Del ‘win-win', al "lose-lose": adónde va la disputa entre Estados Unidos y China

Podríamos situar como punto de inflexión histórico el ingreso de China a la Organización Mundial de Comercio en el año 2001, aunque los conocedores del tema saben que la raíz de lo que vivimos en la actualidad proviene de fines de la década de 1970, con la llegada de Den Xiaoping al poder, y su objetivo de ‘alcanzar el socialismo utilizando las herramientas del capitalismo'.Ciencia ¿Se acerca la Tercera Guerra Mundial? China y Rusia quieren adueñarse de la Luna y los Estados Unidos entran en alerta Financial Times China le exige a EE.UU. que "cancele todos los aranceles unilaterales" si quiere negociar Joe Leahy, Wenjie Ding y Demetri SevastopuloDinero Las inversiones silenciosas de China en México: de qué se trata y cómo impacta en Estados Unidos A partir de allí, con la idea de ser el proveedor global a través de su gran ‘chimenea industrial', China creció y se desarrolló hacia afuera y hacia adentro, balanceándose en las diferentes coyunturas históricas. Pero siempre hacia adelante: inversiones, exportaciones y producción como ejes inamovibles de sus políticas de Estado. Obama probablemente fue el primero que puso el ojo con más atención en el crecimiento del gigante asiático. Le hablo de su tipo de cambio, de llegar a acuerdos financieros. Un ‘win-win' razonable, mientras China todavía se encontraba en un estadío manufacturero semi-primario, pero ya habiendo comenzado a poner ‘pie firme' en las diferentes regiones del mundo. En el medio vino el huracán financiero global que parecía todo lo arrasaba. Pero China, con su paciencia confuciana, siguió avanzando, y cada vez con mayor solidez. Para sortear la gran crisis de 2008-2009, incrementó su potencial tecnológico, además de desarrollar el interior agrícola otrora postergado. Alerta internacional Estados Unidos vuelve a la guerra en Medio Oriente: empezaron los primeros bombardeos y se teme la peor venganza Armamento Estados Unidos se rinde: China y Rusia arrasan en la carrera de los misiles del futuro Política migratoria Estados Unidos declaró una nueva guerra y ahora le prohibirá el ingreso legal a estos extranjeros Entonces llegó la primera presidencia de Trump. La preocupación era mayor. China era un enemigo a temer desde lo económico primero (déficit de balanza comercial) y lo geopolítico después (Taiwán). Fue la época de jugar al ‘win-lose', el sacar los dientes y demostrar quién es todavía el poder magnánimo dominante. Tampoco volvió a salir bien. Fomentando una potente ‘nueva Ruta de la Seda global', China no dejó camino, mar o aire por surcar. Pragmáticamente, pero con un norte claro. Por ello, China no solo continuó con la consolidación de su mercado de capitales; sino que, además, comenzó a buscar el cambio cultural hacia una sociedad donde el consumo responsable vaya a todo motor.Después de una época de relativa estabilidad durante el Gobierno de Biden - con salida de pandemia y guerra en Ucrania incluida -, el mismísimo Trump volvió recargado. Y pareciera ser el momento del ‘lose-lose': peleémonos en lo económico, y que gane el más fuerte. O, mejor dicho, el que menos pierda durante la contienda. Bajo este marco, China está decidida a no ‘tirar los guantes': continuará explotando sus tierras raras, potenciando la inteligencia artificial, y jugando fuerte en la carrera cibernética y espacial. Mostrándole al mundo que sus bajos costos se deben cuasi exclusivamente al esfuerzo de la productividad, y no con prácticas marketineras y financieras espurias sacando provecho de las economías del mundo subdesarrollado. Pero además, China tiene bien en claro que no quiere perder su capacidad de innovar a costa de dinamitar su base manufacturera. Una economía balanceada, donde los servicios empiezan a ganarse su lugar, pero sin descuidar lo productivo. Y, por supuesto, la lógica financiera subsumida a las necesidades sociales y de la economía real. Por el contrario, Estados Unidos crece, pero con debilidad relativa en relación a su gran rival. Ve que sus aliados de la OTAN le generan una dependencia, un lastre para su economía y para con sus objetivos geopolíticos. Por el contrario, China aúna esfuerzos, voluntades, alianzas. El BRICS es un gran ejemplo de ello. Y cuando tiende puentes con otros Estados no objeta, no de órdenes. Solo espera que el receptor de la ayuda, a su manera y como pueda, cumpla con los compromisos asumidos. Más aún, podría jugar fuerte vendiendo los mayoritarios Bonos del Tesoro estadounidense, pero no lo hace. Por ahora, solo va al ojo por ojo en la guerra comercial. Para concluir, tenemos que hablar del punto más relevante. El presupuesto de Defensa chino ha crecido sin prisa, pero sin pausa, en los últimos años: No dejará que nada - ni nadie - se atreva a penetrar en los mares, las tierras, y los cielos que ellos entienden como designios históricos propios. No le tienen temor a ningún Grupo de Tareas con portaviones, buques, drones, cazas de combate. Ni de Estados Unidos (cuya industria bélica depende en gran medida de la

