bienestar como del de los demás. En definitiva, se trata de promover una visión colectiva del bienestar digital donde prime la idea de “si el grupo está bien, yo también”.