Cómo influye el exceso de trabajo en la relación de pareja

Ya sabemos que para que una relación de pareja funcione tienen que darse factores esenciales (a parte de la química) como la COMUNICACIÓN, siempre en mayúsculas, la confianza, la complicidad, mejor también la chispa y la admiración por el otro, en su persona, hacia su trabajo... El exceso de trabajo puede tener un efecto devastador en las relaciones de pareja, ya que la dedicación excesiva a las responsabilidades laborales a menudo se traduce en una falta de tiempo y atención para la vida personal. Este fenómeno es conocido como 'workaholism', y no solo agota físicamente a la persona, o no ( si «le va mucho la marcha»), sino que también crea una alteración emocional importante entre los dos. Al priorizar el trabajo sobre la relación, se produce una disminución de la comunicación, lo que provoca malentendidos y resentimientos acumulados que, con el tiempo, pueden llevar a la ruptura. Cuando uno o ambos miembros de la pareja se encuentran constantemente ocupados, es fácil que se desestimen los pequeños momentos de intimidad y apoyo mutuo físico y emocional,que son cruciales para mantener una relación sana y reforzada. El tiempo va pasando y casi se produce un acostumbramiento que lo que hace es convertir a la pareja en compañeros de piso , ni siquiera amigos. Se «mantiene la estabilidad» aparente , pero ¿qué gratificación hay ahí?¿Qué ilusión hay al llegar a casa? El estrés asociado con el trabajo puede llevar a cambios en el comportamiento que afectan la dinámica de la pareja. La irritabilidad, el agotamiento y la falta de interés en compartir con el otro , solo son algunos de los síntomas que pueden surgir. Se hacen planes compartidos a veces pero que no te causan placer por compartir sino el mismo placer, a ti mismo, que si lo hicieses solo. Hacer por hacer con la pareja, es incluso un esfuerzo. Cuando se prioriza el trabajo sobre la relación, y si encima se añaden más factores,puede surgir un ciclo tóxico; el desgaste emocional puede volverse muy evidente , llevando a discusiones frecuentes y aumentando la distancia emocional, cuando precisamente si hubiese una buena relación de base, estos comportamientos o sentimientos deberían compartirse para mitigarse y sentirse más aliviado. La complicidad , el amor y cuidado del otro aquí se ponen de manifiesto, y no existe. Pero es que también puede ocurrir al revés, que uno se centre más o aumente su carga de trabajo porque la relación no va bien. Se produce un efecto cueva, aislandose de ver, escuchar y evitar conflictos con la pareja. El trabajo te aísla mental y físicamente de estar en casa con quien ves que no te aporta, e incluso te incomoda, presiona, exige, …. La relación está rota cuando estamos en este punto. Quizás no haya sido el exceso de trabajo en este caso el causante de la mala evolución de la relación y sí otros factores que se van acumulando con el tiempo y creando una monotonía o desagrado que solo tiene dos caminos, la ruptura o la vida paralela con los costes emocionales que eso puede producir en no demasiado tiempo, a uno y otro, porque la otra parte de la pareja va a seguir demandando atención o reprochando, sea por lo que sea. A lo que me refería antes. En este círculo vicioso sobre todo se encarga uno de los dos de mantenerlo «estable» para evitar, pensando en uno mismo ya, de forma práctica y egoísta, y poco adaptativa porque tiene sus costes cuánto de soportables. Pero ¿hasta cuándo?