Abr 27, 2025 - 15:00
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Del ‘win-win', al "lose-lose": adónde va la disputa entre Estados Unidos y China

Podríamos situar como punto de inflexión histórico el ingreso de China a la Organización Mundial de Comercio en el año 2001, aunque los conocedores del tema saben que la raíz de lo que vivimos en la actualidad proviene de fines de la década de 1970, con la llegada de Den Xiaoping al poder, y su objetivo de ‘alcanzar el socialismo utilizando las herramientas del capitalismo'.

A partir de allí, con la idea de ser el proveedor global a través de su gran ‘chimenea industrial', China creció y se desarrolló hacia afuera y hacia adentro, balanceándose en las diferentes coyunturas históricas. Pero siempre hacia adelante: inversiones, exportaciones y producción como ejes inamovibles de sus políticas de Estado.

Obama probablemente fue el primero que puso el ojo con más atención en el crecimiento del gigante asiático. Le hablo de su tipo de cambio, de llegar a acuerdos financieros. Un ‘win-win' razonable, mientras China todavía se encontraba en un estadío manufacturero semi-primario, pero ya habiendo comenzado a poner ‘pie firme' en las diferentes regiones del mundo.

En el medio vino el huracán financiero global que parecía todo lo arrasaba. Pero China, con su paciencia confuciana, siguió avanzando, y cada vez con mayor solidez. Para sortear la gran crisis de 2008-2009, incrementó su potencial tecnológico, además de desarrollar el interior agrícola otrora postergado.

Entonces llegó la primera presidencia de Trump. La preocupación era mayor. China era un enemigo a temer desde lo económico primero (déficit de balanza comercial) y lo geopolítico después (Taiwán). Fue la época de jugar al ‘win-lose', el sacar los dientes y demostrar quién es todavía el poder magnánimo dominante.

Tampoco volvió a salir bien. Fomentando una potente ‘nueva Ruta de la Seda global', China no dejó camino, mar o aire por surcar. Pragmáticamente, pero con un norte claro. Por ello, China no solo continuó con la consolidación de su mercado de capitales; sino que, además, comenzó a buscar el cambio cultural hacia una sociedad donde el consumo responsable vaya a todo motor.

Después de una época de relativa estabilidad durante el Gobierno de Biden - con salida de pandemia y guerra en Ucrania incluida -, el mismísimo Trump volvió recargado. Y pareciera ser el momento del ‘lose-lose': peleémonos en lo económico, y que gane el más fuerte. O, mejor dicho, el que menos pierda durante la contienda.

Bajo este marco, China está decidida a no ‘tirar los guantes': continuará explotando sus tierras raras, potenciando la inteligencia artificial, y jugando fuerte en la carrera cibernética y espacial. Mostrándole al mundo que sus bajos costos se deben cuasi exclusivamente al esfuerzo de la productividad, y no con prácticas marketineras y financieras espurias sacando provecho de las economías del mundo subdesarrollado.

