El origen del mastín ibérico: cuidaba el ganado durante la trashumancia de pueblos prerromanos
Se trata de una raza propia de la península y habitual en zonas rurales, icónica de nuestras tradiciones agrícolas y ganaderasPastores, mastines y prevención: la respuesta ecologista a los ataques de lobos que denuncia la ganadería Mastín ibérico, mastín español o mastín leonés. Mismo nombre para una raza de perro propia de la península y habitual en zonas rurales, icónica de nuestras tradiciones agrícolas y ganaderas como lo son, en otras culturas, el pastor alemán o el border collie. Sin embargo, así como las razas anglosajonas son mucho más conocidas, lo cierto es que el origen de estos canes hispanos se remonta tres milenios atrás. Porque, según han demostrado distintas investigaciones, el origen de la raza de mastín ibérico tiene relación con la actividad de la trashumancia que ya iniciaron los pueblos prerromanos y, en especial, los celtíberos, que fueron criando estos perros, generación tras generación, para entrenarlos en el cuidado del ganado. Los celtíberos habitaron principalmente el noroeste peninsular entre el siglo XIII antes de Cristo, desde finales de la Edad del Bronce, hasta la romanización (siglos II-I a.C.). Y su actividad ganadera fue fundamental para la aparición progresiva de este tipo de mastines tan propios de la península. Si bien es cierto que existen escasas fuentes escritas clásicas sobre la actividad ganadera de los pueblos prerromanos, existen evidencias “arqueofaunísticas” directas que demuestran la larga historia del mastín ibérico, como algunos hallazgos de restos de perros “macromorfos” (anormalmente grandes) en yacimientos de la Edad del Hierro de la meseta ibérica, como El Soto de Medinilla, Castilmontán, Cerro del Castillo o La Hoya. Las evidencias indirectas provienen de análisis tafonómicos, que muestran una alta proporción de huesos roídos y digeridos por carnívoros (perros del poblado), incluyendo huesos de fauna grande, lo que implica perros de tamaño considerable. Cambio de estrategia ganadera Otro dato importante para las investigaciones sobre esta raza es que su aparición en los yacimientos coincide con un tiempo en el que los celtíberos fueron cambiando su estrategia ganadera hacia razas como la cabra o la oveja. Si en las etapas iniciales se explotaban principalmente para el consumo de su carne, en la época celtibérica se produce un cambio hacia la explotación de productos derivados como la lana y una especialización en este tipo de ganado. Al mismo tiempo, las condiciones naturales de la meseta oriental, como los suelos pobres y los inviernos duros, fueron dando lugar a la aparición del pastoreo móvil, que ya aparece documentado en las fuentes clásicas. Las téseras de hospitalidad celtibéricas eran un ejemplo de salvoconducto para aquellos pastores que cruzaban en grupo varios territorios, como también lo son los elementos arqueológicos hallados en relación a las labores de esquileo y trabajo de la lana. La arquitectura vinculada al pastoreo refuerza también esta teoría de la trashumancia y el valor del mastín en el cuidado del ganado. Desde los castros fortificados hasta los sistemas defensivos (piedras hincadas) se fueron propagando en estructuras similares a lo largo de la Meseta en el área occidental y en el suroeste peninsular. Los verracos, esculturas zoomorfas en el occidente, se interpretan como indicadores de zonas pastoriles o marcadores de rutas trashumantes, reflejando el control de ganado como fuente de riqueza de las élites. Un viaje con el ganado que contó con el mejor compañero para esos grupos de pastores: su fiel perro mastín ibérico.

Se trata de una raza propia de la península y habitual en zonas rurales, icónica de nuestras tradiciones agrícolas y ganaderas
Pastores, mastines y prevención: la respuesta ecologista a los ataques de lobos que denuncia la ganadería
Mastín ibérico, mastín español o mastín leonés. Mismo nombre para una raza de perro propia de la península y habitual en zonas rurales, icónica de nuestras tradiciones agrícolas y ganaderas como lo son, en otras culturas, el pastor alemán o el border collie. Sin embargo, así como las razas anglosajonas son mucho más conocidas, lo cierto es que el origen de estos canes hispanos se remonta tres milenios atrás.
Porque, según han demostrado distintas investigaciones, el origen de la raza de mastín ibérico tiene relación con la actividad de la trashumancia que ya iniciaron los pueblos prerromanos y, en especial, los celtíberos, que fueron criando estos perros, generación tras generación, para entrenarlos en el cuidado del ganado.
Los celtíberos habitaron principalmente el noroeste peninsular entre el siglo XIII antes de Cristo, desde finales de la Edad del Bronce, hasta la romanización (siglos II-I a.C.). Y su actividad ganadera fue fundamental para la aparición progresiva de este tipo de mastines tan propios de la península.
Si bien es cierto que existen escasas fuentes escritas clásicas sobre la actividad ganadera de los pueblos prerromanos, existen evidencias “arqueofaunísticas” directas que demuestran la larga historia del mastín ibérico, como algunos hallazgos de restos de perros “macromorfos” (anormalmente grandes) en yacimientos de la Edad del Hierro de la meseta ibérica, como El Soto de Medinilla, Castilmontán, Cerro del Castillo o La Hoya. Las evidencias indirectas provienen de análisis tafonómicos, que muestran una alta proporción de huesos roídos y digeridos por carnívoros (perros del poblado), incluyendo huesos de fauna grande, lo que implica perros de tamaño considerable.
Cambio de estrategia ganadera
Otro dato importante para las investigaciones sobre esta raza es que su aparición en los yacimientos coincide con un tiempo en el que los celtíberos fueron cambiando su estrategia ganadera hacia razas como la cabra o la oveja. Si en las etapas iniciales se explotaban principalmente para el consumo de su carne, en la época celtibérica se produce un cambio hacia la explotación de productos derivados como la lana y una especialización en este tipo de ganado.
Al mismo tiempo, las condiciones naturales de la meseta oriental, como los suelos pobres y los inviernos duros, fueron dando lugar a la aparición del pastoreo móvil, que ya aparece documentado en las fuentes clásicas. Las téseras de hospitalidad celtibéricas eran un ejemplo de salvoconducto para aquellos pastores que cruzaban en grupo varios territorios, como también lo son los elementos arqueológicos hallados en relación a las labores de esquileo y trabajo de la lana.
La arquitectura vinculada al pastoreo refuerza también esta teoría de la trashumancia y el valor del mastín en el cuidado del ganado. Desde los castros fortificados hasta los sistemas defensivos (piedras hincadas) se fueron propagando en estructuras similares a lo largo de la Meseta en el área occidental y en el suroeste peninsular. Los verracos, esculturas zoomorfas en el occidente, se interpretan como indicadores de zonas pastoriles o marcadores de rutas trashumantes, reflejando el control de ganado como fuente de riqueza de las élites. Un viaje con el ganado que contó con el mejor compañero para esos grupos de pastores: su fiel perro mastín ibérico.