¿Y cuáles son esos costes emocionales para este «salvador» de la pareja intentando mantener una estabilidad ficticia? A la presión constante del trabajo que puede causar estrés y difícil de dejar en la oficina, se suma la tensión que se lleva a casa y que, o tienes una pareja muy comprensiva, o terminará por dinamitar todo y será una mera fachada hasta para uno mismo. Esta tensión termina afectando a la calidad de las interacciones diarias y obstaculizando momentos que son esenciales para fortalecer la conexión emocional. Uno o ambos miembros de la pareja se sienten desvalorizados y solos en la relación, con lo que pueden empezar los reproches, rencores, castigos, infidelidades… Es fundamental para las parejas establecer límites claros entre el trabajo y la vida personal, debe hacerse desde el punto de vista de uno mismo, que es quien sabe en qué consiste su trabajo y también en pareja, incluso haciendo una coordinación en horarios laborables de ambos. Tener facilidad de horario facilita muchísimo esta coordinación para coincidir en establecer momentos para los dos , más importantes que nada. Que estos momentos no tienen por qué consistir en actividades fuera de casa pero sí en momentos de calidad para poder hablar incluso de ellos mismos, estar en casa cada uno haciendo unas cosas, «sus cosas» pero sintiéndose protegido y agradado sabiendo del otro también allí, dando lugar a la posibilidad de besos aislados, una caricia si coincidis en el pasillo… todo lo «mínimo» que te apetece porque hay complicidad y te sientes prioridad del otro. La prioridad siempre d

May 4, 2025 - 12:31
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Cómo influye el exceso de trabajo en la relación de pareja
Ya sabemos que para que una relación de pareja funcione tienen que darse factores esenciales (a parte de la química) como la COMUNICACIÓN, siempre en mayúsculas, la confianza, la complicidad, mejor también la chispa y la admiración por el otro, en su persona, hacia su trabajo... El exceso de trabajo puede tener un efecto devastador en las relaciones de pareja, ya que la dedicación excesiva a las responsabilidades laborales a menudo se traduce en una falta de tiempo y atención para la vida personal. Este fenómeno es conocido como 'workaholism', y no solo agota físicamente a la persona, o no ( si «le va mucho la marcha»), sino que también crea una alteración emocional importante entre los dos. Al priorizar el trabajo sobre la relación, se produce una disminución de la comunicación, lo que provoca malentendidos y resentimientos acumulados que, con el tiempo, pueden llevar a la ruptura. Cuando uno o ambos miembros de la pareja se encuentran constantemente ocupados, es fácil que se desestimen los pequeños momentos de intimidad y apoyo mutuo físico y emocional,que son cruciales para mantener una relación sana y reforzada. El tiempo va pasando y casi se produce un acostumbramiento que lo que hace es convertir a la pareja en compañeros de piso , ni siquiera amigos. Se «mantiene la estabilidad» aparente , pero ¿qué gratificación hay ahí?¿Qué ilusión hay al llegar a casa? El estrés asociado con el trabajo puede llevar a cambios en el comportamiento que afectan la dinámica de la pareja. La irritabilidad, el agotamiento y la falta de interés en compartir con el otro , solo son algunos de los síntomas que pueden surgir. Se hacen planes compartidos a veces pero que no te causan placer por compartir sino el mismo placer, a ti mismo, que si lo hicieses solo. Hacer por hacer con la pareja, es incluso un esfuerzo. Cuando se prioriza el trabajo sobre la relación, y si encima se añaden más factores,puede surgir un ciclo tóxico; el desgaste emocional puede volverse muy evidente , llevando a discusiones frecuentes y aumentando la distancia emocional, cuando precisamente si hubiese una buena relación de base, estos comportamientos o sentimientos deberían compartirse para mitigarse y sentirse más aliviado. La complicidad , el amor y cuidado del otro aquí se ponen de manifiesto, y no existe. Pero es que también puede ocurrir al revés, que uno se centre más o aumente su carga de trabajo porque la relación no va bien. Se produce un efecto cueva, aislandose de ver, escuchar y evitar conflictos con la pareja. El trabajo te aísla mental y físicamente de estar en casa con quien ves que no te aporta, e incluso te incomoda, presiona, exige, …. La relación está rota cuando estamos en este punto. Quizás no haya sido el exceso de trabajo en este caso el causante de la mala evolución de la relación y sí otros factores que se van acumulando con el tiempo y creando una monotonía o desagrado que solo tiene dos caminos, la ruptura o la vida paralela con los costes emocionales que eso puede producir en no demasiado tiempo, a uno y otro, porque la otra parte de la pareja va a seguir demandando atención o reprochando, sea por lo que sea. A lo que me refería antes. En este círculo vicioso sobre todo se encarga uno de los dos de mantenerlo «estable» para evitar, pensando en uno mismo ya, de forma práctica y egoísta, y poco adaptativa porque tiene sus costes cuánto de soportables. Pero ¿hasta cuándo?