Pero además, China tiene bien en claro que no quiere perder su capacidad de innovar a costa de dinamitar su base manufacturera. Una economía balanceada, donde los servicios empiezan a ganarse su lugar, pero sin descuidar lo productivo. Y, por supuesto, la lógica financiera subsumida a las necesidades sociales y de la economía real.

Por el contrario, Estados Unidos crece, pero con debilidad relativa en relación a su gran rival. Ve que sus aliados de la OTAN le generan una dependencia, un lastre para su economía y para con sus objetivos geopolíticos. Por el contrario, China aúna esfuerzos, voluntades, alianzas. El BRICS es un gran ejemplo de ello. Y cuando tiende puentes con otros Estados no objeta, no de órdenes. Solo espera que el receptor de la ayuda, a su manera y como pueda, cumpla con los compromisos asumidos. Más aún, podría jugar fuerte vendiendo los mayoritarios Bonos del Tesoro estadounidense, pero no lo hace. Por ahora, solo va al ojo por ojo en la guerra comercial.

Para concluir, tenemos que hablar del punto más relevante. El presupuesto de Defensa chino ha crecido sin prisa, pero sin pausa, en los últimos años: No dejará que nada - ni nadie - se atreva a penetrar en los mares, las tierras, y los cielos que ellos entienden como designios históricos propios. No le tienen temor a ningún Grupo de Tareas con portaviones, buques, drones, cazas de combate. Ni de Estados Unidos (cuya industria bélica depende en gran medida de las tierras raras que posee China), ni del Reino Unido, ni de nadie.

Algunos dirán que China no tiene la capacidad tecnológica militar para hacerle frente a los Estados Unidos, ni a otras potencias europeas. Pero todos saben que el gigante asiático se está acercando en términos cuantitativos y de capacidades tecnológicas. Y no juega solo. La cortina oriental del nuevo ‘muro global' se está afianzando: su alianza tácita con Rusia y Corea del Norte es inquebrantable.

¿Aceptará este nuevo status-quo los Estados Unidos? ¿Claudicará después de casi un siglo de dominio económico, político y militar global? ¿Dejará que otro país comparta las riendas del mundo? ¿O se convertirá en aquel Estado que corra, con sus valores y presencia, ‘desde atrás'? Difícilmente Trump claudique. O cualquier presidente estadounidense que le siga. El destino manifiesto es muy claro: la excusa de preservar la paz global a través de la ética de los padres fundadores - aunque ya pocos lo podrán sostener con consistencia - seguirá siempre allí.

Del otro lado, solo se puede aseverar que los chinos se continúan preparando. Ya sea para con la disputa geoeconómica, o la pelea final por Taiwán. Ellos tampoco van a dar marcha atrás. Y ejemplos de esta reciente guerra alocada de aranceles sobran: desde el devolver los primeros Boening a los Estados Unidos, hasta utilizar activamente los medios de comunicación masivos para atacar al falso mercado global del lujo.

 Taiwán

¿Estaremos entonces ante una guerra fría ‘in eternum', o en los próximos años nos encontraremos ante un ‘gran conflicto transnacional' entre las dos mayores potencias globales? Todos tienen en claro que esta opción debe ser la última, sino queremos acercarnos al final del mundo tal cual lo conocemos. Mientras tanto, nos desayunamos con disputas ‘menores' en países satélites (Medio Oriente, el Sudeste Asiático), o a través del apoyo a grupos armados (África, Latinoamérica), que es lo seguramente vamos a continuar vivenciando en los años venideros.

Lo que sí, téngase presente: ya no hay vuelta atrás. La época del unilateralismo está muerta. Si vamos a vivir en un multilateralismo escuetamente cooperativo, o bajo un bilateralismo de confrontación profunda, está por verse. Aunque a la distancia, suave y sigilosamente, ya se escuchan con escalofríos los tambores de la guerra.