Desaturarme sin desconectarme: cómo encontrar el equilibrio entre tu celular y tu paz mental

Pasamos tanto tiempo en el celular que, al final, nos preguntamos si de verdad vale la pena. Yo pasé por eso, y un día me di cuenta de que el problema no era el celular en sí, sino cómo lo estaba usando. Así que decidí tomar las riendas y cambiar mi rutina para no seguir […]

Mar 27, 2025 - 21:59
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Desaturarme sin desconectarme: cómo encontrar el equilibrio entre tu celular y tu paz mental

Pasamos tanto tiempo en el celular que, al final, nos preguntamos si de verdad vale la pena. Yo pasé por eso, y un día me di cuenta de que el problema no era el celular en sí, sino cómo lo estaba usando. Así que decidí tomar las riendas y cambiar mi rutina para no seguir atrapada en esa espiral.

Cómo encontrar el equilibrio entre tu celular y tu paz mental sin desconectarte del todo

Lo primero que hice fue establecer un límite de tiempo en las aplicaciones. Si eres usuario de iPhone, te cuento que hay una función genial para poner restricciones en el uso de redes sociales o esas apps que, aunque no son esenciales, terminan comiendo tu tiempo. Lo siguiente fue activar el modo escala de grises. Suena raro, pero al desactivar los colores, la pantalla del celular se vuelve mucho menos atractiva, y eso hizo una gran diferencia para evitar abrir aplicaciones sin pensarlo.

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Controlar las notificaciones fue otro paso clave. Al configurar el modo enfoque, logré que solo me llegaran los mensajes realmente importantes. Eso me permitió evitar la constante interrupción de notificaciones innecesarias, ya sea para trabajar, descansar o simplemente tener un poco de paz mental. Después de implementar estos cambios, me siento más tranquila y, lo mejor de todo, con más energía para ser creativa y productiva.

El primer paso para saber si tienes una relación tóxica con tu celular es aceptar que la tienes

Aquí va la dura verdad: cada vez que recibimos una notificación, un mensaje o incluso un “me gusta” en las redes, nuestro cerebro libera dopamina, ese neurotransmisor asociado con el placer y la recompensa. Y eso nos engancha. Es como una pequeña dosis de felicidad instantánea, que, claro, nos hace querer más. Y cuando no tenemos esa dosis, empezamos a sentir el impulso de revisar el teléfono sin razón alguna.

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El uso excesivo del celular nos satura cognitivamente. Estamos expuestos a una avalancha de información, lo que termina causando fatiga mental y estrés. Pero no podemos evitarlo, ¿por qué? Porque el miedo de perdernos algo (lo que muchos llaman FOMO, por sus siglas en inglés) nos mantiene pegados a la pantalla.

Las apps están diseñadas para mantenernos en ese ciclo: desplazamiento infinito, notificaciones constantes y algoritmos que se adaptan a lo que sabemos que nos va a enganchar. Y lo peor es que, cuando intentamos alejarnos, experimentamos lo que se llama nomofobia, o el miedo irracional a estar sin el móvil. Este miedo nos impulsa a seguir con el mal hábito, aunque sepamos lo negativo que es.

El celular, a pesar de ser una herramienta tan útil, también mina nuestra capacidad de autocontrol. La facilidad con la que obtenemos estímulos inmediatos nos hace difícil desconectarnos, incluso cuando somos plenamente conscientes de lo dañino que puede ser.

La reacción a la saturación digital: el regreso de los “dumb phones”

No es sorpresa que muchas personas estén comenzando a hartarse de la conexión constante y el ruido digital. La sobrecarga de notificaciones, las expectativas sociales y el ritmo frenético de las redes sociales están afectando más de lo que nos gustaría admitir. Ante esta saturación, cada vez más personas están volviendo a lo básico: los “dumb phones”.

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Sí, así como lo lees: teléfonos básicos. Esos dispositivos retro que no tienen acceso a internet, sin aplicaciones y sin la capacidad de revisar correos o redes sociales. En un giro irónico, los smartphones están siendo reemplazados por “teléfonos tontos” (o “dumb phones”), una tendencia que está cobrando fuerza, sobre todo entre aquellos que buscan desintoxicarse digitalmente.

Además, no solo son los “dumb phones”. Muchos están redescubriendo artefactos retro, como relojes analógicos, cámaras de película y otros gadgets que, aunque no tienen conexión constante, permiten mantenernos conectados con el presente de una forma más auténtica. Estos objetos nos recuerdan que no todo tiene que ser instantáneo, y que la simplicidad a veces es el camino para mejorar nuestra salud mental.


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