¿Y cuáles son esos costes emocionales para este «salvador» de la pareja intentando mantener una estabilidad ficticia? A la presión constante del trabajo que puede causar estrés y difícil de dejar en la oficina, se suma la tensión que se lleva a casa y que, o tienes una pareja muy comprensiva, o terminará por dinamitar todo y será una mera fachada hasta para uno mismo. Esta tensión termina afectando a la calidad de las interacciones diarias y obstaculizando momentos que son esenciales para fortalecer la conexión emocional. Uno o ambos miembros de la pareja se sienten desvalorizados y solos en la relación, con lo que pueden empezar los reproches, rencores, castigos, infidelidades… Es fundamental para las parejas establecer límites claros entre el trabajo y la vida personal, debe hacerse desde el punto de vista de uno mismo, que es quien sabe en qué consiste su trabajo y también en pareja, incluso haciendo una coordinación en horarios laborables de ambos. Tener facilidad de horario facilita muchísimo esta coordinación para coincidir en establecer momentos para los dos , más importantes que nada. Que estos momentos no tienen por qué consistir en actividades fuera de casa pero sí en momentos de calidad para poder hablar incluso de ellos mismos, estar en casa cada uno haciendo unas cosas, «sus cosas» pero sintiéndose protegido y agradado sabiendo del otro también allí, dando lugar a la posibilidad de besos aislados, una caricia si coincidis en el pasillo… todo lo «mínimo» que te apetece porque hay complicidad y te sientes prioridad del otro. La prioridad siempre debe ser la relación , entre otras cosas porque tú estás dentro. No hay ningún trabajo por duro, exigente, empático o social que sea, que tenga que estar por encima de algo como una relación bonita, porque terminará con ella, y eso teniendo en cuenta que no solo este aspecto laboral puede influir en momentos de tensión. Hablar sobre las presiones y cargas laborales puede ayudar a ambos a comprender mejor las necesidades y limitaciones del otro. Esto fomenta la empatía siempre y cuando haya amor e intención de entendimiento y respeto por el otro y por el trabajo del otro. Hay que hablar y saber de las aspiraciones profesionales del otro y sus posibles costes reales en la relación, en el tiempo de estar juntos. Está bien mantener conversaciones sobre el día laboral de la pareja. Hay personas que dicen ¡uff, no quiero hablar nada del trabajo, déjalo! y bueno, también hay parejas que no quieren saber del trabajo del otro con lo cual….! Desde mi punto de vista es importante compartir el contenido del día, qué has hecho, qué te ha gustado, qué te ha disgustado, contarlo y que te pregunten; te hace sentir importante a ti y a tu trabajo y es demuestra un interés obvio por la pareja. Compartir cursos, congresos (que son días fuera) es también interesante si apetece, para seguir compartiendo tiempo fuera de ellos. Hay sin embargo otras personas que los ven como una liberación del otro, libertad... lo que significa nuevamente que hay un desgaste o poco interés por el otro. El trabajo en ningún caso debe ser la prioridad y hay que ponerle y ponerse límites si tu relación te importa, y no hay límites objetivos pero si consensuados con el otro para que ambos os sintáis cómodos. De todas formas existen los tratamientos de pareja para ayudar a encauzar estos y otros problemas siempre y cuando ambos estéis en el mismo camino del interés por resolver sin saber cómo hacerlo.